CAP 36: The plan

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–¿Ese es tu plan? –Gruñó el Q.A.- ¿¡Enviar a una pequeña niña a un bosque lleno de peligros... SOLA!?

–Solo eso nos queda... –Dijo el mayor de los Pevensie.

–Entonces voy contigo. –Le dijo a Lucy.

–No. –Ella negó.- Te necesitan aquí.

–___ puede ir con ella. –Habló Susan.

–Yo... –Comenzó a decir el príncipe Caspian.

–¿Qué opinas, ___? –Preguntó Lucy, interrumpiendo a Caspian y buscando con la mirada a su mejor amiga.

–¿___? –Peter la llamó, sin obtener respuesta.- Ed, ¿No estaba contigo?

–Creí que estaba con ustedes... –Dijo el azabache, claramente entrando en pánico.

–Ella... –Comenzó a decir Caspian.

–Tal vez esté...

–¿¡Quieren escucharme!? –Gritó Caspian, harto.- ¡Miraz la tiene!

–¿¡QUÉ!? –Gritaron todos los Pevensie en coro.

–¿¡Por qué no nos dijiste nada!? –Gritó Peter.

–¡Traté de decírtelo! –Gruñó el pelinegro.

–¡Basta! –Los calló Lucy.- ¡Tenemos que salvarla!

–Si me permiten, –Habló el príncipe.- Hay tradiciones que el rey debe cumplir. Hay una en particular que nos permitirá ganar tiempo, para que Lucy vaya en busca de Aslan, y esa misma es aplicable para recuperar a ___.

–Hay que hacerlo. –Asintió Peter.

Tiempo después, Edmund, junto a dos narnianos, se acercaron a la carpa de Miraz, donde, se encontraba él, con sus consejeros. A un costado, se encontraba ___, amarrada de pies y manos, y con una cinta adhesiva en la boca, impidiendo que hablara. Ed se enfureció al verla así, pero trató de concentrarse para poder leer la carta de Peter a Miraz.

–Y dice así. –Edmund abrió el pergamino y comenzó a leer.- "Yo, Peter. En el honor de Aslan, por elección y por conquista: Gran Rey de Narnia, señor de Cair Paravel y emperador de las islas solitarias. Con el fin de prevenir el abominable derramamiento de sangre y rehenes, me permito desafiar al usurpador Miraz a un combate cuerpo a cuerpo en el campo de batalla. Será un combate a muerte, y la recompensa será la rendición total." –Finalizó.- El Rey Peter exige que para dar lugar al combate, se deberá regresar a la Reina que secuestraron, con nosotros.

–Y dime, Príncipe Edmund... –Comenzó a decir Miraz.

–Rey. –Lo corrigió el azabache.- Sólo Rey. Peter es el gran rey.

–¿Por qué habría de aceptar el trato, cuando nuestras tropas los aplastarán para el anochecer?

–¿No está subestimando demasiado nuestro número? –Rió el joven.- Porque, hace una semana para ustedes... Los narnianos estaban extintos.

–Y eso se repetirá. –Gruñó.

–Entonces no tiene nada que temer.

–Esto no tiene nada que ver con la valentía. –Soltó una irónica carcajada.

–¿Es tan valiente, que rechaza combatir a un espadachín de la mitad de su edad? –Dijo Ed, con sarcasmo notorio.

–Nunca dije que no lo haría. –Dijo Miraz, serio. Desenvainó su espada.- Será mejor que le digas a tu hermano que afile su espada. Liberen a la chica. –Ordenó.

Los soldados cargaron a ___, haciendo que ésta se pusiera de pie. Rompieron las cuerdas que la mantenían presa y le arrancaron la cinta adhesiva de la boca. La empujaron contra el pecho de Ed, quien la rodeó con sus brazos.

–Llévatela. –Gruñó Miraz.- Como sea, todos acabarán muertos pronto.

Edmund asintió y caminó en silencio de regreso a su base, junto a los dos narnianos y ___. Nadie dijo nada en todo el camino, pues el aire estaba tenso.

Al llegar a la base, Edmund y ___ se quedaron mirándose en silencio. La oji-verde no soportó más y abrazó al azabache con fuerza. Al separarse, Ed acarició sus mejillas con sus manos y la miró a los ojos.

–¡Dios, ___ Sidney! –Bufó el azabache.- ¿Cómo haces para meterte en tantos problemas?

–Yo... –Comenzó a decir la castaña.

–Te amo, ___. –La interrumpió.- No soportaría que algo malo te pasase.

–Yo también te amo, Ed. –Sonrió, uniendo sus labios con los de él en un cálido beso.

Cof cof. –Una tos falsa hizo que ambos se separaran. Era Peter.- Lamento interrumpir tan romántico momento, pero necesito ayuda para prepararme. –Rió.- Y quiero abrazar a mi cuñadita hermana de otra madre que adora meterse en problemas.

–¡Peter! –Rió ___ y corrió a abrazar a su mejor amigo.- Vamos a prepararte. –Rió.

Las Crónicas De Narnia: Edmund Pevensie Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora