•• Capítulo 38: Noche de terror ••

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Narra Liam.

Minutos antes.

— Deberías dejar ya de beber, bro.

— ¿Acaso has visto lo lindo que le queda ese traje? Hermano, esa mujer tiene que ser la madre de mis hijos.

Connor se ríe frente a mi negando con su cabeza. No tengo idea de la cantidad de alcohol que he ingerido hoy, pero mis palabras arrastradas y mi vista nublada, demuestran que soy más alcohol que sangre en mi.

He estado observando a Emma en lo que va de la noche. Está a unos cuantos metros pero aún no se ha percatado de mi presencia.

La extraño muchísimo, debo admitirlo. Y verla aquí, tan cerca, donde tranquilamente ambos podríamos estar compartiendo la noche entre risas, me hace añicos el corazón. Tomé el vaso frente a mí y di el último sorbo que le quedaba.

Cuando lo terminé de beber, bajé el vaso y observé a mi mejor amigo con media sonrisa en mis labios.

— Dijiste que esa era la última, Liam. Vamos, te llevaré a tu apartamento.

— ¡Claro que no! — protesté, — Una más, Connor y juro que me voy.

Él revolea sus ojos cafés pero se pone de pie con lentitud, acatando mi pedido. Antes que se marche se me cruza por la mente la primera vez que vi a Emma. Fue en éste mismo bar, en la barra precisamente.
Recuerdo que su simpático acento y su sonrisa fue lo primero que llamó mi atención. El haberla cruzado en medio de la pista después, fue coincidencia del destino. Aún recuerdo como de su boca salía ese olor fresco a frutilla.

Carcajee y levanté mi mano antes que Connor se vaya — Que sea un daikiri de frutilla, por favor.

Connor sonrió sorprendido por mi pedido pero se marchó en busca de éste. Cuando desapareció de mi vista, obviamente mis ojos se fueron a mi bella Emma. Alex no era mal tipo, lo sé, pero no es alguien para ella. Su fama, su reconocimiento, sus mujeres... No es un ambiente para alguien tan dulce y puro como ella. Él va a terminar haciéndola sufrir y yo no voy a soportar verlo. Sin darme cuenta, me había puesto de pie y, con lentitud y pasos torpes, me iba acercando a ella sin pensar lo que hacía.

La tenía allí, a metros mío, ¿Cómo hacer para no querer tenerla cerca? La extraño demasiado.

Cuando estaba por llegar a su espalda, me dejo llevar por mi patético deseo de sentirla, de olerla, de escucharla. Mis brazos la envolvieron en el total de su cuerpo y dejé reposar mi cabeza a un lado de la suya, junto a uno de sus hombros. Aspiré su aroma, ese delicioso aroma natural que poseía y que tanto añoraba.

Ella se tensó bajo mi abrazo, algo lógico dado a que no tiene ni idea de quien soy. Cuando se intentó safar de mi agarre, me animé a hablarle.

— Sé que no debo tocarte, pero no sabes como duele no tenerte en mi vida, Emma.

Al oír mi voz, pareció calmarse, pero seguramente el aroma a alcohol que llevo encima la alertó de mi estado.

— Liam, por favor...— rogó en tono de súplica.

Oh, Em, cuánto extrañaba tu voz...

Solo necesitaba eso. Tan solo aspirar su aroma y oír su dulce voz. Suspiro resignado pensando en soltarla, pero rápido alguien acciona antes que yo.

Un fuerte empujón me saca de las espaldas de Emma y no doy tiempo a ver quien es cuando un golpe de una dimensión demasiada fuerte se estampa contra mi mejilla.

Llevé mi mano hacia la zona del dolor, notando como ésta había comenzado a hincharse y la sangre brotaba de él. Elevé mi vista como pude y noté Alex, quien estaba rojo de furia y Emma con cara de sorpresa, intentaba inútilmente sostenerlo desde su cintura para que se aleje de mi. A ésta altura, todos los presentes nos estaban observando. No estoy seguro de que hallan reconocido instantáneamente a Alex, pero no es común que las personas se peleen de la nada.

Tonta Casualidad • [ Alex Høgh Andersen ] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora