Capítulo 2: Revelaciones

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Ya era de día en Konoha, y de podía ver que Hiruzen estaba firmando ese maldito papeleo. El viejo mono parecía más muerto que vivo, pero se terminó de despertar cuando Naruto entró a la oficina por la ventana.

-Abuelo, tuve un sueño bastante raro...- dijo el rubio.

-Estoy trabajando, luego me cuentas.- dijo el viejo.

-Es sobre el Kyubi y sobre el Yondaime Hokage.- mencionó el ojiazul, y el Sarutobi se paró en seco.

-¿Qué viste?- preguntó asustado el viejo.

-Ví como el Yondaime y una mujer pelirroja se enfrentaban al zorro, y este atacó una cuna, en la cual había un bebé, pero los dos guerreros se atravesaron. Luego el Kyubi desapareció en una luz roja y entró en el bebé. Y la cuna tenía una placa que decía mi nombre.- explicó el niño.

-¿Qué interpretaciones sacaste?- preguntó el Sandaime.

-Que el Yondaime selló a la bestia en mí. También supongo que la mujer era una Uzumaki, leí un libro sobre mi clan, el cuál está casi extinto.- dijo Naruto, mirando fíjamente a Hiruzen, el cual hizo un gesto para que los ANBU se vayan.

-Esa mujer es tu madre; y luego de tu abuelo y Mito, la esposa del Shodaime Hokage; era de los más fuertes de ese legendario clan.- confirmó el viejo.

-Y supongo que el Yondaime es mi padre...- dijo el niño, recibiendo un asentimiento por parte del Hokage.

-Si quieres saber algo de ti madre, pregúntale a Mikoto Uchiha. Y si deseas saber de tu padre, debes ir con Fugaku Uchiha. Ellos eran los mejores amigos de tu madre y padre respectivamente.- mencionó el Sarutobi, recibiendo un asentimiento por parte del ojiazul.

-¿Las personas me odian por mantener a raya al bijuu más poderoso de todos?- preguntó Naruto.

-Si lo dices de esa manera, suena estúpido... pero es la verdad.- dijo Hiruzen, abrazando al niño.
-Pensé que te lo tomarías a mal...- murmuró el Hokage.

-¿Por qué no me lo dijiste antes?- preguntó el rubio.

-Tus padres tenían dos aldeas tras sus cabezas, y si supieran que tuvieron un hijo...- dijo el Sandaime, haciendo que Naruto comprendiera.

-Voy a encontrar mi herencia, el consejo no me puede evitar conocer lo que es mío.- dijo Naruto.

-Tienes razón, es un derecho, y no lo pueden refutar.- dijo Hiruzen, y el niño se fue a su hogar.

Naruto volvió a su casa, y se sentó a meditar, quería ver si podía hablar con el Kyubi.

Cuando se concentró al máximo, apareció en unas alcantarillas. Caminó durante un rato, hasta llegar a unos barrotes rojos unidos por un sello. De la oscuridad salió un zorro de pelaje naranja gigante, brazos como los de un humano, grandes garras filosas, ojos rojos carmesí que reflejaban odio y poder y 9 colas ondeando en su espalda.

-Vaya, hasta pensé que serías un poco más aterrador...- se burló el niño.

-¡Mocoso, debes tenerle respeto al bijuu más poderoso!- dijo con cólera el zorro.

-Estás detrás de unas rejas, cálmate un poco.- pidió el ojiazul.

-¿Qué quieres aquí?- preguntó el bijuu, que poco a poco se serenizaba.

-Vengo a hacer un pacto. Tú me ayudas, yo te libero del sello.- dijo Naruto.

-¿Qué te hace creer que te obedeceré cuando me liberes de esta celda?- preguntó el Kyubi.

-¿Y qué harás cuando te deje libre?- preguntó Naruto.

-Tomaré el control de tu cuerpo y destruiré a Konoha por lo que me hicieron.- dijo el zorro malignamente.

-Pues te puedes pudrir en mi interior. Yo no quiero que seas mi subordinado, quiero que me ayudes como amigo.- explicó el niño.

-¡No le daré mi poder a una insignificante escoria como tú!- gritó el bijuu.

-No estoy tan interesado en tú poder, quiero que me ayudes a entrenar los jutsus de mis padres.- dijo Naruto.

-En tantos años de existencia, los humanos solo vinieron a mí para pedirme poder. Pero este niño quiere que lo entrene...- pensó el zorro, mientras miraba al niño sorprendido.

-Está bien, pero solo por tu gran honestidad. A pesar de ser humano, tu honestidad se ha ganado mi respeto.- dijo el Kyubi.

-¿Puedes decirme tu nombre? No creo que Kyubi sea un nombre...- dijo el rubio.

-Kyubi es el título que me dieron las personas por el número de mis colas. Mi verdadero nombre es Kurama.- se presentó el zorro.

-Soy Naruto Uzumaki, estoy agradecido de que cooperes conmigo.- dijo el rubio, que se fue de su subconsciente.

-Él sí es astuto... quizás le dé mi poder, algún día...- pensó el Zorro de 9 colas.

Naruto despertó, y se decidió por buscar las cosas de su madre y padre.
Fue a la residencia Namikaze, y vio que era una casa bastante simple. Quizo entrar, pero una descarga eléctrica proveniente del sello del picaporte lo hizo retroceder.

-Debes usar tu sangre para romper el sello.- informó Kurama, a lo que el rubio lo obedeció.

Pudo ingresar al hogar, y la puerta se cerró detrás de él. Inspeccionó el hogar, y encontró una carta en una cama.

"Querido Naruto,
Si lees esto, es porque estamos muertos, hemos cedido ante el Kyubi. Pero quiero decirte que te amamos, y que debes entrenar para convertirte en el mejor ninja.
Kurama, así es, sé tu nombre. Quiero pedirte que cuides de mi hijo, y que lo conviertas en una leyenda.
Encuentra por tí mismo nuestras cosas, y honra al clan Uzumaki y Namikaze.
Te ama, Kushina Uzumaki."

A Naruto se le cayó una lágrima, y Kurama sonrió ante la petición de su segunda Jinchuriki. El rubio notó que debajo de la cama había una trampilla, que pudo abrir luego de romper el sello de sangre. Cayó en un pasillo, y caminó un poco hasta encontrarse con una puerta. Cuando la abrió, vio que había una gran librería, y en un escritorio había otra carta.

"Naruto,
Te habla tu padre. Quiero que sepas que estoy muerto, y te dejé muchos jutsus, entre ellos mis creaciones. Quiero que honres mi legado, y perfecciones mis técnicas. La herencia Uzumaki está en Uzu, y solo tú puedes entrar.
Te ama, Minato Namikaze."

Al ojiazul se le escapó otra lágrima, pero fue interrumpido por Kurama.

-Ya leíste la carta, hay que ir a entrenar a Uzushiogakure. Toma tus cosas y sellalas en un pergamino de almacenamiento. Nos vamos mañana a la mañana, así que vete a dormir que es tarde.- dijo Kurama, y el rubio comenzó a sellar todos los pergaminos y armas del lugar. Él había visto a un ANBU peliplata almacenando unas cosas en un pergamino, el cual tenía un dibujo en él. Pudo aprender el jutsu de sellado en poco tiempo, y comprendió que era un prodigio.

El Legado del Rayo AmarilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora