•{11}•

1K 131 14
                                    

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene:

•Prostitución.
•Lenguaje vulgar.
•Narración "explícita."

Si no toleras este contenido abstente de comentar y espera una próxima actualización.

Si en cambio toleras este contenido te invito a leer.

Lo sucedido a continuación es parte de la historia por lo tanto no insulten ni denuncien.

No tiene advertencia de edad puesto que leerán tenga la edad correcta o no (siendo que tampoco soy mayor de edad para escribirlo ni leerlo pero estoy aquí y ya).

Gracias por su atención.

§•§•§•§•§•§•§•§•§•§•§•

“Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal.”

Friedrich Nietzsche.


Ya vestido con la ropa que el menor había robado, camino por las frías calles nocturnas de la pequeña ciudad.

En su cabeza sólo había una cosa.

Recuperar a Alan.

Recuperar a su Alfa.

No sabía como lo haría.

Él no tenía absolutamente nada consigo más que la mochila y algo de comida junto a bastante dinero.

Pero no podía darse el lujo de gastar ese dinero.

Robar le sería una dificultad muy grande ahora.

De tal modo, lo único en lo que le quedó pensar fue, una forma de buscarlos.

Tenía el olor grabado, por lo que podría seguirlos con ello pero no todo era tan fácil.

No sabía que es lo que le esperaba por ir allí. Así que simplemente tenía que buscar una forma de poder hacerlo, fuera la que fuera.

No podía hablar con la policía, ellos jamás lo habían ayudado.

Mordió su lengua con rabia.

Comenzó a caminar hasta la salida de la ciudad, sabía que luego de eso no había una verdadera vuelta atrás.

Él no tenía nada. Nunca lo había tenido, pero ahora le dolía más que antes. Mucho más.

Camino con tranquilidad. La noche había caído abruptamente y tenía un plan a ejecutar.

Camino hasta aquella calle tan conocida para él, donde las personas aún conducían.

Se estaba arriesgando demasiado.

Pero valía la pena.

Tomo aire y escondido tras unos cubículos públicos se cambió, guardo la ropa en su mochila y se vistió lo más provocativo posible.

Salió con la mochila al hombro.

Él se había prometido no volver a hacer aquello…

Camino hasta cerca de la calle y observo a los automóviles pasar.

Hasta que uno paro.

El hombre se acerco a la ventanilla.

Las náuseas crecieron en su estómago amenazando con subirse a su garganta.

Ya no había vuelta atrás.

Se asomó para sonreír coquetamente.

—¿En qué puedo ayudarte?

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora