•• Capítulo 21: Fuego ••

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Sus labios se movían al compás de los míos reconociendose enseguida.
Había extrañado su boca, sus labios, sus besos.
Sus manos comienzan a acariciar mi espalda subiendo y bajando sobre ella. Sentir sus grandes manos cada vez tocar con más fuerza mi cuerpo me provocaba cierto escalofrío. No sólo lo extrañaba, yo necesitaba a Alex.

Hacer el amor con él había logrado revelarme por completo. Sentía tanta comodidad y excitación al mismo tiempo, que provocaba que una nueva Emma naciera en mi, una Emma deseosa de ese delicioso hombre.

Por un segundo, una pizca de cordura había sacudido en mi cabeza — Alex... — traté de seguir la oración, pero su boca atrapó mis labios en un deseo de callarme. Su beso se había vuelto más pasional, ganándose un descuidado gemido de mi parte. Eso pareció excitarle, ya que un sonido gutural se perdió en su boca y su cuerpo se apegó totalmente al mío, acorralandome contra la pared del ascensor.

Sin pensar en donde estábamos, elevé mi pierna derecha acomodándola sobre su cintura con claras intensiones de sentirlo aún más. En medio del beso, Alex sonrió y bajó sus manos acariciando mi trasero y tomándome por los muslos hasta que mis piernas se enredaron en su cintura.

No me importaba el tiempo que teníamos que esperar. No me importaba el lugar en donde estábamos. Siquiera me importaba que pasaría después de esto.

Quería sentirlo, quería que ambos nos embriaguemos de placer y lujuria una vez más.

Descendió su boca hasta atacar mi cuello, mientras que de mi boca se escapaban suaves gemidos producto de su ávida lengua sobre mi piel. Mis manos se perdían entre su largo y húmedo cabello, el cual despeine a mi antojo.
Amaba su pelo largo. Aún no había llegado a ver la temporada en la que "Ivar" aparecía, pero estoy segura de que éste pelo le queda tan sexy a Ivar como a Alex.

Sus manos traviesas comenzaron a meterse por debajo de mi remera, acariciando con brusquedad mi espalda baja y mi vientre, y tímidamente comenzó a subir hasta llegar a la altura de mi sostén.
El frío que sentía mi cuerpo hace poco se había ido al demonio. Un calor intenso inundaba el pequeño ascensor, y Alex y yo eramos los claros culpables.
Cuando parecía que la pasión nos estaba consumiendo por completo, su teléfono móvil comenzó a sonar escandalosonamente. Intenté hacer oídos sordos y continuar con lo nuestro, pero al parecer, quien estaba llamando insistía una y otra vez comunicarse con Alex.

— Alex...— murmuré mientras su rostro se escondía en mi cuello — Ya, Alex, atiende de una puta vez...

Alex paró con su juego de besos, y suspiró frustrado contra mi cuello — Quien sea se ha ganado mi odio por siempre.

Sonreí y desenrede mis piernas de su cintura, dejándolas caer al piso, Alex rebuscó su teléfono en el bolsillo de su jean, y se lo colocó en su oído — ¿Hola? — ví como Alex sonreía y pasaba su mano libre sobre su rostro, asintiendo con su cabeza, como si fuera que quien le estaba hablando pudiera verlo — No, claro, lo entiendo. Todo está en orden, no se preocupe. Solo...sólo fue un accidente — sus mejillas se tornaron levemente rosadas. Me observó divertido ensanchando aún más su preciosa sonrisa — No hay problemas, lo siento, de verdad, Jeff.

Fruncí mi ceño sin entender ni quién era Jeff ni que era lo que sucedía. Sonreí por inercia mientras me terminaba de acomodar la remera que Alex me había levantado. Él corta la llamada y rápidamente toca el botón para que el elevador siga su trayecto.

— Era Jeff, el encargado del lugar — abrí mi boca como una "o" mientras él aún seguía riendo — Sólo llamaba para constatarse de que estábamos bien ya que fuimos los últimos en utilizar el ascensor y no sabía si ésto se había averiado o solo...fuimos nosotros — Alex reía con más fuerza como si fuera una simple broma todo.

— ¡Deja de reírte! Por Dios, que vergüenza Alex — intenté desviar mi mirada al suelo, porque sabía que mi rostro tomaría el color de un tomate en ese momento. Al bajar la mirada, mis ojos notaron como un gran bulto había crecido en la entrepierna de Alex. Reí sin darme cuenta, y tapé mis ojos con mis manos girándome hacia otra dirección.

— ¿Qué sucede? — pregunta Alex. Aunque no lo mire, sé que está sonriendo — No te hagas la inocente, tú provocaste esto. Y como que me llamo Alex que lo resolveras.

— ¿Disculpa? — le pregunté girándome — Tú empezaste a besarme. Eso...— le pregunté señalando su parte sencible — es tu responsabilidad.

— Si, tal vez — contestó asintiendo con su cabeza — Pero te aseguro, linda Emma, que lo que pase en mi piso...— las puertas del ascensor se abrieron a sus espaldas, y Alex comenzó a caminar en reversa sin quitarme los ojos de encima —... también será mi responsabilidad, y te encantará...

Extendió su mano para ayudarme a salir del ascensor, y la tomé sin pensarlo. Apenas salí de allí, estiró de mi mano hasta que mi pecho chocó contra él y sin dejarme pensar en que hacer, sus labios se estamparon contra mi boca, besándome como si fuera que nada nos había interrumpido.

Soltó mi mano y colocó las dos sobre mi rostro, pero al contrario de lo que pensaba, dejó de besarme para observar mi rostro. Sus ojos celestes se paseaban por el total de mi cara, y me fue imposible no sonreír confundida.

— ¿Cómo pasas de ser una bestia sensual a éste niño tierno que solo admira mi rostro? — pregunté con una ceja alzada.

— No te olvides que soy actor, Emma — me dice sonriendo, aún mirando mi rostro.

— Ya, Alex, tampoco es para que me lo recuerdes todos los días, ¿está bien? — me solté de su agarre y caminé los pocos pasos que nos separaban de la puerta de su piso. Él seguía estático en su lugar, así que volví a hablar — ¿Qué? ¿Ahora no tienes ganas de entrar a estar más cómodos?

— No lo sé. ¿No me invitarás un café antes de una proposición así? — llevó una de sus manos a su pecho, fingiendo estar ofendido — Las mujeres solo se aprovechan de mi — argumento con falsa tristeza.

Cuándo se posó frente a mí para poner las llaves, la Emma divertida y ¿porque no? en abstinencia, se apoderó de mí y mi cabeza. En mi mente solo vagaban las imágenes de Alex sin remera, Alex besando mi cuerpo, Alex encima de mi haciéndome suya... Alex, Alex, Alex.

Apoyé mi frente contra su remera, la cual aún estaba húmeda, y me ayudaba a sentir los músculos de su espalda a través de ella. Una de mis manos comenzó a acariciar su vientre, hasta que lleve mi otra mano al mismo lugar, elevando a penas su remera para sentir su piel. Noté como su abdomen comenzó a respirar con más fuerza, y su intento de abrir la puerta se había detenido.

Sé que le gustaba lo que hacía, ambos lo deseabamos.

Mi mano comenzó a descender sobre su vientre, hasta que encontré el boton de su jean. Lo desabroché sin problema y acto seguido, baje la cremallera. Apoyó ambas manos sobre la puerta, bajando su mirada para estar atento a cada movimiento que decidía hacer. Toqué su miembro por encima de su boxer, ganándome un suspiro con fuerza de su boca. Estaba tan excitado como yo. Aunque creo que lo mío ya era algo irreconocible en mi.

— ¿No quieres que me aproveche de tí? — pregunté suavemente.

Noto de perfil como relame sus labios y deja salir un pequeño suspiro — Estás jugando con fuego, Emma...

— Sé exactamente que es lo que hago, Alex.

— No, no lo sabes — me contesta rápido, mientras mi mano seguía acariciando su miembro por encima de su ropa interior — Si juegas con fuego, te quemarás...

Sonreí traviesa — Y con el frío que tiene mi cuerpo por la lluvia, ¿crees que no tengo ganas de calentarme un poco?

Escucho como sonríe, y volviendo en sí, empuja la puerta de su hogar, abriéndola para nosotros. Quito mis manos de su cuerpo y éste se gira extendiendo su mano nuevamente, tal y como lo hizo al salir del ascensor. Tuerzo mi cabeza y le sonrió, y no hace falta decir que de un sólo tirón, mi cuerpo se pegó al suyo.

— Haremos lo que sea necesario para que entres en calor, Emma — me murmura con sus ojos fijos en los míos. Estira un poco su brazo, y cierra la puerta del departamento de un sólo golpe.

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En la encuesta de ayer ganó ésta historia, así que, acá tienen 😘

¿Se quedaron con ganas de más? 😈

Tonta Casualidad • [ Alex Høgh Andersen ] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora