Capítulo 19: Promesas a Futuro

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El coronel esperaba mi respuesta atentamente pero al no saber cómo contestarle, él prosiguió.
- ¡¿Saben lo que dice el informe?! -procedió a abrirlo meticulosamente mientras pasaba lentamente por cada hoja

- Lo que sea que hayan puesto debe ser mentira. Pero tenemos algunas cosas que... -él mostró su palma en forma de desacuerdo

- Primero lo primero. -continuó- Dos sujetos causando problemas dentro de la ciudad, uno de ellos es una potencial enemiga ángel mientras que el otro estuvo a nada de atentar contra unos oficiales, tras haber noqueado a uno. -chirrió los dientes- ¿Ahora no dices nada? Ya veo.

- Todo eso fue con una solo decisión: rescatar a mi familia. Fueron los soldados los que atacaron primero, guiados por la discriminación se negaron a aceptar nuestra propuesta. -dije con voz serena pese a las acusaciones

- ¿Propuesta? ¿Podrías ser más específico? -me observaba analítico desde el otro lado de las rejas

- Antepongo mi palabra y honor sobre lo que diré, solo escucha lo que tengo que decir. -le respondí como advertencia antes que continuar

- Di lo que tengas que decir, yo definiré hasta cuándo escucho o no. -su mirada me inquietaba y hacia titubear hasta que sentí la cálida mano de Emerald en mi brazo; antes de empezar aclaré la voz y continue

- Nosotros llegamos aquí solo con la mentalidad de ayudarlos en la guerra. Venimos de tierras lejanas, desde Edenis, la tierra del Árbol de la Vida. Sabemos cómo se debe acatar esta batalla para ganar y evitar que más personas salgan heridas o muertas.

- ¿Edenis, dices? -no se contuvo y soltó una sonrisa de burla- Acabo de tener un dejavu con mi niñez y cuentos de leyendas.

- ¿Quieres decir que no crees que existe? -volteó a verme tras oír eso

- Tengo suficiente edad para aprender a diferenciar entre lo que me puedo fiar y en lo que no. ¡No es la primera vez que escucho a un loco parloteando de ese lugar! Aunque tengo que admitir que traer a un ángel aquí es... realmente único.

- Yo no llegué hasta aquí para ser solo una prueba de mi lugar sagrado. Vengo a acompañar al LOREN. -respondió Emerald indignada

- ¿Al LOREN? Si mi memoria no me falla, él debería ser como tu líder, una suerte de elegido que debe portar una espada legendaria.

- Está en lo cierto. Solo déjeme mostrarle. No crea que voy a atacarle ni nada. Por favor. -justo antes de que invocara la espada, Emerald me detuvo y se me acercó para susurrarme

- ¿Estás seguro que es la mejor estrategia? No creo que tengamos que confiar en alguien que nos tiene encerrado. -comenzó a hablarme hasta que yo la miré

- Da un salto de fe. Si no funciona me podrás regañar todo lo que quieras. -le sonreí para que se calmara, a lo que ella en un gesto de entendimiento me soltó la mano

- Hazlo. -me dijo antes de dejarme solo con el general

- Observé con toda claridad... -me coloque justo al frente suyo- ... la verdadera CaelFatum, la Espada del Destino. -una luz celeste turquesa invadió la habitación y con un destello apareció la tan afamada espada en mi mano

El rostro del general Bryceton era indescriptible, solo sobresaltando más la emoción de sorpresa y asombro. Tras unos segundos de atonidad y que los ojos se acostumbraran al brillo celestino, el semblante del señor volvió a su estado serio original.
- Es... increíble. -su voz aún no se recomponía por completo y con un leve temblor acercó su mano hacia nosotros- ¿Me permite?

- Claro. -la mano del señor sostuvo el filo cortante de la espada sin llegar a lastimarse y pasó su dedo por el frío y suave cuerpo del arma

- Justo como lo imaginaba. Las palabras de mis antepasados tenían todo el sentido del mundo. Lamento haber dudado tanto antes. -dejo de posicionar su mano allí y siguió con su hablar- Y lamento haber dudado de la existencia de su título, señor Francisco.

El Árbol de la Vida: Comienzo de una LeyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora