“Tal vez yo no sepa dónde ir. Pero si pudiera una mañana abrir los ojos y ver los tuyos, sabría donde quedarme.”
Irela Perea.
Pequeñas gotas de agua comenzaron a caer en la pálida mejilla del pequeño Alfa. Despertandolo en segundos. Con dificultad se alejó del calor que le brindaba el Omega.
—Sam, Sam, Sammy.
Suavemente empujaba al lobo dormido junto a él. No lograba despertarlo. Comenzando a frustrarse por la repetición más seguida de caída de gotas comenzó a moverlo más bruscamente.
—¡S-Sam, despierta!
El nombrado despertó gruñendo.
—¡Está lloviendo, que hacemos!
Tomo el montón donde comida envuelto en el albornoz.
El Omega se transformó.
—Tenemos que buscar un refugio. Debe haber una cueva por aquí.
—¡Te dije que teníamos que buscar refugio antes!
—¡No es cierto, te hubiera escuchado!
—¡Mentira!
—¡Mejor camina!
Tomó fuertemente la muñeca del Alfa para arrastrarlo consigo hasta algún refugio. Debían apurarse. Antes de que la comida se estropeará.
Corrían a lo largo del río, Sam le explicó que como estaba comenzando a llover el río arrastraría más agua y podría ser peligroso para ellos estar muy cerca.
El cielo oscuro comenzaba a iluminarse por líneas que se separaban en algún punto.
Ellas solo asustaban más al pequeño Alfa.
—Aquí.
—¡Esto no está lejos del río!
—¡Pero podremos refugiarnos!
Alan tenía miedo, podía ver que tras el agua que caía hacia el río había una cueva, pero, tendrían que pasar por el costado, sobre esas resbaladizas rocas y finalmente entrar cuidadosamente o la fuerza del agua podría alejarlos demasiado del punto.
—No puedo, no puedo, tengo…
—Alan, mírame.— Sam tomo el rostro del Alfa con sus dos manos, obligándolo a que acatará sus órdenes. —No pasamos toda esta mierda para esto. Vamos a pasar por ese maldito raudal y nos quedaremos allí, ¿De acuerdo?
Asintió temeroso.
—Pasaré primero, luego, arrojarás la comida hacia mi, luego de que la atrape, pasarás tú.
Volvió a asentir para tomar la mano del Omega, este lo acercó hasta el borde, donde el pasto acababa y el barro nacía.
Soltó su mano, Alan tembló, sintiendo la necesidad de tomar su mano nuevamente.
Observo como el Omega, delicadamente se deslizaba pisando las piedras con cuidado. Observaba como se sostenía fuertemente de la pared de tierra, pasto y raíces a un lado.
Finalmente, saltó.
Alan cerró sus ojos fuertemente tapando con sus manos los mismos. Comenzó a temblar. Tenía miedo.
Imaginaba como el cuerpo del Omega había sido empujado y alejado de él.
—¡Alan!
Aquel grito lo descolocó.
¿Paso?
Levantó su rostro y lo observo, sacudía su mano sonriendo.
Menudo desgraciado.
Tapo su boca al pensar en eso.
Jamás podría haber salido eso de él. Jamás había hablado así.
Eso era culpa del Omega.
Definitivamente.
Tomo la bolsa entre sus manos y se acercó lo más posible hasta el borde, sintiendo sus pies humedecerse con el agua que subía y bajaba rápidamente.
Tomando todo el aire que podía arrojó la bolsa con todas sus fuerzas.
Y si, Sam tomo la mitad de la bolsa.
De no ser por sus rápidos reflejos, habrían perdido toda la comida.
Perdieron la mitad.
—¡Lo siento!
—¡No importa, pasa!
Sonrió… Sam no le gritó.
Se acerco al borde y puso el primer pie sobre la roca, sintió miedo.
—Tú puedes Alan, tú puedes.
Se sostuvo fuertemente de aquellas raíces salidas.
Lastimaron su mano.
Coloco el otro pie a un lado del otro.
—Voy a morir.
Dió un paso más. Nuevamente sintiendo miedo. Sujetándose fuerte.
El agua se levantaba golpeándolo suavemente haciéndole temblar.
Estaba perdiendo el equilibrio.
A medida que avanzaba sentía que resbalaría.
Y no se equivocó.
Sin embargo, no fue, más que arrastrado dentro de la cueva.
Sam lo había sujetado.
Y aunque al arrastrarlo haya raspado las piernas del pequeño Alfa, lo había salvado.
—¿Estás bien?
Asintió asustado y buscando protección se abrazo al Omega fuertemente, enterrando su rostro en el cuello de éste. Sintiendo su natural aroma, algo tan fresco y dulce que lo relajaba en instantes.
—Ya, ya acabo, todo estará bien.
Suavemente había correspondido, pasando su mano suavemente por la espalda del Alfa. Tranquilizandolo.
—Lo haz hecho bien.
Se alejó un poco para ver una pequeña sonrisa en la boca del Omega.
—¿Quieres comer?
El pequeño Alfa asintió. No tenía muchos ánimos para hablar. El Omega no lo cuestionó. Solo saco un par de bolsas de comida para tenderle una.
Ambos comieron en silencio. Junto al otro. Necesitaban algo de calor y mantenerse juntos era lo único que podían hacer.
Luego, el Omega volvió a transformarse como ya era común entre ellos, para que así, Alan pudiese dormir. Instantáneamente, así lo hizo.
Pero Sam se quedó despierto. Observaba a travez del agua que caía, la fría noche.
Tan solitaria.
Rió internamente.
¿Cuántas veces le había hecho compañía?
¿Cuántas veces le había pedido que cambiará su vida al cielo nocturno, que a diferencia de los cuentos, nunca hubo una sola estrella?
Su Alfa había cambiado la vida que llevaba. Para bien o para mal lo había hecho.
No era lo que esperaba.
No le molestaba tampoco.
Se sentía diferente.
Sin embargo.
Ahora...
Él pedía por ser digno de aquel Alfa tan puro.
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Hijo de Omegas.
Про оборотнейUn Alfa con pasado oscuro escapa de su hogar para parar los abusos. Sin saber nada de la vida huye... Corriendo por las calles buscando protección para escapar de su "familia" quienes lo quieren muerto. Un Omega agresivo por razones que la vida le a...
