•• Capítulo 28: Tóxica ••

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Narrador.

Una vez que sus ojos confirmaron la escena, Emma volvió a ocultarse detrás de la pared de la cocina. Tenía ganas de gritar y llorar de frustración, pero sabía que no era ni el día ni el lugar. Sorbo su nariz y fingiendo una sonrisa se encaminó nuevamente hacia la sala donde se encontraban todos los invitados.
Caminó respirando hondo para tratar de reprimir las lágrimas que amenazaban con caer sobre su rostro. Al quedar solo a escasos metros de los invitados, volvió a tomar un poco de aire y dibujó una falsa sonrisa en ella, pero que poco duraría.

Los invitados seguían bebiendo y riendo sin percatarse de la situación de Emma. Ésta solo se acercó hacia donde había dejado su pequeña cartera y conteniendo el dolor al hablar, se ubicó frente a una ebria Georgia.

— Gee, debo irme — habló con rapidez, ya que los nudos en su garganta la obligaban a callar.

— ¿Qué? ¿De qué hablas, Emma? ¿Y Alex?

Oír su nombre solo la ayudó a asegurarse de marcharse. No quería romper en llanto ahí mismo — Oh, él ya lo sabe. No me siento muy bien, ¿sabes? Y no quiero arruinar tu noche.

— Pero al menos quédate un rato más. Falta poco para medianoche, cariño.

— ¿Te vas? — Marco se había acercado hacia las chicas, alertado por la falta de Mila y Alex, lo cual recién se había dado cuenta.

Pero que Emma quisiera irse, era un claro indicador de que algo había pasado.

— Dice que no se siente bien. Vamos, Marco, convencela, ya no falta nada para mi cumpleaños — Gee intentó hablar lastimosa al momento que su boca hacia un puchero. Obviamente la ebriedad estaba consumiendo a la chica.

— De verdad, lo siento Gee. Ojalá la pases bien, ¿si? — Emma se agachó hasta quedar a la altura de la casi cumpleañera y besó su mejilla — Mañana te llamaré.

Gee tomó la mano de la joven antes que ella se encamine fuera del living y analizó el rostro de Emma. Gee, apesar de su ebriedad, sabía que algo le sucedía. El instinto de mujer no fallaba, menos cuando a Emma le costaba disimular el dolor.

Marco, quien también estaba observando el rostro de Emma,  se alertó por el brillo particular que tenían los ojos de la joven — Hey, Emma, ¿sucedió algo?

La muchacha ya no podía más. Solo negó con su cabeza y, sin poder hablar, caminó decidida hacia la puerta de salida. El pasillo era largo, y ya en soledad, la argentina no pudo aguantar la decepción que sentía en ella. Sus lágrimas empezaron a caer por sus mejillas, empapando enseguida el rostro de la joven.

*

Al rato, Alex volvía a la sala seguido de cerca por su ex novia, Mila. Apenas comenzó a caminar entre los sillones y los invitados, el chico se rescató de la ausencia de Emma — ¿Y Em?

Marco se puso de pie justo frente a su amigo. Miró primero a la rubia que se sentaba como si nada a un lado de Gee, y luego lo miró — ¿Qué sucedió allí, bro?

— ¿De qué hablas? — Alex frunció su ceño y volvió a repasar con sus ojos a cada invitado buscando a su chica — ¿Dónde está Emma?

— Fue al baño y cuando volvió dijo que se sentía mal...— Gee se silenció de golpe al entender la situación. Mila y Alex volviendo juntos, los ojos brillosos de Emma y su desesperación por irse. Miró a la rubia y después subió su vista, regañando a Alex — Alex, ¿Esa chica tuvo que ver algo como para querer irse?

Alex tragó saliva y cerró sus ojos con fuerza. Marco, sin embargo, seguía frente a él, reclamadole en silencio — ¿Qué hiciste ahora, Alex?

Tonta Casualidad • [ Alex Høgh Andersen ] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora