•• Capítulo 36: Confesión ••

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Advertencia: Capítulo subido de tono. (+18).

— Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo...— los besos de Alex invadían mis labios con cada paso que daba. Me había subido a su cuerpo, enredando mis piernas en su cintura apenas salimos del ascensor.

Son nuestras últimas horas juntos y realmente queremos disfrutarlas a nuestra manera.

Como pudo, abrió la puerta de su piso aún conmigo enredada en su cintura, ambos reíamos como idiotas o como niños pequeños que hacíamos travesuras.

— ¿Si te golpeas cuenta como accidente de trabajo? — pregunté sobre sus labios mientras lo ayudaba a cerrar la puerta. Alex era tan alto que me sentía a metros del suelo.

— Tal vez diga que mi novia es una adicta al sexo que se ha aprovechado de mi estos éste fin...¡De semana! — al finalizar la frase, nos deja caer sobre el sillón, con todo el peso de su cuerpo sobre el mío.

— ¡Ouh, Alex! — grité entre enojada y carcajadas por la brutalidad de su accionar.

Con su cara escondida en mi cuello, lo besó y murmuró — ¿No es una pena que tu periodo haya llegado justo hoy?

Sonreí mientras mis manos se iban lentamente a su espalda, metiendolas por debajo de su remera y comenzando a acariciar su piel — Quizás, solo quizás, eso pudo ser una pequeñísima mentira. Quizás y repito, solo quizás estaba enojada por la foto que recién había visto.

Tal y como si fuera un perro, hizo un ruido extraño mordiendo suavemente la piel de mi cuello. — ¿Sabes que? Lo sabía. El destino no podía privarnos de nuestro último día.

— ¡Alex! — grité sonriendo, ya que sus movimientos me provocaban cosquillas, pero rápidamente sus "mordidas" dejaron de ser una broma y fue su lengua la que se hizo paso hacia la piel desnuda de mi cuello. — Alex...

— Quizás, y solo quizás deba hacerte el amor en el sillón, Em.

Su boca lentamente abandonó mi cuello, y fue ascendiendo hasta chocar con mis labios, los cuales los unimos en un beso algo más que cariñoso. Sus manos se perdieron por el interior de mi camisa, acariciando con pasión la piel desnuda de mi abdomen hasta llegar a mi corpiño, el cual subió para comenzar con un tortuoso tacto en mis pechos. Mis manos traviesas no se quedaron quietas, ya que mis dedos comenzaron a hacer presión contra la piel de su espalda.

— Ven aquí. — me ordenó demandante. Se acomodó en el sillón de forma tal que mis piernas quedaron a cada lado de su cintura, mientras su espalda reposaba cómodamente contra el respaldar.

Ésta vez fui yo la que atacó su cuello, dejando húmedos besos sobre éste. Mi camisa, en pocos segundos, quedó desparramada por el suelo y eran mis pechos los que al aire libre eran atacados por su boca.

— Me vuelves loco, ¿Te lo he dicho, Emma? — murmuró con voz ronca.

— No hoy. — subí su remera hasta quitársela y decidí que era mi momento ahora. Fui marcando un camino de besos desde sus clavículas, hasta su abdomen, al que pude notar como se contraía por la cercanía de mi boca a su lugar más íntimo. Mordí mi labio y desabroché el botón de su jean, pero quitárselo ya era más difícil. — Si no me ayudas, no podré hacer algo que te haga acordar de mi por el resto de la sem...—

Siquiera me dejó terminar de hablar cuando con facilidad, se deshizo de su pantalón. Bajé apenas su boxer gris, liberando su miembro, el cual ya estaba erecto. Con suavidad, lo tomé con mi mano derecha, comenzando con un lujurioso vaivén que calentaría aún más el ambiente. Observé su rostro una vez más y me encontré con sus ojos fijos en mi. Moví mi cabeza de lado, y ese movimiento fue suficiente como para que entienda que quería que sujete mi cabello. Lo tomó con su mano derecha y, sin dudarlo, descendí hasta que mis rodillas tocaron el suelo y mi boca quedó justo donde deseaba estar. Cubrí mis dientes con mis labios y comencé a disfrutar de su propio placer.

Tonta Casualidad • [ Alex Høgh Andersen ] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora