You should see me in a crown

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El móvil vuelve a vibrar contra la mesilla de café por quinta vez en menos de un segundo y, aunque Nora siempre intenta no tocar el móvil cuando está con gente, esta vez no puede evitar que le piquen los dedos por mirar quién es.

Miquel le está contando sobre un colega suyo que está preparando una obra de teatro amateur basada en Hamlet, pero con un giro de acontecimientos político para expresar una crítica a los impulsos y en las malas decisiones. Suena interesante, al principio al menos, pero Nora no puede evitar que los ojos se le vayan una y otra vez al móvil.

Desde ayer, desde la fatídica fiesta, que ha estado con el estómago revuelto, sin saber qué hacer, sin caber cómo reaccionar. Miquel la ha tranquilizado y le ha dicho que no pasa nada, que ellos iban bebidos y que seguramente no le habrán dado importancia, que lo mejor era dejar que se enfriaran un poco las cosas y ya hablarían el lunes. A parte, había sido Jorge el que empezó la pelea. Nora se mordió el interior de la mejilla cuando Miquel le dio ese razonamiento, conocía a Jorge y él nunca se había metido en peleas, de la misma manera que nunca le había visto tan enfadado como ayer anoche. Pero quizá Miquel tenía razón, puede que lo mejor sea dejar que el ambiente se enfríe un poco.

Por eso mismo no ha entrado a mirar los WhatsApp.

Aunque la culpa no la deja concentrarse en otra cosa, y se empieza a notar.

—Nora, ¿me estás escuchando?

—¿Qué? —responde, con menos vergüenza de la que a Miquel le habría gustado ver.

—Joder, te estaba contando algo importante... Que yo siempre te escucho... —El tono lastimero de Miquel chirría un poco, pero Nora está demasiado cansada como para pensar en ello. Es tarde ya.

—Sí, sí; perdona... Estaba... Lo siento. —Ni tan siquiera es capaz de inventarse una buena excusa.

Miquel se muerde levemente el labio, pero vuelve a sonreír inmediatamente, enmascarando aquella sobra que a veces le cruza.

—Bueno, pues te decía que mi amigo...

Pero un fuerte ruido interrumpe el monólogo. El móvil de Nora está vibrando con fuerza encima de la manera. E insistentemente. No son mensajes, alguien la está llamando. Eso altera tanto a Nora que se levanta del sofá de un salto y lo coge. Todo el mundo le manda mensajes a no ser que algo demasiado grabe ocurra y se tenga que comunicar vía llamada.

El corazón se le para cuando ve el nombre.

Alejandro.

Desde que ayer no apareció en la fiesta, Nora se ha estado preguntando si es que algo malo le puede haber ocurrido, el desconcertante mensaje que le envió durante la semana todavía bailando en su memoria. ¿Mala situación familiar? ¿Qué estaba ocurriendo en su vida?

Con manos temblorosas y el corazón bombeando con fuerza contra sus costillas, descuelga la llamada y contesta.

—¿Sí?

—¿Nora?

La voz de Alejandro rompe algo dentro de Nora. De todas las facetas que ha conocido del chico, ninguna de ellas ha sonada de esta manera. Es desgarrada y tiene un llano oculto detrás de cada letra. No parece la voz de un adulto, o de un fuckboy, sino la de un niño asustado que está perdido.

—Qué pasa. —Nora intenta que su voz suene tranquila, calmada, para que el chico tenga algo en lo que resguardarse, pero el tono insistente y alarmado denota sus nervios.

—No... Esto es una mierda y no sabía a quién llamar y tú... Necesitaba... —Su voz es apresurada y las palabras se atropellan entre sí. Una imagen se empieza a formar en la cabeza de Nora, sobre cómo debe encontrarse en estos momentos el chico y eso le encoge el corazón.

Pequeñas Historias y Pequeños momentos (SKAM España)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora