Por casualidad, la noche 29 de febrero, tanto el famoso cantante, Shawn Mendes, como la joven Astrid Jenns, estaban tomando en un gran casino de Las Vegas; esa noche logra hacer que dos desconocidos terminen casándose en la capilla más famosa del mu...
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- Cuéntame, Astrid, ¿qué edad tienes? - me preguntó mi suegra.
- Ah, pues, tengo diecinueve años, los cumplí hace poco, en enero.
- Tienes prácticamente la misma edad de Shawn - dice Aaliyah.
- Sí, tienes razón - sonreí.
Gracias a Dios no hicieron más preguntas y cocinamos tranquilamente, el resultado final fue una sopa de pasta con arroz. Empezamos a servir y nos sentamos a comer, por obvia razones, quedé entre Ree y Shawn en la mesa. Empezamos a comer, y ahora fue mi suegro el que me empezó a hacerme preguntas.
- Astrid, ¿qué edad tienes?
- Tengo diecinueve, los cumplí en enero.
- ¿Estás estudiando?
- Sí, estoy en la universidad, en tercer semestre de economía.
- Vaya, es una carrera pesada.
- Lo sé, pero la verdad es algo que me ha gustado. He crecido prácticamente entre los negocios de mi padre, por lo que la economía fue quien me escogió, prácticamente - me reí, acompañada de los demás. Al final de la cena, después de llevar los platos a la cocina, Shawn se levantó y me tomó de la mano, haciéndome levantar igual.
- Familia, tengo algo que decirles - empezó, y yo sentía mis mejillas enrojecer, ay, Jesús santo, ésta gente pensará que soy una cazafortunas.
- ¿Qué pasa, hijo?
- Quiero anunciarles que Astrid y yo estamos... - él lo pensó y me dio un apretón, contuve la respiración - casados.
- ¿Qué acabas de decir, Peter? - preguntó su madre rompiendo el silencio incómodo que se instaló en el comedor.
- Que Astrid y yo estamos casados.
- Vamos a la cocina a hablar, Shawn, ya mismo - Shawn asiente, me mira, me sonríe y se va. Me dejo caer en la silla, mientras veo como los padres de Shawn y éste desaparecen en la cocina. Me quedo con Ree y Aaliyah.
- Entonces eres mi cuñada - inició Aaliyah, y me senté recta.
- Sí, lamento que se enteren así. Yo pensaba informarlo más calmadamente y no tan tarde, pero Shawn así lo decidió - reí mientras rodaba los ojos.
- Sólo te haré una pregunta y no los molestaré - anunció a lo que asentí, sentía la curiosidad de Ree en mi nuca.
- Claro, pregunta.
- ¿Amas a mi hermano? - me preguntó y yo abrí los ojos sorprendida.
- Sí - respondí, claro que lo hacía, los sigo desde que su carrera se impulsó gracias a Magcon, aunque no he reaccionado como una fangirl, no he ignorado el hecho de que estoy con mi cantante favorito, que estoy casada con él. Aaliyah asintió, se levantó, se acercó y me abrazó.
- Bienvenida a la familia Mendes - me dijo con una sonrisa -. Disculpen, pero iré a dormir, estoy exhausta, hoy he tenido escuela y tuve educación física. Horrible. ¡Nos vemos más tarde!
- Descansa - me despedí. Apenas se fue por las escaleras, volví a recostar mi cabeza en los hombros de mi prima.
- Ésto será peor con tus padres, esa vez serás tú afrontando todo, no Shawn.
- Lo sé. Quiero aprovechar la otra semana que estará el tío George, él será nuestro cómplice.
- Mientras que ese bribón no me moleste, todo bien - reímos. A los diez minutos, Shawn y sus padres regresaron. Ellos me ofrecieron una sonrisa de disculpas y les sonreí de vuelta.
- Vayan a dormir, mañana nos espera un buen día - nos dice Karen.
- Que descansen - me despedí, mientras subía con Shawn.
- Eh, Astrid, trae tu maleta, creo que tendrás que dormir conmigo - me dice Shawn al oído y me sonrojo, pero asiento. Fui por ella, después de recibir burlas por parte de mi prima y entro a la habitación.
- No ha cambiado - susurro.
- ¿Cómo? - me pregunta Shawn confuso.
- Por tus Vines - aclaro -. Siempre quise entrar en persona.
- No sabía que me seguías desde Vine.
- En realidad desde el Magcon, te conocí gracias a Cameron Dallas - reí.
- Un día de éstos podría presentarlos.
- No inventes - respondo emocionada.
- Lo haré, lo prometo - ríe.
- ¿También cantarás: "Cameron Dallas is my boyfriend"?
- ¡No exijas tanto! - hice un puchero y él termina asintiendo -. Ahí veremos.
Entro al baño personal y me cambio por una pijama que traía. Ahora lamentaba tener pijamas de conejitos rosas. Al salir se me burló y le tiré una almohada.
- ¡Ya quiero ver tu pijama! Ojalá sea una de perritos.
- Oh, no, no uso pijama.
- ¿qUÉ?
- Duermo en calzoncillos, Astrid - ríe por mi expresión.