EXTRA | Perro malo

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Tiro un brinco cuando un ladrido me logra hacer que mi corazón lata desenfrenado, pero que susto

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Tiro un brinco cuando un ladrido me logra hacer que mi corazón lata desenfrenado, pero que susto.

—Perro malo, ¿Cómo me asustas? —Pregunto, sacando mi teléfono, creo que la vecina tiene internet. ¿Lo tiene?

El perro seguía ladrando, me volteo a verlo con mi mano en la cintura y le enseño mi lengua.

—Cállate —ordeno, pero simplemente logro sacarle más gruñidos y ver como se apalanca de la cadena —, ay, pobre bestia. Ni me alcanzas. ¿a que no, lady?

Este me gruñía mas, pero que perro.

Me volteo moviendo mi mano en despedida. Ay, creo que la noche me hace convivir con cualquier cosa.

Me par de golpe cuando escucho un crac y la cadena arrastrarse. Trago saliva y con un temblor en mi mano me giro a ver que mi amigo –al cual no le agrado- logro romper su prisión, y no me mira para nada bonito.

Muy bien Celeste, ¡Corre!

A duras penas guardo en teléfono y hecho carrera con el perro tras de mí, quien me trae andando retándolo.

Corro como si eso dependiera de mi vida, o tal vez si lo era. Si me mordía mamá me quitaría en teléfono, con ello mi oxígeno.

¡El maldito perro de la vecina lo decía así! ¡Era mi destino!

— ¡Aléjate perro del mal! —Le grite con desesperación, puesto mi pecho ardía al no tener el suficiente oxigeno —. ¡Es que tú nunca te cansas!

Exclamo con dolor en mi garganta y mis pies ya dolían con el golpeteo al suelo, más no podría pedir ayuda, mis padres sabrían que salí de casa.

Mi respiración era tan pesada que mis pulmones ardían, a lo exigían que parara.

Ese perro me odia.

Ante tanto de la adrenalina no me había acordado que en mi espalda traía la pequeña mochila la quito con lentitud y miedo a que se me caiga, al igual que mi salvación.

Empecé a hurgar en el en busca de una chatarra o algo que me salve. Estoy segura que traía un sándwich que cargaba cuando me daba hambre. Lo cual siempre me pasa.

— ¡Bingo! —Grite, parándome en seco y aventándole en sándwich al perro—. ¡Genial! ¡Estoy a salvo!

Festejo cuando el perro se devuelve a correr por la comida. Ahogo un suspiro y apoyo mis palmas en mis rodillas respirando una y otra vez hasta calmar mi irregular forma de tomar oxigeno.

— ¡Ja! —Me burlo una vez que me recupero —, la comida siempre es la debilidad de cualquier ser en este planeta.

Y al decir eso escuche un pitido y, me di cuenta de algo:

¡Estaba en medio de la calle!

Quítate, atolondrada.

De un salto logro sacarme del posible atropello y miro a la camioneta blanca pasar.

—Esto me pasa por buscar internet —me regaño, acomodo mi mochila en mi hombro y vuelvo a reanudar la caminata.

Ahora, a ir al internet de la plaza.

Y el perro no me ayudo a aprender la lección.

Wattpad puede más.

•×•×•×•×•

La sandía y el melón en mi plato me hizo hacer una mueca, mi madre acerca un vaso de jugo natural de pepino.

—No tengo ganas de desayunar —le hago saber, agarrando mi teléfono que estaba al lado del plato.

Mi madre me brinda una mirada de decepción, ya que nunca dejo mi teléfono ni para comer y cuando me ducho lo meto en una bolsa para usarlo sin mojarse. Mi teléfono jamás lo suelto.

—No te estoy preguntando si tienes ganas o no, vas a desayunar y punto —sentencia, apuntando con su dedo índice al piso.

Bufo irritada y tomo el tenedor mientras con la otra abro lo actualizado.

—A la izquierda Celeste —me indica, empujando el tenedor y hacer que la fruta entre en mi boca.

—Gracias —digo, buscando el vaso con la otra mano.

—Gracias, mangos —dice mamá quitándome el teléfono de un arrebato.

— ¡Mama! ¡Por que hace eso! —Peleo en vano. Iba en la mejor parte.

—Termínate eso, y el teléfono vuelve a tus manos.

Zanga, cruzándose de brazos. A regañadientes me pongo a comer toda la fruta y tomar el vaso de jugo con el ceño fruncido.

—Bueno días, mis mujeres de la vida —saluda papá, con una sonrisa en sus labios. Iba a contestar, sin embargo al abrir mi boca un trozo de fruta cae iugh, hasta mis padres hacen la mueca.

—No hagas eso, que puedo vomitar —indica mi bella madre, con una mano tapando su boca.

Oh si, mamá es asquerosa, no soporta ni un olorcito que ya puede estar vomitando o simplemente platicarle algo de tripas o algo así y vomita o hace arcadas, ¡Hasta con ver sangre!

Yo me encogí de hombros y termino asintiendo.

—Anoche el perro de la vecina no dejaba dormir —se queja papá. Por lo que el pedazo de sandia se atora en mi traque haciendo que tosa —, no comas a la carrera.

Riñe papá. Dejo el tenedor a un lado.

—Estaba muy inquieto, en verdad.

Argumenta, yo simplemente me quedo callada.

—Hasta la cadena rompió, ¿será un ladrón? —ay padre, la única ladrona de WiFi soy yo.

— ¿No te despertó, Celeste? —Indaga, yo niego —, pero si mi hija duerme como roca, toma tu teléfono y ve a mejorar ese cuatro.

—Si bueno, adiós.

Agradezco que el perro no hable o me hecha de cabeza. 

Buscando Wi-Fi  (Borrador) ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora