14 Jamie

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Cuando la oscuridad creció, la biblioteca se quedó en sombras, Austin encendió las luces, y Ángela seguía dormida, Yo seguía con un libro en la mano, sin poder siquiera en leer una palabra. Tenía miedo, miedo de lo que estaría pasando afuera, miedo de escuchar gemidos y gruñidos afuera de la puerta.

Ángela despertó sobre saltada, y miró hacia todos lados, hasta que sus ojos se encontraron con los míos, seguía teniendo los ojos rojos de tanto llorar.

-         Hola – susurro tímidamente.

-         Hola – dije, dejando a un lado el libro.

Sin saber qué más decir solo nos miramos y sonriamos tímidamente.

-         ¿Qué estabas leyendo? – pregunto.

-         Eh… - ni siquiera sabía qué estaba leyendo – no lo sé, No puedo leer con lo que está pasando.

-         ¿Crees que vengan a ayudarnos? – pregunto.

-         No lo sé.

-         ¿tienes miedo?

-         Sí – para que mentir, tendrías que ser inhumano para no tener miedo de lo que está pasando.

Ella extendió su mano hasta alcanzar la mía, y la tomo, me sonrío con timidez y un leve sonrojo, aunque sabía yo, estaba más sonrojado que ella, sin  más qué decir, solo le sonreí agradecido por ese gesto.

-         Ya no escucho nada – dijo Austin, separamos nuestras manos, Ángela y yo.

Estábamos centrados en nosotros que no nos percatábamos de su llegada. El solo nos miró con preocupación.

-         Tal vez se fueron – dijo Ángela con la mirada gacha.

-         Tal vez – dijo Austin – y aun no me puedo comunicar con nadie. Ni siquiera con mi hermano o Melanie.

-         Tranquilo, estarán bien – dije.

-         Lo sé, sé que están bien, puedo sentirlo.

-         Conexión de gemelos – dijo Ángela con una pequeña risa.

Que bastó para que los tres riéramos un momento. Pero la risa fue callada cuando un grito se escuchó en el pasillo, un grito de terror, los tres brincamos del susto. De pronto empezaron a tocar la puerta.

-         ¡Ayúdenos! – gritaron y golpearon.

-         Ese es Mark – dijo Austin.

-         ¡Por favor ayúdenos! – gritó otra voz, esta vez de una chica.

-         Hay que ayudarlos – dije y me acerque a la puerta.

-         No – dijo Austin – pueden entrar esas cosas.

-         Austin, necesitan ayuda – dijo Ángela.

Me acerqué a la puerta y rápidamente quité las mesas de ahí, con ayuda de Ángela abrimos la puerta y rápidamente entraron a la biblioteca, pero justo cuando iba a cerrar, una de esas cosas intentó entrar, y luego otro, y luego otro más. No podía seguir empujando la puerta.

-         ¡Ayúdenme! – grité.

Siguieron empujando y uno metió la mano hasta casi tomarme del brazo, logró sujetarme y jalarme. De pronto Ángela llegó a empujar la puerta y luego los demás, escuche cómo se rompía un mueble y luego Ángela con lo que parecía ser una de las patas de la mesa golpeo la mano del chico que me sujetaba y luego su cabeza.

SOBREVIVIENDO (Prisioneros)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora