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“Tu pasado puede no haber sido muy feliz, pero eso no te convierte en quien eres”

Kung Fu Panda 2.


—¡Maldita seas, cacharro inservible, ojalá te pudras en el maldito infierno!

Dio una última patada al automóvil el cual, ya no avanzaba.

Se había quedado sin combustible, por lo tanto, se encontraba varado en medio de la carretera. No había absolutamente nada cerca.

A este punto se encontraba hasta perdido, no habían muchas opciones de lo que podía o no hacer pero debía saber escoger lo que era mejor.

Tomo su mochila con cansancio y analizo lo que había dentro, algo de comida y un cambio de ropa... Suspiró y se la llevo al hombro, solo le quedaría caminar hasta ver que sucedía.

Mientras caminaba, pensaba seriamente en las consecuencias de matar un hombre. Probablemente la policía ya estuviera enterada por lo que tenía que apresurarse a esconderse en algún lugar. Si bien, no muchas personas salían de la ciudad para viajar a otra, habían, y ellas podrían haber llamado rápidamente.

El olor de su Alfa ya se había perdido, por lo tanto, sólo le quedaba tratar de encontrar alguna pista, lo único que lo motivaba a seguir era la posibilidad de que siguiese con vida.

El cansancio lo invadía poco a poco pero se negaba a descansar. Lo único que quería era reencontrarse con Alan, era lo único.

No importa cuanto tardara, no se rendirá.

No perdería lo único que tuvo alguna vez.

La noche comenzaba a caer sobre él y eso comenzaba a asustarlo. Estaba exhausto, su cuerpo dolía y sus párpados se cerraban solos.

A penas si podía mantenerse en pie por el cansancio, tanto silencio lo estaba durmiendo y ya no tenía voz para hablar consigo mismo.

Hasta que algo llamó su atención.

A lo lejos, pudo ver como unas luces comenzaban a hacerse fuertes, indicando que se acercaba un automóvil, pero noto las de arriba también, azules y rojas... La policía.

Mordió su labio antes de buscar rápidamente en su mochila aquel albornoz de seda, arrojo la mochila lo más lejos que pudo y luego se transformó para llegar al borde de la carretera donde mantuvo escondido bajo si el albornoz y observo como se detuvo el automóvil. No se movió.

Dos hombres bajaron, tenían su típico uniforme y caminaban con precaución, analizaban el lugar, como si hubieran visto algo extraño.
No le sorprendería que lo hubieran notado vagamente.

Tomaron la mochila.

—No puede haber ido tan lejos sin un vehículo.

—¿Crees que haya tenido un cómplice? Tal vez alguien lo hubiera buscado, hoy en día todo el maldito mundo tiene un teléfono celular con el que llamar.

—Aún así, el asesino tiene que ser encontrado.

—Este lugar me está dando miedo, estamos en medio de la nada, será mejor que nos vayamos.

—No hay nada aquí...

—Un lobo.

—¿Un qu...?

—¡Un lobo, mira!

—¡Cállate!

—T-Tiene algo debajo.

Hijo de Omegas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora