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"Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición."

François de La Rochefoucauld.

Vómito.

Se había alejado del pequeño niño sólo para vómitar. Asqueado de si mismo. Necesitaba encontrar unas pastillas para evitar el embarazo pero no sabía dónde encontrarlas. Tenía mucho miedo.

Trató de obligarse a dejar de producirse el vómito para recomponerse y caminar al niño, no quería asustarlo.

Pero las probabilidades de embarazo luego de haber sido anudado eran demasiado altas.

—Todo estará bien, ¿Si? Sé que estas asustado pero...

Y mucho ruido se escucho.

Cuidadosamente observo por los alrededores hasta encontrarse con los doctores... Los habían descubierto.

Maldita sea.

—Súbete.

Se transformó en lobo para dejar que el niño subiera.

Se tambaleó un poco. No tenía muchas fuerzas pero esperaban y fueran suficientes.

Comenzó a correr tan rápido como podía para alejarse del lugar, no tenían donde ir y no conocía mucho. Lo mejor era mantenerse dentro de los límites. Muy dentro.

Sentía el aroma de los Alfas acercarse, decidió internarse en el bosque pero no había mucho.

Corrió hasta una pila de árboles derribados, el niño se sujetaba cada vez más fuerte... Estaba asustado.

Bajo al niño y corrió a la pila de árboles logrando meterse entre los huecos, logrando así, uno más grande. Sintió sangre salir... Se había lastimado con las ramas.

Observo que había una cueva y a su vez, ésta era el hogar de una familia de conejos...

Lo siento.

Pensó antes de acabar con todos ellos. Necesitaban comida también, no sabía cuánto tiempo estarían allí.

Cabo más profundo con sus patas escondiendo los cuerpos y se transformó luego de haber cavado muy rápido.

—Kyle, entra.

El niño obedeció rápidamente y escucharon más ruido.

Sam se transformó dejando ver su espalda únicamente, cubriendo al niño de la entrada de la pequeña cueva.

Los Alfas no notaron su presencia.

Eso fue suerte. Aunque se mantuvieron allí por largo rato.

—¿Qué edad tienes?

El niño le mostró cuatro dedos acurrucandose aún más en el mayor.

Sam supuso que el niño sentía que era un Omega y por ello buscaba calor como si de su madre se tratase. Sam no tenía el interés de ser su remplazo pero estaba tan cansado que no se lo impedía.

La mirada del niño fue suficiente para entenderlo.

—Tengo 17.

El niño miró sus dedos por un largo rato rindiendose luego. Supuso que era un número muy grande para él.

—¿Tienes idea sobre alguna familia tuya?

El niño lo miró y luego se apoyo sobre él, escondiendo su rostro en su pecho.

Al parecer el único familiar era el hermano en el hospital. Se sintió un poco mal por el niño pero no volvería por él.

Esa noche, durmieron en la pequeña cueva.

El día siguiente se alimentaron del conejo, claro que el niño lloró largo rato, pero era lo único que tenían para alimentarse.

—Buscaré algún lugar más seguro, ¿Si? Quédate aquí.

El niño pareció entender, así que se fue.

Camino por largo rato. Buscaba juntar cualquier cosa que pareciera servir. Aunque debía admitir que no había mucho.

Pero no esperaba encontrarse con eso.

—¡Alan!

Rápidamente corrió a él pero para su sorpresa... Él Alfa no parecía feliz de verlo.

—¿Qué estas haciendo aquí?

—¿Qué, qué hago? ¿Y lo preguntas? Vine por ti.

—No, no es posible.

—¿No es posible? ¿Qué te...?

—Vete, tú no me quieres y solo me utilizaste para ayudarte a sobrevivir. Solo vete.

—¿Qué demonios dices? ¡Sabes que no te utilice!

—¡Si lo hacías! ¡Déjame, tengo una familia ahora. Ellos realmente me quieren y no me harán lo que tú!

—Alan...

—Ya basta Sam. Tú no sabes lo que pase y lo que sucedió, tu estabas en la ciudad y no te intereso lo que me sucedía.

La irá creció en el Omega.

Ese Alfa era igual que todos.

—¿No lo sé? ¿Olvidas quién estuvo allí para ti salvando tu trasero cuando no sabías absolutamente nada del mundo real? —Su irá era como una mecha de bomba y ya se había consumido. Más aún que había dejado a Alan callado. —¡Tú no sabes que sucedió! Siento que hayas tenido que estar unos días secuestrado pero no puedes culparme.

—¿Sabes acaso lo que es que te secuestren? ¡Eso no ha sido fácil para mí, no sabes lo que he tenido que pasar!

—¡Tú no sabes lo que he tenido que pasar, haz encontrado a una familia que ahora te quiere pero haz olvidado a quien te ayudo cuando no tenías a nadie, no sabes todo lo que hice para llegar hasta aquí, realmente no puedo creer que haya salido de la ciudad, asesinado a un hombre e incluso ser violado para llegar a por ti! ¿¡Crees que la has pasado mal!? ¡Al menos tu tienes donde ir, felicidades por tu nuevo hogar Alan!

Con lágrimas en los ojos corrió lejos de él.

Ya era tarde para que Alan pudiese reaccionar siquiera, Sam se había ido y aunque gritaste su nombre y tratase de correr tras él no logró alcanzarlo.

Sam se había ido.

—¡Alan!

Su padre estaba tras él en poco tiempo, llamándolo para que fueran a la casa. Claramente él no escucho la conversación.

Solo logró envolverse en un abrazo e irse con él.

Sam se sentía roto y traicionado. El dolor crecía en su pecho de una forma que no recordaba.

Pero pronto tuvo que parar, se sentía mareado y cayó al suelo sin remedio.

Las lágrimas cayeron de su rostro.

Había perdido al Alfa.

Estaba seguro de que estaba embarazado.

Estaba solo.

Tenía que cuidar a un niño.

Las cosas lo estaban sobrepasando.

Todo eso era demasiado para él.

Comenzó a temblar.

¿Cómo ser fuerte cuando la vida le había dado la espalda?

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora