17. Wyatt

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El olor familiar me inunda. Olor a menta, a fresco, a...casa. Nunca me he alegrado tanto de estar en casa. Voy a mi habitación y dejo la bolsa de lona al lado del escritorio. Me tiro en la cama y suspiro.

Por fin, por fin puedo respirar la paz. Aquí es dónde tengo que estar, dónde me siento a salvo por una vez en la vida.

Por fin.

Preston, Joy, mi padre. Ahora tengo que dejar mi actitud de siempre. Ser yo mismo. Me he cansado de ser el apagado, el que nunca sonríe, el que no valora las cosas importantes de la vida.

A la mierda todo.

Carpe Diem, no?

Me siento triste. Agotado. Con ganas de que esto se acabe. Lo más triste de todo es que acaba de empezar. La enfermedad, las ganas de dejar de buscar a mi madre y la insistente voz de mi cabeza que dice que empiece a creer en mis sentimientos. Esos que han aflorado hace poco. Parece un poco de locos todo lo que ocurre. No me da miedo decirlo pero si hacerlo. Me gusta Joy pero ella tiene novio, no puedo irrumpir en su vida para ahora tratar que a ella también le guste. Finalmente decido olvidar. Olvidar por un rato.

La fuerte voz de mi padre me despierta. Sus pasos pesados suben las escaleras. Una sensación extraña me sube por todo el cuerpo. Hace tres años que no me llama, que no sube a mi habitación, que no se preocupa.

Que la actitud de mi padre haya cambiado tan rápido me preocupa. Me preocupa que algún día me lleve una decepción y vuelva a ser como antes. Me preocupa curarme, puede que el camino de la enfermedad sea la clave para que mi padre sea un padre.

En el fondo siempre quise que mi padre se preocupase, o que por lo menos me hiciese caso. Ahora tengo la sensación que puede que eso se esté haciendo realidad. Pero por la enfermedad. Ha reaccionado por eso y ojalá no hubiese sido así, no por ella.

Abre la puerta lentamente, como si tuviese miedo de encontrarme ya medio descompuesto. Me mira, está tenso, cierra la puerta como un robot. Con la mano sacude el bote de la medicación.

-Te toca tomarte la pastilla-deja el vaso de agua en la mesilla de noche, junto con las pastillas.

-Gracias.

Asiente con rigidez y hace el ademán de salir pero se vuelve a girar. Me mira y su ceño se frunce como si hubiese visto algo mal en mi.

-Oye, hijo- vaya, no recuerdo la última vez que me llamó así.- Intenta no quedarte en la cama o en casa todo el día, recuerda que es una enfermedad que se puede curar. No pierdas las esperanzas. Aprovecha los días con tus amigos, sal a tomar el aire, haz lo que quieras pero no te quedes en casa, eso te consumirá más ¿vale?

Asiento como un niño cuando su madre le pide que recoja los juguetes. Ese es el padre que siempre quise tener.

Me ha llegado demasiado tarde, Papá Noel.

Necesito preguntarle muchas cosas, demasiadas ahora que está aquí, dispuesto para mi. Sobre mamá, sobre porqué siempre fue tan antipático conmigo, sobre si volveremos a nuestra normalidad o si desde ahora cambiará todo.

-¿Por qué?¿Por qué te has comportado así desde que mamá se fue?¿Por qué se fue?

Su suspiro fue audible. Me parece que no es una cosa que tenga preparada para decir. El silencio que rodeaba la habitación fue demasiado molesto. Y aterrador. Se masajeó la sien como si eso pudiera aliviar todo lo que le estoy preguntando. Le está costando decirlo pero me lo contará, ahora si. Tiene esa mirada. La de cansancio, se nota que está harto de mentirme con el tema de mi madre así que lo último que hará será evitar el tema. Me levanto de la cama y miro la hora. Tenemos tiempo. Aún estamos a media tarde.

Buscando En Las Estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora