Sanar

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Sábado

Renato había decidido quedarse a descansar en casa de su amigo fausto toda la mañana y parte de la tarde, tendría una noche larga y estaba agotado física y emocionalmente.

A eso de las ocho comenzó a trabajar sin parar, los sábados usualmente preparaba los bocadillos para "Dolh" y más tarde se dirigía al restaurant, cuyo dia se llenaba de gente y pedían los platos más elaborados para cenar, pero esa noche solo superviso al personal, la verdad era que no se sentía en todo su potencial.

Cuando todos se fueron, se dispuso a organizar todo el papeleo de ambos negocios, quedó solo como de costumbre en la gran cocina que se escondía tras una puerta de vaivén doble, con un circulo en medio que dejaba ver el salón con las mesas, tenía mesadas contra ambas paredes, una gran isla de acero en el medio y al final de la misma, había banquetas altas de madera, una dispuesta en la punta y otra a un costado, la cual ahora era ocupada por Renato quedando de frente a la puerta de servicio, se había puesto los auriculares para distraerse y no llorar, pero esto no le estaba funcionado muy bien...

Gabriel terminaba su guardia, eran pasadas la una de la mañana y como habían acordado iba a pasar por el restaurant a sacarle los puntos a Renato, ya había pasado una semana desde su corte ...
No podía evitar estar entusiasmado por ver al chico a solas, aunque sabía que tenía novio, de alguna manera, el solo hecho de estar cerca de él le hacía bien...

Golpeó la puerta una vez, nadie le abrió, golpeo devuelta, sabía que había alguien por la luz tenue que se reflejaba bajo la misma así que después de 15 minutos sin respuestas, entró ...

Cuando la abrió jamás hubiese imaginado que se le podría romper tanto el corazón, ahí frente a sus ojos, sentado bajo la lampara tenue de la cocina y bajo un tendal de ollas que colgaban junto a la luz del techo, el joven hermoso y carismático que tanto le gustaba, ahora parecía un niño, casi tirado sobre la mesa tratando de escribir algo en un papel sin lograrlo, ya que seguía mojándolo con las lágrimas que caían rápido por sus mejillas y trataba de limpiar con la manga de su campera fina de hilo negro ...
Debatió unos instantes parado en la puerta si debería ir corriendo a abrazarlo, sintió la necesidad de hacerlo, no sabía que le pasaba, pero no quería verlo llorar.

Opto por acercarse despacio para que pudiera sentir su presencia y no asustarlo, coloco una mano sobre la mesada y el chico levanto lo vista sorprendido, este se había olvidado por un momento, hundido en su tristeza, que hoy lo volvería a ver ...

-Renato, que pasa? ¿estás bien? - dijo Gabriel mientras se acercaba más.

Renato quitaba sus auriculares y secaba sus lágrimas, recordó inmediatamente el abrazo que tanto anhelaba la noche anterior ...

-No- solo pudo decir mientras movía su cabeza en forma de negación, formando casi un puchero con sus labios y volvía a derrumbarse en lagrimas

-Ei tranquilo, no estás solo – decía Gabriel tomándolo desesperadamente entre sus brazos, necesitaba protegerlo de lo que sea que lo estaba lastimando

Así estuvieron un par de minutos, abrazados, Renato sentado en la banqueta, con sus brazos alrededor de la cintura de Gabriel y con su cabeza apoyada en su torso a la altura de su corazón, el mayor estaba parado, tenía una mano en la nuca del menor y con la otra acariciaba su espalda muy suave como si el otro se fuese a romper ... estoy acá, no llores, por favor - dijo dulcemente ...

Cuando escucho que los sollozos cesaron, se separó lentamente y se sentó en la baqueta de la esquina junto a él ...

-mejor? Le pregunto Gabriel acariciando su hombro – Renato asintió - ¿Queres hablar?

Anatomia de un chefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora