CAP 21: Cair Paravel

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El día de la coronación había llegado después de la sangrienta guerra que le devolvió la paz a Narnia. Las tres jóvenes lucían hermosos vestidos, y los dos varones, sus magníficos trajes. Cada uno se paró delante de un trono, y esperaron a que la ceremonia comenzase.

–En nombre del océano del oriente, les presento a la Reina Lucy, la valiente. –El Señor Tumnus le colocó una pequeña corona de plata a la pequeña Pevensie.- En nombre del gran bosque del occidente, el Rey Edmund, el justo. –El Señor Tumnus le colocó una corona de plata también.- En nombre de los vastos valles del note, la Reina ___, la guerrera. –Tumnus repitió su acción con ___, una corona de plata.- En nombre del radiante sol del sur, la Reina Susan, la benévola. –Tumnus le colocó una pequeña corona de oro.- Y en nombre del claro cielo del norte, les presento al Rey Peter, el magnífico.

Los cinco reyes se sentaron en sus tronos en el siguiente orden: ___, Edmund, Peter, Susan y Lucy.

–Una vez rey o reina de Narnia, –Dijo Aslan, continuando con la ceremonia.- Serán rey o reina siempre. Que su sabiduría nos guíe hasta que las estrellas caigan de los cielos.

–¡Larga vida al rey Peter! –Exclamaron todos los narnianos del salón.- ¡Larga vida a la reina Susan! ¡Larga vida a la reina ___! ¡Larga vida al rey Edmund! ¡Larga vida a la reina Lucy!

Los cinco se sonrieron, emocionados y luego inició la fiesta.

–¿Me permite este baile, mi reina? –Preguntó Edmund, acercándose a ___.

–Por supuesto, mi rey. –Sonrió la oji-verde, tomando la mano del muchacho.

***VARIOS AÑOS DESPUÉS***

Los cinco reyes se encontraban cabalgando tras un ciervo blanco, cuando el caballo de Edmund se detuvo. Al momento los otros cuatro pararon.

–¿Qué pasa, Ed? –Rió la Susan adulta.

–Descanso un momento. –Sonrió Edmund adulto.

–Ed, el ciervo blanco se está alejando. –Rió ___, mirando al azabache.

–¿Qué fue lo que habías dicho? –Preguntó Lucy, mirando a su hermano de una manera divertida.

–"Esperen en el castillo, yo solo iré por el ciervo." –Carcajeó Susan, imitando la voz de su hermano menor.

–Oigan... ¿Qué es eso? –Preguntó Peter, observando un farol viejo.

Todos bajaron de sus caballos y observaron un viejo farol, que le trajo muchos recuerdos a Lucy. Todos intercambiaron miradas excepto la menor, quien se quedó observando aquel viejo farol varios momentos.

–No puede ser... –Dijo ella, entre balbuceos.

Lucy salió corriendo hacia los árboles, siendo perseguida por sus hermanos y su mejor amiga. Avanzaron quejándose de las espinas de los pinos, y avanzaron hasta caer fuera del armario, tal y como ingresaron por primera vez a Narnia.

Justo en ese momento, el Profesor ingresó en la habitación y vio a los cinco jóvenes caídos en el piso.

–Aquí están... –Dijo el Profesor.- ¿Qué hacían todos escondidos en el ropero?

–Si se lo contamos, jamás nos creería, señor. –Dijo Peter, riendo.

–Hay que ver. –Sonrió el hombre.

Varios días después, cuando las cosas en Finchley se habían alivianado, los cinco regresaron a su hogar.

La madre de ___ le había dado una noticia que la había abrumado, y, aunque no lo admitiera, la pequeña Sidney sufría por dentro.

Los Pevensie la invitaron a almorzar a su casa, uno de esos días, y, luego de la pequeña comida que compartieron juntos, Susan y Peter fueron de compras junto a la pequeña Lucy.

Edmund y ___ se quedaron sentados en el living de su pequeña casa, sonriendo y recordando pequeños momentos compartidos en Narnia.

Entonces la oji-verde recordó lo que su madre le había dicho, y ella sintió que tenía que contárselo a sus amigos Pevensie. Y, como no estaban, debía contárselo primero a Ed.

–Ed... –Comenzó a decir la castaña.- Hay algo que debo decirte.

–¿Qué cosa? –Sonrió el chico de ojos color chocolate.

–Yo... Yo... –La castaña bajó la mirada e intentó reprimir las lágrimas parpadeando repetidas veces, pero no lo logró y una pequeña lágrima se le escapó.- No puedo.

–¿Qué sucede, ___? –Preguntó el azabache, con preocupación. Muy pocas veces había visto llorar a ___.

–Yo... –Suspiró y se limpió las lágrimas con brusquedad.- Mi madre dijo que vivir aquí, en Finchley es muy peligroso por esto de la guerra. –Edmund la miró con preocupación y ella simplemente bajó la mirada.- Me enviarán a Brasil a vivir con unos primos, por un tiempo. –Esto último lo dijo en un hilo de voz.

–¿Q-qué? –Preguntó, sin poder creerlo.- ¿Por... cuánto tiempo?

–Un... año.

–Pero... –Se quedó paralizado. Al verla mal, trató de ser fuerte y sonreírle para demostrarle que todo iba a estar bien.- ___, no te pongas así. –Le dedicó una pequeña sonrisa.- No es un adiós. Además... Tenemos este pequeño momento.

–Sí... –Asintió la oji-verde, con un leve rubor rosa en las mejillas.

Sin notarlo, ambos se habían quedado observando los ojos del otro, y fueron acercándose hasta estar a menos de cinco centímetros de distancia, momento en que se abrió la puerta principal, causando que se separaran de golpe.

–¿Qué estaban haciendo ustedes dos? –Preguntó Peter, mirando pícaramente a los dos muchachos. Entonces se percató de la expresión de ___.- ¿___, estás bien?

–Yo... –Comenzó a decir la oji-verde.

–Ella... Se irá a vivir a Brasil, por un año.

–¿¡Qué!? –Lucy fue la primera en reaccionar.

Las Crónicas De Narnia: Edmund Pevensie Te AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora