•{17}•

962 136 28
                                    

ADVERTENCIA: Este capítulo contiene:

•Violación.
•Lenguaje vulgar.
•Narración "explícita."

Si no toleras este contenido abstente de comentar y espera una próxima actualización.

Si en cambio toleras este contenido te invito a leer.

Lo sucedido a continuación es parte de la historia por lo tanto no insulten ni denuncien.

No tiene advertencia de edad puesto que leerán tenga la edad correcta o no (siendo que tampoco soy mayor de edad para escribirlo ni leerlo pero estoy aquí y ya).

Gracias por su atención.

§•§•§•§•§•§•§•§•§•§•§•

"La violencia no es sólo matar al otro. Hay violencia cuando uno emplea una palabra agresiva, cuando hace un gesto de desprecio a una persona, cuando obedece porque tiene miedo."

Jiddu Kirshnamurti.

Ah... Ah... Maldición.

Mascullo apretando los dientes.

Sus dedos se encontraban blancos por la presión impuesta al tratar de sostenerse de aquellas superficies.

Sentía la respiración caliente y agitada en su oído.

Asco.

Sentía asco de lo que estaba haciendo.

Las embestidas aumentaban gradualmente y podía sentir perfectamente el contacto de ambas pieles.

Escuchaba perfectamente el chasquido de sus pieles, era lo único que se escuchaba en el pequeño cuarto de limpieza.

Finalmente el doctor había cogido su culo.

Ni siquiera se había molestado en quitarle su bata, le molestaba el contacto de esa tela junto a su piel.

Mordía sus labios con fuerza tratando no dejar escapar ruido alguno. El doctor había clavado sus dedos en su cintura empujando aún más fuerte. Su ano se apretaba al rededor del gran pene cada que este volvía a ingresar.

Chillaba cada que el Alfa tenía el descaro de reducir la velocidad y luego aumentarla en segundos.

Sintió la húmeda lengua subir desde su mandíbula hasta su lóbulo, el cual mordió levemente sacándole unas maldiciones.

Tienes un muy buen culo, no dudo que hayas sido una buena perra en las calles.

Azotó su nalga derecha sacándole un sobresalto.

En otras circunstancias no se habría quedado callado.

Tenía miedo, podía sentir los colmillos del Alfa rozar contra su cuello y hombros. No podía permitirse una marca.

¡Ah!

El muy idiota había golpeado su próstata. Y no dudo en abusar de ella.

Sus piernas comenzaron a temblar, y un conocido calor comenzó a incrementarse desde aquella zona.

Podía sentir como el doctor temblaba sobre su cuerpo.

Hasta que se corrió.

Su asqueroso semen llenando su ano.

¡Ah!

Y el miedo comenzó.

El Alfa lo había anudado.

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora