Los cuatro viajeros caminaban por la nieve a terreno abierto junto a los dos castores, y el castor no paraba de quejarse de todo y de todos.
–¡Rápido, humanos! ¡Me hago viejo! –Se quejaba el animal
–Si se le ocurre decir eso de nuevo, me voy a tener que hacer un peludo sombrero de castor. –Dijo Peter con diversión, mientras cargaba a Lucy en su espalda como caballito.
–¡No! ¡Detrás! ¡Es ella!
Todos giraron y vieron un gran trineo acercándose a ellos a toda velocidad. Comenzaron a correr, escapando del trineo tan rápido como podían.
El castor los guió hasta una especie de cueva, en la que entró rápidamente junto a la castora.
–¡Rápido! ¡Entren! –Exclamó.
Todos entraron y se quedaron quietos y callados mientras oían el sonido de unas botas pasar por encima de la cueva. Luego se dejó de escuchar.
–Creo que ya se fue. –Susurró Peter.
–Iré a ver. –Dijo el castor, saliendo de la cueva.
Tos se quedaron quietos, expectantes. El castor no tardó mucho tiempo, ya que rápidamente regreso con una enorme sonrisa.
–¡No hay peligro, pueden salir! ¡Espero que se hayan portado bien porque hay alguien esperándolos!
Los cuatro salieron de la cueva y vieron a un hombre de barba larga, que salió de su gran trineo.
–Feliz navidad, señor. –Sonrió Lucy, mirando al señor.
–Sí que lo es, Lucy. Porque ustedes vinieron. –Sonrió.
–Oigan, –Se quejó Susan.- He soportado mucho desde que llegué, pero esto...
–Creímos que era la bruja. –Dijo Peter.
–Sí, lo siento. –Se disculpó el señor.- Pero en mi defensa debo decir que yo conducía estos antes que ella. –Sonrió.- En fin, creo que esto los ayudará. –El señor tomó un enorme saco de su trineo.
–¡Regalos! –Exclamó Lucy, emocionada.
El señor sacó una botella pequeña que contenía un líquido rojizo junto a una pequeña daga dentro de una especie de forro.
–El jugo de la flor de fuego. Solo una gota basta, para sanar cualquier herida. –Le entregó la botella a la menor de los Pevensie.- Y espero que jamás tengas que usar esto. –Le entregó la daga y la pequeña sonrió, asintiendo.
–Gracias, señor. Pero yo pienso que puedo ser muy valiente. –Dijo Lucy.
–Apuesto a que sí. –Le guiñó a la pequeña.
El señor asintió y buscó otra cosa en su saco. Sacó un arco y flechas dentro de un carjac, junto a una especie de cuerno. Se lo tendió a Susan, quien lo miró sorprendida.
–Susan, –Comenzó a explicar el señor.- Este arco nunca falla, si tienes confianza en él. Y donde quiera que estés, si tocas esto, –Le entregó el cuerno.- recibirás apoyo.
–Gracias, señor. –Asintió la mayor de las Pevensie.
–___... –Dijo él, mirando los verdes ojos de la joven.
–¿Sí? –Respondió la pequeña.
El señor buscó algo en su bolso, y de él sacó un...
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Las Crónicas De Narnia: Edmund Pevensie Te Amo
Fanfiction___ Sidney, la mejor amiga de Lucy Pevensie, tenía una vida normal hasta que las guerras llegaron y se vio obligada a ir a una casa fuera de la ciudad por un tiempo junto a Lucy y a sus hermanos. ...