Con un molesto rayo de sol en el rostro que se filtraba por las gruesas cortinas grises de su habitación la mañana comenzaba a parecerle eterna, no dejaba de pensar en Danielle. Y es que igual que la mañana anterior solo deseaba verla. Necesitaba calmar su ansiedad, así que lo primero que hizo incluso antes de abrir los ojos fue, primero ignorar las exigencias que demandaba su cuerpo y segundo llamarla. Se sentía de buen humero, ella no se arrepentía de nada y él, por supuesto solo de una cosa...No haberlo hecho antes.
El teléfono sonó cinco tonos antes que se escuchara la agradable voz de ella, tal vez saliendo de la ducha, fantaseó deseando poder presenciar una mañana de la señorita Ross...
-¿Hola? –contestó cautelosa, era extraño recibir llamadas tan temprano por la mañana.
-Buenos días Danielle
-Buen...--
-Habla Nicholas -la interrumpe-. En caso que no me reconozcas –bromea con una tremenda sonrisa en el rosto
-Buenos días a ti también Nicholas, creo que me sería difícil no reconocer tu voz, has sido protagonista de mis pesadillas desde que comencé a trabajar para tiLe siguió la corriente, le gustaba escucharlo así de tranquilo. Y sí, acababa de salir de la ducha y ahora buscaba su ropa en el armario para alistarse para el trabajo.
-Debieron ser unas pesadillas bastante ardientes –ronronea seductor
-Sí, en todas te quemabas en la hoguera –continúa soltando una risita
-Perversa ¿al menos estaba desnudo?
-De hecho no –vuelve a reírLa sonrisa en su rostro era inmensa, no explicaba cómo es que una simple llamada podía alegrarla tanto, así que escogió un vestido de la percha y lo lanzó sobre la cama mientras buscaba ropa interior en la cajonera y continuaba escuchándolo muy atenta
-Escucha, por más que me encantaría pasar a recogerte para darte el mejor beso de buenos días que tendrás en tu vida, no podrá ser. Hoy tengo la visita de mi padre, al parecer las noticias vuelan y todo se comienza a complicar
-Entonces es una llamada de trabajo –suspira algo desilusionada
-No, es una llamada de buenos días y además quería pedirte algo un poco personal
-Usted dirá jefe –comienza a vestirse.
-Por favor no te pongas una faldita, no me tortures con esas preciosas piernas, hoy tiene pinta de ser un día complicado y saber que no podré tocarte lo convertirá en una tortura –dramatiza
-Qué bueno que llevo vestido –se burla
-¿No me digas que es el vestido gris con cinturón? –protesta
-De hecho si... -se detiene en medio de la habitación-. ¿De verdad has prestado atención a lo que uso para trabajar?
-Por supuesto, no estoy ciego
-Bueno ya, me estás retrasando ¿algo que quieras que haga para no interrumpir cuando estés con tu papá?
-Hay que organizar la reunión de directorio, ve que la secretaria lo haga bien, te dejo a cargo
-Muy bien
-Ahora puedes pedirme algo, lo que quieras –ronroneó sugerente
-No me mires las piernas en el trabajo, ayer Frida, se dio cuenta –recuerda y pide hablando muy en serio
-Imposible. Nos vemos en la oficina, adiós.Cortó la llamada antes que añadiera algo más, no podía seguir escuchándola o la erección con que se había despertado no desaparecería ni con 10 duchas frías.
Nunca le había costado tanto salir de la cama, en realidad nunca había tenido una conversación con una mujer apenas abriera los ojos por la mañana. Era nuevo para él. No le molestaba, de hecho lo había cargado de energía. Y ganas de verla aunque fuese a la distancia.
Refunfuñando para sí mismo empujó las sabanas lejos y se levantó con su erección matutina apuntando por una ducha fría. Se encerró en el cuarto de baño y entró en su lujosa ducha tomándose su tiempo para repasar los alocados momentos que ha tenido con Danielle, la joven atractiva y eficiente que llegó para ser su asistente hace ya 7 meses. La misma a la que observó casi sin parpadear la mañana de las entrevistas. Aquel día su cabreo (como de costumbre) era monumental, estaba harto de no contar con una asistente competente. Le había encomendado la tarea a Tamara, confiaba en ella y pese a que no era su área, aun así le dio una descripción de lo que quería en "la" nueva candidata, destacando que fuese alguien con estudios pero sin experiencia de este modo podría moldear a quien fuese a tomar el puesto a su gusto. Pero ninguno de los ya entrevistados durante esa semana le llamó la atención, eran simplemente "mediocres", así que decidió aparecer en la sala de entrevistas. Se sentó a un lado con la intención de escuchar atentamente como Tamara, buscaba a la persona indicada.
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Porque YO lo digo
RomanceÉl es Nicholas Allen, el denominado demonio al mando. Ninguna asistente consigue superar el mes. Ninguna lo soporta. Desfilan como si de una pasarela se tratara. Y lo intentó con varones, pero resultó un completo desastre. Hasta que ella llegó. Dan...