Y una lluvia en mi bolsillo

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Alejandro sentía que el corazón le latía con tanta fuerza que en cualquier momento se le iba a salir del pecho. Hacía rato que la lluvia lo había calado hasta los huesos y tenía que estar constantemente apartándose el pelo de los ojos que le impedía ver.

Tampoco es que le importara mucho. No ahora, no en estos momentos. Ni tan siquiera estaba seguro de saber dónde se encontraba. Se veía solo envuelto de oscuridad, sin nadie... ¿No era esa su vida? ¿A nadie le importaba?

No se veía capaz de parar de caminar ya que eso le supondría pensar en otra cosa; y no quería pensar. Quería deshacerse con la lluvia y desaparecer, quería echar a correr para no volver. Desde hacía rato que sentía una quemazón en la garganta y las lágrimas habían empezado a mezclarse con la lluvia. Le costaba ver, le costaba respirar.

Hacía años que no se sentía así. Y no le gustaba. No era un niño, no tendría por qué sentirse tan desprotegido como se sentía ahora. Él era un adulto, aunque quisiera huir de todo y todos. Tampoco es como si lo fueran a echar de menos. Preguntarían los primeros días por curiosidad, pero después se olvidarían de él.

Tal y como le había dicho su padre, él no importaba.

***

Nora volvió a mirar por el patio de la escuela, pero sin resultado alguno. Como llevaba pasando desde hacía ya días. No quería preocuparse, tampoco entendía por qué tendría que hacerlo, pero lo estaba y no sabía qué hacer para quitarse esa sensación del cuerpo.

—¿Buscas a alguien? ¿Nora? —Eva llamó a su amiga, a la cual no era la primera vez que pillaba esta semana buscando a alguien.

—No, no; no es nada. —Nora no podía decir nada, porque, ¿Qué razones tenía ella para estar preocupada?

No podía decir nada en voz alta ya que, aunque se muriera por hablar con alguien de cómo se sentía, eso significaría delatarse con algún tipo de suposición de la que Nora no estaba dispuesta a escuchar en voz alta. Ni pensar.

Pero las amigas lo saben todo; por eso, cuando Amira, Cris y Viri se marcharon, Eva se acercó a Nora.

—Hoy tampoco ha venido.

Nora se giró, sorprendida de escuchar la voz de su amiga tan cerca,

—Quién.

—No te hagas la tonta, Norita. —Eva la empujó levemente con el hombro—. Alejandro, que lleva desde la semana pasada sin venir.

—Ah.

—Vamos, no te hagas la desinteresada, no conmigo, porque no funcionará, que lo sepas.

Nora sabía que Eva tenía razón. Desde el día que los había visto interactuar sospechaba que algo ocurría entre los dos. Y ahora, ver a su amiga buscándolo por toda la escuela, confirmaba lo que creía: había algo.

—Solo se me hace raro.

—¿No empezarás a echarlo de menos?

—Qué. ¡No! —exclamó Nora, temiendo que se la notara demasiado preocupada.

—Siempre puedo preguntarle a Cris.

—No hace falta, no importa.

Pero sí que importaba. A ella le importaba.

Lo mismo ocurrió al día siguiente y fue entonces que se planteó hacer algo. ¿Pero tenía el suficiente valor como para enviarle un mensaje o algo? ¿No era demasiado atrevido? Ni tan siquiera habían tenido una larga conversación por mensajes para que eso no fuera raro.

—He hablado con Cris —dijo Eva muy bajito para que solo Nora pudiera escucharlo, pero Viri pareció entender algo.

—¿Sí? Supongo que, por Alejandro, ¿no? Yo he intentado estar un poco pendiente de lo que se decía por aquí y por allí. Sin duda es la comidilla del instituto. —Esto captó el interés de Nora, ya que si se enteraba por Viri no hacía falta preguntarle a él directamente—. Nadie sabe exactamente qué ha pasado. Algunos dicen que se peleó con un grupo que lleva molestando a los suyos desde hace ya tiempo, pero yo no lo creo porque Cris no muestra ningún signo de pelea. —El corazón de Nora pareció querer saltarse un latido cuando oyó eso. Esperaba que esa no fuera la única opción—. También he escuchado algo de una pelea doméstica, que se ve que esta no sería la primera vez que pasa.

Pequeñas Historias y Pequeños momentos (SKAM España)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora