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"Somos producto de nuestro pasado, pero no tenemos que ser su prisionero"

Rick Warren.

Nací siendo un accidente.

Mi madre era una prostituta.
Desde que era niña sus padres tenían una mala vida, arrastrándola a ella también.

Pronto se encontró vendiendo su cuerpo en las calles, ganando dinero que la sustentaba.

Sus padres desaparecieron a sus catorce años, así que ella se crió sola.

Hasta que se cruzo con mi padre.
Ese maldito día.

Mi padre era un Alfa que solo quería calmar sus celos con cualquier mujer que se cruzará sin compromiso alguno.

Provenía de una familia prestigiosa o eso dijo mi madre al ver como se vestía esa noche.

Dijo que le dio gran suma de dinero para pasar tres días con él y ella accedió.

También habló de que fue el mejor hombre con el que se había acostado alguna vez, produciendole múltiples orgasmos que jamás olvidaría.

Jamás tuvo filtro al hablar, por eso, fue normal para mí que lo dijera.

Él la embarazo, y nunca se volvieron a ver luego de esa noche de pasión.

Para cuando se dio cuenta de que estaba embarazada era tarde para abortar. Todo intento fue en vano.

Mi madre me odio desde el primer momento.

No la culpo.

La única vida que conoció fue mala.

Ella no tenía la paciencia necesaria para criar a un bebé, pero vaya que me sirvió muchas de sus palabras.

Vivir en un ambiente agresivo y lleno de drogas, alcohol, cigarro, sexo y demás hicieron que me supiera defender desde el primer momento en el que aprendí a hablar.

Mi primera palabra fue perra, ¿De dónde la aprendí? Fácil, de todos los hombres que se la cogian en la habitación estando presente en la casa.

Sin embargo, mi madre era hermosa, tenía una belleza física inigualable, su cabello suave, largo y castaño, sus grandes ojos oscuros y su piel sedosa. Su sonrisa, que por más sarcástica que fuera era preciosa, esa que pocas veces aparecía, era las típicas sonrisas que si miras te obligan a sonreír.

Sin embargo, toda belleza se opacaba con su sucia boca.

Maldito gusano, si no comes juro que meteré una polla entera en tu boca a ver si aprendes.

Claro que estaba acostumbrada a ser algo demandante.

Pero no pude mantenerme mucho tiempo más en la casa, pronto me encontré envuelto en el negocio de la prostitución.

Nunca estudie, por lo que todo lo que aprendí fue viendo.

Mi madre se llevaba todo el dinero para pagar nuestro hogar, y no me molestaba ayudarla. Sin embargo, nunca me gustó ofrecer mi cuerpo. Las personas eran pervertidas y me miraban con ojos asquerosamente lujuriosos. Tenían fetiches tan extraños que tenía que cumplir.

Todo fuera por ver su sonrisa.

Como cualquier niño, siempre quise el amor de una madre.
Pero ella estaba muy ocupada para dármelo.

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora