Edmund entró a su casa a toda velocidad, tomando una fotografía de su padre, quien se encontraba en la guerra.
–¡Agáchate! –Llegó su hermano mayor, tirándolo al suelo.
Una gran explosión se oyó, pues una bomba había caído cerca de su casa. Peter tomó a Edmund de los hombros y los dos hermanos corrieron de vuelta al refugio.
Al llegar, Peter lo empujó y Edmund cayó al suelo, abrazando la fotografía que había rescatado de su padre.
–¿¡Qué creíste que estabas haciendo, Edmund!? –Le comenzó a gritar el mayor de los Pevensie.- ¡Sólo piensas en ti mismo! ¡Casi nos matas, eres un egoísta!
–¡Ed! –La mejor amiga de Lucy corrió hacia el azabache y lo abrazó, sin pensar en nada más.
–¿Por qué nunca haces lo que te dicen? –Peter continuó mirándolo mal.
El joven se quedó sin decir nada, simplemente miró mal a su hermano y dejó que los delicados brazos de la oji-verde lo rodearan. Él no quiso hacer nada malo, simplemente había querido llevarse una foto de su padre con ellos.
–___, –Comenzó a decir la madre de los Pevensie.- es muy peligroso que regreses a casa con todo esto de la guerra. Mañana temprano voy a llamar a tu madre y hablaré con ella para ver qué es lo que haremos, ¿De acuerdo?
La pequeña castaña asintió con nerviosismo y luego de unos minutos dejó de abrazar al azabache y se acercó a su mejor amiga. Ambas se abrazaron y se quedaron dormidas allí.
En la mañana siguiente, los cuatro Pevensie se encontraban en la estación de tren junto a su madre, ___ y la madre de ___.
La madre de ___ abrazó a su hija, quien estaba a punto de llorar, pero ella quería mostrarse fuerte, así que parpadeó para espantar las lágrimas.
–Hija, debes ser fuerte. –Dijo la madre de ___.- Estarás con tu mejor amiga Lucy. –Sonrió tristemente.- Y con sus hermanos. Te llevas muy bien con ellos, ¿Cierto?
–Son como mi otra familia. –Asintió ella, sonriendo débilmente.
–¿Lo ves? Vas a estar bien. –La abrazó y besó su frente.- Te quiero, mi niña.
–Te quiero, mamá. –La joven abrazó a su madre.
–___, –La madre de los Pevensie se acercó a ella y le dio un abrazo, mientras su madre se acercó a los Pevensie para despedirse.- Cuídate mucho, eres como una hija para mí... –La oji-verde asintió con una pequeña sonrisa.- Es hora... Váyanse. Los extrañaremos.
Los cinco jóvenes tomaron sus pequeñas valijas y comenzaron a caminar hacia el tren. La menor de los Pevensie soltó una lágrima y su mejor amiga le rodeó el cuello con un brazo.
–Todo estará bien, Lu.
–Es cierto, –Habló Peter, mirando a los cuatro.- debemos estar unidos.
Los cinco subieron al tren, el cual partió.
Luego de mucho tiempo de viaje, bajaron del tren en un lugar hermoso, era un campo, totalmente alejado de la ciudad.
Un carruaje jalado por dos hermosos caballos blancos llegó a recogerlos.
–¿Y sus pertenencias? –Fue lo primero que dijo la mujer del carruaje. Parecía gruñona a simple vista, pues vestía de una forma demasiado elegante para alguien que vivía en el campo.
–No tenemos. –Habló Peter.
–Esto es todo. –Continuó ___. Y los otros tres asintieron.
–Agradezco el favor. –Habló la mujer de forma arrogante.
Los cinco jóvenes subieron al carruaje, que los llevó hasta una gran mansión. Los cinco miraron impresionados el lugar y la mujer arrogante comenzó a hablar.
–El profesor no está acostumbrado a recibir niños en su casa. –Comenzó a decir.- Por lo tanto, hay reglas: No gritar, ni correr, no toquen ningún objeto y sobre todo está prohibido molestar al profesor.
Los cinco intercambiaron miradas, sabiendo lo que decían: Gruñona.
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Las Crónicas De Narnia: Edmund Pevensie Te Amo
Fanfiction___ Sidney, la mejor amiga de Lucy Pevensie, tenía una vida normal hasta que las guerras llegaron y se vio obligada a ir a una casa fuera de la ciudad por un tiempo junto a Lucy y a sus hermanos. ...