•• Capítulo 38: Nudo en el estómago ••

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" If I had a heart I could love you
If I had a voice I would sing
After the night when I wake up
I'll see what tomorrow brings

Ah ah, ah ah
Ah ah, ah ah
Ah ah, ah ah
If I had a voice, I would sing "

Y despacio, va terminando la apertura y comienza un nuevo capítulo de Vikings.

Me encontraba en el sillón del living, totalmente desparramada y sin ánimos. La televisión frente a mi, sintonizaba un nuevo capítulo de la serie, la cual ya ví, pero me ha gustado tanto que he decidido iniciarla de nuevo. No tengo ganas de nada. La asquerosa situación que viví anoche por culpa de Liam y Alex me ha dejado de un humor de perros. Quizás eso pudo haber sido lo peor, pero no. Son aproximadamente las 14 hs y no he recibido siquiera un mensaje de Alex.

No me ha hablado cuando se despertó.
No me ha hablado cuando llegó al set y desayunó.
No me ha hablado ahora, que seguramente han tenido un break para almorzar.

Nunca me he caracterizado por ser una persona obsesiva ni controladora pero, después de la amarga situación que vivimos ayer, mínimamente estoy esperando un mensaje para ver que le dijeron los productores cuando lo vieron con su nariz rota.

Suspiro y me pongo de pie para buscar algo en la nevera para poder almorzar. Kiara llegó después de mi al apartamento, cuando Alex me dejó con el taxi aquí, pero Connor ha pasado a buscarla temprano en la mañana para desayunar juntos. Me han invitado, claro, pero mi mal humor arruinaría la tierna jornada de la pareja, por lo que opté por seguir en pijama sin ánimos siquiera de salir a comprar.

Mientras una simple sopa "Maruchan" me mira con cariño desde la alacena, mi celular ubicado sobre la mesita ratona del living comienza a sonar con el clásico tono de llamada de mi canción favorita de The Beatles. Corro como me dan los pies, pero mi corazón se desiluciona un poco cuando no veo la palabra "Alex :)" en la pantalla, sino que es reemplazado por el de mi hermana, Valentina.

Arqueé mis cejas y atendí, llevándome el móvil al oído, ya que habíamos quedado que ésta misma tarde charlariamos por Skype.

— ¿Acaso no aguantaste no oír la voz de tu linda hermanita menor hasta la tarde?

— Hola, Em.

Su voz suena apagada y extraña.
Valentina es una persona muy  extrovertida, y parte de su  personalidad se refleja en su tono de voz. Lo extraño es que no pegó una risotada exagerada al oírme.

— ¿Cómo estás, Valen? ¿Pasó algo?

¿Saben? Muchas veces he sentido un nudo en el estómago cuando estoy por recibir una mala noticia. Sólo basta ver el rostro de la persona que está por hablarte, el tono diferente de su voz, la manera nerviosa con la que se posa frente a vos... No fue difícil notar tras las reiteradas discusiones que tenían, cuando mi mamá se presentó en mi cuarto con sus ojos empapados y sus manos temblorosas. Se sentó en la punta de mi cama y me dijo que papá se iba a ir de casa.

Yo ya lo sabía. Era una nena, pero ya lo sentía en mi estómago.

O cuando Valentina me dijo que "Rocco", nuestro perro mestizo que habíamos tenido desde que éramos pequeñas se enfermó, sabía que algo malo andaba. Lo llevamos al veterinario, quedó internado y volví con Valen a casa mientras mamá pasó la noche con él. Antes de volver, lo abracé y lo miré a sus tiernos ojitos porque sabía que iba a ser la última vez. Le dije que lo amaba, aunque sé que él lo sabía.

Tonta Casualidad • [ Alex Høgh Andersen ] •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora