Capítulo 9: Camino a la Salvación

18 3 0
                                    


Me desplomé en el suelo sin mucha fuerza aún sosteniendo la espada con flojez. Tanto dolor, tantas heridas, tantas ganas de dejarlo todo aquí... este es el fin que nadie desea. Tener tantas preocupaciones en mente y no poder acudir a resolverlos. Mis heridas son mortales, sentía como se me escapaba el aliento frío de mi cuerpo.
- ¡Haylen, Donoval! Espero que ustedes... estén mejor que yo ahora. -me arrastraba con sufrimiento

Sin embargo había algo más en todo esta escena. Un calor recorrió todo mi cuerpo y me ayudó a reincorporarme en cunclillas como por arte de magia.
- ¿Qué... está sucediendo? -no me había dado cuenta pero estaba la espada que apenas sujetaba empezó a tomar un brillo turquesa que me rodeaba- ¡¡¿¿Mis golpes??!! -las mordidas y marcas de dientes que tenía en mi mano sanaban ante mis ojos, levanté mi mano estupefacto mientras la cerraba y le daba vueltas para ver cómo se recuperaba

Y en un par de segundos el resto de mi cuerpo lo sentía diferente: las heridas de mi abdomen, las rajaduras de mi cara y hasta mi agotamiento en general empezaron a desvanecerse.
- Esto es realmente increíble. -mi respiración seguía agitada pero ahora por la sorpresa que tenía, todavía no podía creer en todo lo que estaba viviendo

 -mi respiración seguía agitada pero ahora por la sorpresa que tenía, todavía no podía creer en todo lo que estaba viviendo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

- ¿¿¿Francisco??? -el niño escalaba apresurado y muy preocupado- ¡¡¿Estás bien?!! Me tenías con el corazón en la mano. -yo me acerqué al filo y me deslicé hasta su posición

- No te preocupes... estoy mejor. -Kleith no podía dejar de verme con el ceño fruncido

- ¿No vas a explicarme cómo de la nada estás en perfecto estado? Ni un solo rasguño. -su expresión demostraba algo de miedo

- Te digo la verdad, ni yo lo sé. Desde que agarré esta espada me he sentido muy revitalizado y hasta podría decirte que más fuerte. -no parecía entender, sin embargo suspiró y sonrió

- Me alegro que no te pasará nada. Y supongo que sabremos el verdadero poder de eso. No tiene apariencia de una espada cualquiera y si mencionas que te sientes totalmente mejorado, tal vez sea una ¿¡ESPADA MÁGICA!? -sus ojos brillaban expectantes a la par que su imaginación hechaba alas y magnificaba la situación

- Es muy probable pero tampoco te ilusiones, muchacho. -me reí y le di una palmada en la espalda

- Uhm... hay que probarla. A ver, empúñala y golpea hacia adelante. -estaba seguro que no pasaría algo interesante pero no se pierde nada intentándolo; la agarré con fiereza y di un golpe certero con el arma, sin embargo no sucedió

- ¿Ves? No funciona. -levanté los hombros- ¿De dónde se te vino esa idea?

- Me pareció haberla visto en algún libro para dormir. -miraba la espada aún sin que ocurriera un evento mágico de ese estilo

- Ahora que lo mencionas, hay una espada muy conocida que contiene un poder enorme. Una historia que le contaba a Donoval antes de dormir. -observé detenidamente la espada, noté sus bordes ligeramente dorados y tres piezas de rubí incrustadas en el centro: dos en forma de medialuna que rodeaban a una en forma de rombo en el centro

El Árbol de la Vida: Comienzo de una LeyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora