•• Capítulo 29: Sorpresa ••

3K 233 97
                                    

Beso.

Beso.

Otro beso más.

Alex apenas dejaba descansar mi boca para que yo pudiera tomar aire y seguir besándolo.

— ¿Crees...— otro beso me interrumpe — ...que deberíamos volver...— un besito más — ...a la fiesta?

— ¿Qué fiesta? — preguntó contra mis labios, sin intenciones de despegar su boca de la mía.

Fue imposible no reír — A la casa de Gee, Alex.

Dejó caer su cabeza hacia atrás, recordandolo — Oh, cierto, Gee — relamió sus labios y se tomó el tiempo para pensar — Le enviaré un msj, supongo que entenderá.

— ¿Entenderá que?

— Que debo pasar esta noche con mi novia y que Mila ya causó demasiados problemas.

¿Puede ser que hasta su nombre me cause repulsión? Es decir, me encanta el nombre, pero no puedo pensar en otra cosa que no sea su cara extremadamente maquillada y su falsedad apenas oigo tal nombre.

— Ok. Creo que oí ese nombre demasiadas veces en un solo día — me quejo mientras levanto mis manos y me alejo de Alex — Si no deseas volver, dime que planeas.

Alex coloca una de sus manos sobre su marcado mentón de dios griego y simula pensar una buena idea — Bueno. Viendo la hora que es podríamos comprar algo de comida para llevar e ir a mi apartamento, ¿qué dices?

— La comida en casa de Gee parecía tentadora pero, ¿Qué quien puede negarse a un Automac?

— Eres fantástica, señorita novia mía — contestó sonriendo cual niño pequeño. Tomó su celular y texteó rápidamente algunas palabras y volvió a guardarlo en su bolsillo.

Quizás ese mensaje fue para Gee o, en su defecto, para Marco, para avisar que ya no volvería.

Tan solo pude tomar su mano para comenzar a caminar. La verdad es que tenía hambre y aunque sus besos y sus palabras me llenaron de amor, tan solo quería salir de ese lugar y estar a solas con Alex.

***

— No acepto que me discutas.

— ¡Claro que lo haré! ¡La triple Mc no tiene comparación, Alex! Es la mejor de las mejores — exclamé indignada mientras Alex tocaba el botón del elevador que nos llevaba a su piso.

— Que tenga tres hamburguesas no quiere decir que sea mejor, Em. El doble cuarto, la carne del doble cuarto mejor dicho, es simplemente incomparable — retrucó aún más indignado que yo.

Antes de venir al apartamento pasamos por un Automac y todo el camino se trató sobre discusiones de comida. Realmente el mal momento había pasado y no había tenido tiempo de pensar ni una sola vez en Mila.

— Alex, créeme. Tú no sabes nada de carne.

Alex reprime una sonrisa pícara y me mira de reojo mientras las puertas del ascensor se abren frente a nosotros — ¿Tú si sabes de carne, Em?

Muerdo mi labio inferior tratando de no reír al ver la estupidez que le dejé servida con doble sentido — Que estúpido sos...— murmuré por lo bajo.

Caminamos los pasos que nos separan a la puerta de su hogar y pone la llave, destrabando así la puerta. Cuando amaga a entrar, se frena de golpe y se gira, enfrentándome.

— ¿Qué sucede? — le pregunto confundida. Alex balbucea cosas sin sentido, y estoy segura que intenta buscar alguna mentira. Ha pasado tiempo y ya logro detectar cuando está a punto de mentir — Alex te pregunté que pasa.

Tonta Casualidad • [ Alex Høgh Andersen ] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora