Cuidados

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Renato estaba esperando en su habitación de la clínica que el medico fuera a darle el alta, ya estaba cambiado y acompañado de su mamá. Gabriel había vuelto a su departamento para buscar ropa y desconectar las cosas, prácticamente se iba a instalar en el departamento de Renato por las siguientes dos semanas.

-Hijo estas bien – pregunto la mamá de tato

-sí, por? -

-estas muy pensativo, no me quiero meter, pero estuvieron algo tensas las cosas con Gabi, ¿no?

-Si, puede ser, estos dos días acá fueron raros, estuvo a mi lado, pero puedo verlo en sus ojos, hay algo que no me dice

-Bueno, mi tato, pero acá quizás no es lugar, ahora cuando estén solos van a poder hablar tranquilos

-lo sé, solo no quiero que se aleje y se encierre en sí mismo

-te entiendo, tu papá era si, ese hombre era terco como una mula, pero el amor siempre gana hijo, y ustedes se aman como a nadie más, así que tranqui

-Gracias ma

*

Gabriel estaba en su departamento aprontando el bolso, agarraba ropa interior unas remeras viejas que usaba para dormir, sus típicas bermudas de boca, ropa de entre casa, la chaquetilla, sus papeles de trabajo, cuando menos pensó tenía un bolso repleto de cosas. Fue hasta la cocina, se había acordado que quedaban cosas que eran de Renato y ahora probablemente las necesitaran en su dto., recorrió con la vista el lugar, cargo todo en una bolsa de tela y cuando estaba yendo al living recordó la noche de la pelea, pero en especial esa última parte...

***

-Ey- dijo Renato tomándolo del mentón para que lo mirara- te amo

-yo también – respondió Gabriel, pero volvió a mirar al piso mientras pasaba su mano por la nuca

-no me lo estás diciendo enserio –dijo Renato un poco dolido

-no quiero pelear con vos, ya está, mañana hablamos

-Me parece una estupidez que te enojes por esta pavada y el que no me puedas mirar a los ojos significa que sabes que te estas equivocando. - te amo y quiero estar con vos toda mi vida, eso es lo único que debería importarte...

***

Soy un pelotudo- pensó - Renato podía ser seis años más chico y, conocerlo hacia solo diez meses, pero tenía una madurez que lo sorprendía todos los días, había aprendido a leerlo como lo palma de su mano y eso era algo que nadie nunca pudo hacer, y a pesar de que él era el terco, Renato nunca se enojaba, y el no entendía porque, y era porque simplemente lo comprendía, lo interpretaba y lo esperaba..
Siempre lo esperaba, a que se calmara a que procesara sus sentimientos sin importarle lo que le llevara, y el cómo un boludo calentón no se daba cuenta, pero en estos dos días lo hizo, él pensaba que su novio se podría haber enojado o aun sentirse lastimado por aquella última conversación y que nunca lo perdonaría, pero cuando se despertó en la clínica solo lo acarició y miró con tanto amor como era posible, con ese brillito especial en los ojos, Renato esperaba verlo ahí, ser Gabriel el primero en tener al lado cuando despertara y mayor pensó que él también quería verlo cada mañana al despertar, ese chico era el amor de su vida...

*

Gabriel volvió a la clínica, cuando estaba yendo a la habitación se encontró con Fer, el medico de Renato y entraron juntos a la habitación

Anatomia de un chefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora