CAP 40: The Scrubb's

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Había pasado un año desde aquel día.

___ y Lucy se encontraban caminando, empacando sus cosas, ya que, la Guerra de Inglaterra aún no terminaba, si no, había empeorado.

Y ahora no les quedaba otra más que escapar de allí.

___, Lucy y Edmund irían a vivir con el primo de los Pevensie, un tal Eustace, por un tiempo, hasta que se calmen un poco las cosas en casa.

–Lu, ¿Quieres venir a ayudarme con esto? –Dijo ___ cargando difícilmente una gran caja. La oji-azul ayudó a su mejor amiga, y dejaron la caja en la camioneta.

–___, ¿Con dieciséis años, no puedes cargar una simple caja? –Rió Lucy, burlándose de su mejor amiga.

–Ja, ja. –Bufó.- Muy graciosa.

–¿Dónde está Edmund? –Preguntó, buscando a su hermano con la mirada.

–No lo sé. –Respondió ___, evitando la mirada azul de Lucy.

–¿Cuánto más vas a estar así? –La miró, seria.

–No lo sé, Lu. –Suspiró.- Ha pasado un año. Me duele ver a Ed. Además, ya nada es igual entre nosotros. Edmund se volvió más cortante conmigo, y creo que ya no le importo en lo absoluto, él me superó. –Lucy no dijo nada.

–Como sea, –Habló, luego de unos minutos.- Tenemos que irnos ya, hay que encontrarlo. Debe estar tratando de enlistarse para la guerra, otra vez.

–Bien. Vamos. –Suspiró.

Ambas ingresaron con cajas al lugar en el que se enlistan para la guerra, donde Edmund se encontraba a punto de enlistarse.

–¡Edmund! –Lo llamó Lucy.- ¿No ibas a ayudarme con las cosas? –Se quejó.

–¡Suerte para la próxima, niño! –Carcajeó un hombre de la fila. Edmund simplemente gruñó y caminó hacia las dos chicas.

–¿Enlistarte? –Dijo ___, sin poder evitar sentirse molesta.- ¿En serio, Ed? ¿En qué estabas pensando?

–No soy un niño. Él apenas era dos años mayor. –Gruñó Edmund.- ¡Soy un Rey! ¡He pelado en guerras! ¡He dirigido tropas!

–No en este mundo. –Le recordó su hermana menor.

–Sí. –Bufó.- Aquí, en cambio, tengo que combatir a Eustace Clarence Scrubb, si merece ese nombre.

–¡Aviones! –Exclamó ___.- ¡Vámonos ya!

Los tres subieron a la camioneta y partieron.

Tiempo después, los tres se encontraban en casa de los Scrubb, donde Eustace no se comportó de una manera muy amistosa con sus primos, ni con ___. A él no le agradaba ninguno de los tres en absoluto.

–¡Tía Alberta, Tío Harold! –Saludó Edmund a los señores Scrubb, igual que Lucy.

–¡Lucy, Edmund! ¡Cuánto han crecido! –Sonrió el hombre, abrazando a ambos.- Me imagino que tú eres ___ Sidney, ¿Cierto? –Miró a la castaña, ella asintió.- ¡Pasa, querida! Siéntete como en casa.

–Gracias, señor. –Sonrió ___.

–Oh, por favor. –Sonrió la señora Scrubb.- ¡Sin formalidades! Llámanos tíos, sería un honor.

–¡Eustace! –Exclamó el señor Scrubb, llamando a su hijo.

–Se viene la peor parte. –Susurró Edmund a la oji-verde.

–¿Sí, padre? –Se oyó una voz irritante, bajando las escaleras.

–¡Llegaron tus primos y su amiga! ¡Llévalos a sus habitaciones!

A regañadientes, su "querido primo" Eustace, los llevó a su habitación, en la que tendrían que vivir hasta que las cosas de la guerra se calmasen un poco en Finchley.

–Hola, Eustace. –Sonrió ___ al pequeño niño, mientras los Pevensie no le prestaban atención.

–¿Y tú eres...? –Preguntó el niño, mirando con asco y desagrado a la chica de ojos verdes.

–Oh, perdona. Lamento ser tan descortés. –Habló ella, intentando imitar el modo "refinado" de hablar del niño, para caerle bien.- Mi nombre es ___ Sidney. –Sonrió, extendiendo su mano amistosamente. Eustace dudó unos segundos, pero terminó estrechando la mano de la castaña.

–Eustace Clarence Scrubb. –Se presentó.- Al parecer, eres la más decente de los que están aquí. Me agradas.

–Igualmente. –Sonrió ella.

–¡___! –Exclamó Lucy.- ¿Quieres ayudarme?

–¡Voy! –Exclamó la oji-verde.- Un gusto conocerte, Eustace. Te veré después.

–Eso espero, ___. –Asintió el chico.

___ fue a ayudar a desempacar con los Pevensie, y al terminar, ambos la miraron con cara de bicho raro.

–¿Qué? –Rió ella.

–¿Qué estabas haciendo? –Preguntó Lucy.

–Hablaba con Eustace. –Se encogió de hombros.

–¿Qué? –Preguntó Edmund, confundido.

–Sólo necesita ser entendido. Es un niño.

–¡Es dos años menor que yo! –Dijo Lucy, seria.

–Lu, tú tienes catorce, él tiene...

–Casi doce. –Dijo Edmund.

–Eso. –Asintió ___.- Es sólo un niño. –Sonrió.

–Si tú lo dices. –Suspiró Lucy.


Las Crónicas De Narnia: Edmund Pevensie Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora