~Narra Bastian~
En un día cualquiera Kylen Deshawn era el tipo de hombre que te hacía querer quedártele viendo con la boca abierta. Ese cabello dorado como el oro, sus ojos azules y esas facciones que demostraban que los buenos genes hacían la diferencia. Un príncipe de cuentos de esos que tambalea hacia el lado malo pero que mantiene esa peligrosa expresión de niñito travieso.
Verlo sin camisa con el cabello despeinado que gritaba «acabo de salir de la cama», era como ser inyectado con adrenalina pura directo en el corazón o tener una repentina mezcla de ataque de asma y subida de presión sanguínea. Por un momento me debatí entre estirar la mano y ver si toda esa musculatura alargada y definida, sin ser excesivamente evidente, era real o dejar volar la imaginación hacia el momento en que ese cuerpo se tensara y brillara producto de la transpiración, y no se trataba precisamente de verlo entrenando.
Claro que no llevé a cabo ninguna de las dos acciones pues la vergüenza me rescató. Ver a mi hija hablando con él debió disparar las alarmas: era un disipado, una mala influencia, pero para mi mayor vergüenza por unos segundos no reaccioné. Estaba muy ocupado en identificar el escalofrío que me recorrió el cuerpo y la extraña subida de temperatura en mi interior. ¿Qué me estaba pasando? Yo era un padre soltero con toneladas de responsabilidades en el mundo real como para dejarme arrastrar por fantasías (por muy involuntarias que fueran) que tuvieran como protagonista al hombre más inconveniente de todo el continente. ¿Fantasías con el protagonista de la novela de romance de moda? Perfecto. ¿Con Ian Somerhalder o Theo James? A la orden del día. ¿Con un sujeto real que, además de ser mi vecino, podía conseguirlo en cualquier pasillo del trabajo? No, gracias.
Las fantasías estaban bien, eran saludables (o al menos eso decían los psicólogos), siempre y cuando no tuvieran la posibilidad de hacerse realidad. Bien lo sabía yo, que había sido protagonista de un par de cuentos de hadas que nunca terminaban con un «felices para siempre». En la vida real, Kylen Deshawn no era un príncipe con tendencias hacia el lado oscuro que todos queremos amar. No, en la vida real (esa a la que me enfrentaba todos los días, donde había que pagar la renta y hacer la compra, esa vida en la que estaba solo con mis problemas y mis pecados) él era simplemente un niño grande, un divo, una persona que solo se preocupaba por sus cinco minutos de fama y por la gratificación instantánea siempre a la mano gracias a una interminable línea de pretendientes que esperaban ser seleccionados.
¡Estaba cenando bastones de zanahorias y albóndigas de calabacín gracias a él, por el amor de Dios! ¿Qué estaba mal conmigo? Eso era lo peor de estar cerca de Kylen Deshawn: tenía que tomarme unos minutos para repetirme mentalmente las diferencias entre la realidad y la ficción. Simplemente por un par de minutos dejaba de pensar en todos esos hechos ampliamente comprobados y me sentía como un hombre con genitales que demandaban ser utilizados.
En mi defensa, era genéticamente imposible para cualquier ser humano no sentir una atracción casi incontrolable por ese sujeto. La cuestión era que yo no «ejercía» como hombre desde hacía bastante tiempo. Yo era una cabeza de familia, un padre con una hija adolescente, una persona que golpeaba el piano durante muchas horas al día para pagar las cuentas y poner comida en la mesa. Había alguien cuya estabilidad dependía de que me mantuviera en ese rol. Así lo había decidido hacía quince años y, aunque me tomó un tiempo encontrar la forma de lograrlo, no me aparté del camino desde el momento en que ingresé al conservatorio, conseguí un trabajo y reclamé a mi hija de vuelta.
No había tiempo para nada más. Yo no quería tiempo para nada más. El día que tomé mí decisión me hice una promesa: nunca dudes, nunca te arrepientas, esto es lo correcto aunque el mundo te diga lo contrario. A partir de ese momento, Bastian Laforêt solo existió para ser papá y proveedor. El niño que fui murió con todos sus sueños para que mi hija pudiera vivir y tener los suyos. Ya Kylen Deshawn había atentado contra mi sustento y el de Andrea en una oportunidad, no le dejaría arruinar también mi estabilidad mental ni mi plan de vida simplemente porque era extraordinariamente atractivo.
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El 'Chico Malo' del Ballet (Gay) [Terminada] #3
RomanceKylen Deshawn, conocido también como "el chico malo del ballet", vive su propiamente impuesto exilio en París intentando mantenerse lejos de sus vicios: las fiestas, el alcohol y el sexo. No obstante, este nuevo comienzo que tenía planeado para su v...