Lunes 26 de noviembreEran apenas las 7 de la mañana cuando Danielle, llegó a la oficina, se sentía impaciente por ponerse al día con todo lo que quedó pendiente después de la trampa de Nicholas, el jueves por la tarde. Organizó todo el trabajo pendiente y se puso manos a la obra de inmediato. Miró su celular de vez en cuando a ver si Nicholas, le enviaba algún mensaje pero no había nada, solo hubo un "OK", como respuesta al mensaje que le envió avisándole que se iba temprano al trabajo.
A las 8 de la mañana en punto apareció Frida, en la oficina radiante y más arreglada que de costumbre, se había retocado el cabello y estaba muy bronceada.
-Buenos días Danielle ¿qué tal tu fin de semana?
Una sonrisa instantánea apareció en el rostro de Danielle, al pensar en su fin de semana con Nicholas.
-Maravilloso ¿te sentaron bien estos días libres?
-Solo mírame, estoy como nueva, perfecta
-Que bien ¿tu hijo está bien?
-¡Mejor imposible!
-Me alegro, bueno pendientes solo hay en la bandeja de salida, debes entregarlos a primera hora y abastecer la sala de descanso, el resto ya está listo
-Sí jefaIgnorando su tono condescendiente Danielle, regresó a su mesa de trabajo para sacar la llave del despacho de Nicholas, aún no preparaba la oficina y llegaría en cualquier momento así que corrió. En el interior encendió la calefacción, revisó el aseo y finalmente se fue hasta el escritorio, a preparar la computadora antes de revisar los documentos en la bandeja de salida, por algún motivo se sentía nerviosa por verlo..., el fin de semana habían pasado tantas cosas, tuvieron su primera cita, cenaron en el restaurante favorito de Nicholas (el que no era para nada lujoso) hablaron, y hablaron mucho y ninguno acabó enfadado. Tuvieron su primera borrachera juntos, fueron a un club y se divirtieron, en algún momento de la noche vieron a Jim, también se toparon con Amanda, pero Danielle, decidió ignorarla, seguía muy enfadada con ella. Se amanecieron hablando de la vida, Danielle, insistió en que su tía debía tener un pacto con el diablo para poder cocinar como lo hace, su lasaña es como darle un mordisco a Italia, o al menos así se lo describió. Nicholas, habló de lo mucho que le gustan las películas de terror, el suspenso, el gore (es realmente una obsesión) y sus autos...
Se sentía como haber pasado al siguiente nivel. Pero sus nervios no eran solo por volver a verlo, eran porque temía haberlo hecho enfadar al enviarle ese texto por la mañana. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que dejó caer una carpeta tirando todos los papeles al piso
-Señorita Ross ¿qué hace allí abajo?
Saltó del susto al escuchar su voz, la tomó completamente desprevenida recogiendo los documentos literalmente debajo del escritorio. Se golpeó la cabeza
-¡Ouch!
Intentó levantarse sin parecer una boba, pero ya estaba roja como un tomate, lo sabía, le ardía el rostro. Se puso de pie a toda prisa, estirando su pantalón y haciendo malabares con los papeles con ayuda de su mano aun con la muñequera
-Danielle
Suspiró su nombre soltando el aire pesadamente, frustrado, no podía enfadarse porque no le permitió recogerla, era la cosa más dulce justo en ese momento tocándose la cabeza en la zona del golpe ruborizada y confundida
-Hola..., buenos días ¿señor Allen?
Lo miró a los ojos mientras torpemente intentaba acabar con la tarea de meter todo de regreso en la carpeta y sin poder dejar de pensar en cómo debía llamarlo, era incómodo.
-¿Te encuentras bien? –acabó con la distancia y se acercó a ella
-Sí, solo me sorprendiste... -murmuró mirando los papeles en su mano
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Porque YO lo digo
Roman d'amourÉl es Nicholas Allen, el denominado demonio al mando. Ninguna asistente consigue superar el mes. Ninguna lo soporta. Desfilan como si de una pasarela se tratara. Y lo intentó con varones, pero resultó un completo desastre. Hasta que ella llegó. Dan...