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"A menudo en los más oscuros cielos es donde vemos las estrellas más brillantes."

Richard Evans

La tenue luz era lo único que mantenía despiertas las esperanzas.

Las atablonadas ventanas, la puerta cerrada con llave y aquella almohada junto a las mantas que hacían de cama.

Acurrucado en una esquina sonreía levemente.

Soy feliz.

Repetía.

Soy feliz.

Susurraba.

Soy feliz.

Trataba de convencerse.

Soy feliz.

Su voz cada vez más silenciosa.

Soy feliz...

Cerró sus ojos y el fuerte sonido de la puerta lo enderezó.

Aquella mujer con sus llaves le abría la puerta a los Alfas y cerraba tras ellos, sus sonrientes rostros y sus grandes manos se acercaban...

Esperanzas.















¿Terminaste tus quehaceres?

Pregunto la vieja mujer tomando de aquella taza adornada.

Si mi señora.

Afirmó con la mirada baja y el rostro inclinado mirando los zapatos de aquella mujer.

¿Qué hay de tus deberes?

Si mi señora.

Los suaves toques en la puerta interrumpieron.

Adelante.

Mi señora.La joven Omega hizo una reverencia y se acercó para proceder a hablar. Han llegado, las Omegas están en sus habitaciones arreglándose.

¿Tan pronto? Se levantó de su asiento para caminar hasta ella. Ve a prepararte también, yo los atenderé.

Con permiso.

Nuevamente solos, volteo a observar al menor.

Ve a tu cuarto.

Con permiso.

Una reverencia y con la mirada baja salió corriendo a la habitación que le correspondía, aquella dueña de sus horrores.

Siempre obediente ingreso y cerró la puerta suavemente, paso a sentarse en el suelo y suspiro.

Nuevamente los sonidos producidos en los pisos inferiores se escuchaban. Miro al techo y junto sus manos pegando éstas a su pecho.

Por favor, mamá, si me escuchas, si me quisiste... Por favor, sácame de aquí y consigue a mi pareja, por favor... Te lo suplico, yo también quiero saber que se siente... Amar.

Temblando levemente, suspiró y pestañeo repetidas veces alejando las lágrimas, sonrió y un fuerte ruido le hizo temblar de miedo. Se levanto y levemente abrió la puerta para observar, nadie la había cerrado esta vez.

Eso era raro.

Se levanto y cuidadosamente se acerco para caminar levemente y con cuidado para asomarse por las escaleras y observar la planta baja, un Alfa furioso gruñía y unas Omega en el suelo llorando. Su miedo se incremento y el Alfa pareció notarlo.

¿Dónde esta?

Gruño, sus manos se aferraron a la madera y mordió sus labios.

¿Dónde está quién?

Preguntó la mujer.

¡Usted tiene...!

Le recomiendo no levante la voz. Hablo la mujer de forma imponente, ambos enfrentándose. Si lo que usted busca no esta aquí entonces puede largarse, pero no permitiré que siga faltando el respeto a mis Omegas.

Lo siguiente que escucho fue el sonido de la puerta siendo cerrada bruscamente, los cristales sonaron y los ventanales temblaron.

Trae a Alan.

Una de las Omega por allí asintió y camino hasta las escaleras, el pequeño Alfa salio corriendo al escuchar su nombre pero en lugar de ir a su "habitación" corrió en dirección opuesta.

"Tonto, tonto, ¿Qué haces? Si se dan cuenta será peor, mucho peor" se repetía.

¡Mi señora, Alan desapareció!

"Corre por tu vida, es ahora o nunca"

Corrió para ingresar a la habitación de la matriarca de la casa y cerró la puerta cuidadosamente, corrió bajo la gran cama y se forzó a abrir la pequeña puerta que descubría una escalera.

¡Busquen a Alan, quiero que lo encuentren, él no debe escapar de esta casa!

Paso sus piernas con cuidado bajandolas primero y luego empezó a descender con cuidado, tratando de no golpearse cuando la puerta fue abierta abruptamente.

Tapó su boca para no chillar del miedo y trato de relajarse para ocultar su (aún) tenue olor.

Avisame cuando lo encuentren, iré a preparar eso.

Si mi señora.

Sin importar más siguió bajando, dejando todo en el desastre, busco llegar al frío y húmedo sótano y no paro hasta que sus pies se mojaron, el agua llego hasta por debajo de sus rodillas. Tembló y con sus manos tanteo en la oscuridad plena buscando una pared.

¿Como conocía esto?

Fácil, había observado como aquella mujer se lo enseñaba a sus niñas favoritas.

Recordó que ella comento que encontraría una palanca de la cual sostenerse para subir los escalones, haciendo eso, se topo con una puerta de metal que tenía una extensión giratoria, tomando fuerzas logro abrirla y observo allí... El verde del pasto, lo piso por primera vez y se sorprendió por el tacto, pero al escuchar ruido dentro supo que habían descubierto por donde escapo, corrió fuertemente tratando de esconderse entre los árboles, pero aun así, siguió corriendo, fuertemente, no debía detenerse, estaba seguro, debía correr tan fuerte como pudiera.

Sus pies descalzos lograban lastimarse con las astillas escondidas entre el pasto, las ramitas y piedritas, pero cuando el deseo y la esperanza es mayor nada de eso importa, Alan lo sabía y se encontraba alegre, su pecho palpita y fuertemente y una sonrisa grande brillaba en su rostro.

No más golpes.

No más dolor.

No más Alfas que le dañen.

No más Omegas que le denigren.

No más sufrimiento.

Al fin era libre.

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora