Naruto: la historia de los bijuu.

En busca de un nuevo hogar.

Los nueve hermanos, en su búsqueda constante de un nuevo hogar, ansiaban una señal que los detuviera, anhelando un refugio donde finalmente pudieran descansar en paz. Cuando la lluvia cesó, los rayos de luz iluminaron su entorno, revelando un escenario de serenidad cerca de un gran lago rodeado de majestuosos árboles.

Isobu, con la forma de una tortuga de tres colas, expresó su agrado por el lugar y propuso la idea de nadar en el extenso lago. Son Gokú, que asemejaba a un gorila con cuatro colas, compartió su entusiasmo por tener un lugar donde colgarse libremente y destacar desde las alturas de los árboles. Kokuo, con cinco colas y una semejanza a un caballo, comentó su afinidad por estar rodeado de árboles.

Mientras tanto, Kurama observaba las reacciones de sus hermanos. Tres de ellos parecían contentos, mientras que Shukaku, con una cola, expresó su descontento por el agua y los árboles. Kurama intervino, enfatizando la importancia de permanecer juntos, convirtiendo cualquier lugar en su hogar. Aunque el lugar quizás no fuera ideal para todos, Kurama enfatizó que podrían adaptarse, incluso vivir entre la arena, con tal de no separarse.

Las tensiones entre Kurama y Shukaku emergieron, pero Choumei, con la forma de un insecto azul de siete colas, interrumpió la discusión. Propuso tomar vuelo para explorar y compartir sus observaciones con los demás. Desplegando sus alas, Choumei emprendió el vuelo, y los hermanos comenzaron a explorar su nuevo hogar.

En esta tierra, la tranquilidad invadió sus corazones, ya que se dieron cuenta de que seguían unidos. Aunque cada uno tenía preferencias distintas, la fuerza de su vínculo fraternal superaba cualquier diferencia. Unidos, se aventuraron a descubrir los misterios de su entorno, compartiendo la alegría de tenerse mutuamente como compañía constante.

El lago se convirtió en un refugio para Isobu, quien disfrutaba de sus aguas, mientras Son Gokú se columpiaba entre las ramas de los árboles, regocijándose en su imponente vista. Kokuo encontró consuelo en la sombra de los árboles, y Kurama, a pesar de sus reticencias iniciales, descubrió la belleza en la danza de las hojas llevadas por el viento.

Los días transcurrían, y la armonía entre los hermanos se fortalecía. Compartían experiencias, se apoyaban mutuamente y se aventuraban juntos en este nuevo capítulo de sus vidas. La diversidad de preferencias se convirtió en un tesoro, enriqueciendo su comprensión del mundo y de sí mismos.

Choumei, como explorador diligente, regresaba periódicamente con historias fascinantes sobre los rincones más alejados de su hogar. Sus relatos tejían un tapiz de descubrimientos que alimentaban la curiosidad de los hermanos y fortalecían su sentido de unidad.

Shukaku, a pesar de su inicial descontento, encontraba consuelo en la compañía de sus hermanos y apreciaba los vínculos que se habían forjado. La diversidad de personalidades y preferencias se había convertido en la esencia de su hogar, un lugar donde cada uno contribuía de manera única a la armonía del grupo.