•{03}•

1.4K 191 25
                                    

“Lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlo.”

Peter Bamm.

La noche podía parecer aterradora en medio de la nada junto a árboles que dejan caer sus ramas verdes, aun más si se mantenía solo y con frío. A veces ser feliz no basta simplemente.

Su cuerpo dolía levemente por la mala posición al dormir. Cuando despertó se encontró en total soledad, aquel chico Omega que había conocido en la noche de ayer le había abandonado sin dejar rastro. Lentamente salió de donde se encontraba para moverse fuera, entristecido comenzó a caminar, debía encontrar algo de comer si no quería morir de hambre.

Apretaba sus manos al rededor de su pecho sintiendo dolor en su corazón. Él había sido engañado por una apariencia. Sin embargo se sentía bien en el sentido de no haber sido robado de sus pocas pertenencias o abusado brutalmente.

—¿A dónde demonios vas?

Volteo asustado observando como detrás de él se encontraba el Omega de ayer, vestido y arrastrando un animal muerto. Tapo su boca conteniendo aracadas.

—Te hice una pregunta idiota.

Su gruñido lo hizo temblar. Buscando componerse se incorporó y hablo suavemente.

—Yo…. Buscaba algo de comer.

—Aquí tienes.— Arrojó el pobre animal a sus pies y él vómito. —¡Mocoso inútil!— Acercándose a paso rápido y evaluó la situación. Él no comería algo vomitado. —Ahora tú deberás encontrar que comer.

De ese modo caminaron buscando que hacer.

—¿Cómo... Cómo te llamas?

El Omega lo ignoró.

—Por favor.

—Cállate.

—Pero…

—¡Cállate maldita sea, no quiero escucharte, haces todo mal, debí haberme largado y dejarte allí por tu cuenta!

Bajo la mirada, no era suficiente para hacer nada, se sentía inútil.

Dejó de caminar dejando que aquel Omega seguir, él no parecía percatarse de su ausencia y aunque las lágrimas bajaron de sus ojos en un encuentro con en suelo no siguió.

—¿Quién demonios te dió el permiso de parar?

—Yo… No puedo seguir con usted, no es…

Cuando menos se dió cuenta estaba en el suelo siendo retenido por el Omega sobre él.

—Escucha inútil, eres un un error de la naturaleza, me molesta tu presencia, me molesta tu voz, me molesta tu mirada, me molesta todo de ti, te odio, me das asco, me das repugnancia, solo con verte me dan ganas de cortarme las venas, hasta el excremento sirve más que tú.

—¡E-Entonces déjeme ir!

Comenzó a llorar tratando de salirse de aquella situación.

—Si te dejo ir morirás.

—¡Si te doy asco no te importa si me muero!

—¡Si te mueres lo haré también!

—¡No es cierto!

—¡Una vez que nos conocimos ya no hay vuelta atrás y eres un maldito inútil, eres un error!

Las lágrimas seguían bajando de sus ojos, el dolor de las palabras golpeaba fuerte en su pecho mientras internamente se preguntaba "¿Por qué me haz dado a alguien tan cruel mamá? ¿Qué es lo que he hecho mal?"

El Omega se levantó quitando su peso del Alfa, arreglo sus ropas y lo miro por encima del hombro.

—Muévete inútil, necesitamos buscar algo de comer.

—¡Yo no sé hacer eso!

—¡Pues aprenderás a la fuerza porque nadie te dará un maldito céntimo si no haces nada por ello!

Tomando su brazo bruscamente lo arrastró consigo para ir a buscar algo que comer. Llegaron a la calle saliendo del bosque y luego lo empujó al suelo.

—Ve y empieza a mendigar por algo de comida o dinero en lo que busco un nuevo lugar donde dormir.

—P-Pero aún es temprano.

—Y cuando llegue la noche no habrá tiempo de buscar donde dormir, volveré por ti más tarde. NO te alejes demasiado del lugar ¿Entendido?

De ese modo se separaron.

—Aún no sé tu nombre.

Se susurró para sí mismo antes de levantarse y caminar por las calles en busca de algo que comer. Un dolor en su pecho se instalo al caer en cuenta que estaba solo y en la gran probabilidad de que el chico no vuelva por él. Estaría jodido si eso pasaba.

Las personas lo observaban con asco o con superioridad. Un niño vagando por las calles, ellos no se preocuparían por ayudarlo, a penas si logro conseguir algunas monedas que sabía él, no servirían para nada.

—Mamá, si me escuchas, ayúdame, te lo imploro, necesito tu ayuda para servir de algo. Necesito servir de algo para ayudar a mi nuevo amigo. Por favor mamá.

Juntando sus manos hablaba suavemente al cielo pidiendo ayuda a su madre en aquello que necesitaba. Le hablaba siempre que necesitaba ayuda, siempre que se sentía herido, siempre que se sentía solo, porque sabía que en algún lado ella lo escucharía y ayudaría.

—Dame una señal… Por favor, ayúdame.

Y volteando observo a un callejón…

Él podría hacer eso.

Ellas estaban recibiendo dinero por lo que hacían.

Él sabía hacer eso.

Su madre le había dado una señal.

Él iba a ayudar.

Puede que no lo sabía en ese momento pero estaba dispuesto a hacerlo...

Él iba a prostituirse por un propósito…

Hacer feliz a ese chico.

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora