El Legado del Rayo Amarillo

Capítulo 35: Guerra en Konoha (parte final)

Madara y los dos de Konoha comenzaron a batallar. Naruto y Sasuke lograron poner en apuros al Uchiha más fuerte de la historia, el cual usó las sombras del limbo para distraer a los dos y robarle el Sharingan al debilitado Kakashi. De esa forma, Madara pudo entrar a la dimensión del Kamui, y arrebatarle el Rinnegan a Obito, concretando su plan.

Naruto usó sus nuevas habilidades curativas para darle un ojo nuevo a Kakashi, y cuando un vórtice apareció, vieron a Madara aparecer junto a Obito, el cual estaba completamente dominado por el Zetsu negro.

Madara comenzó a levitar, se quitó la cresta de la frente, y abrió el Rinnesharingan rojo, realizando el Tsukuyomi Infinito. Sasuke protegió a los presentes con el Susanoo, y los que evitaron caer en el Genjutsu fueron Naruto, Sasuke, Kakashi y Sakura, porque el Rinnegan y en Susanoo de Sasuke evitaban el Genjutsu; y Obito, que estaba siendo controlado por el Zetsu negro. La luna se iluminó, imitando la luz del sol, y todos los que estaban fuera del Susanoo cayeron bajo el Genjutsu, y sus cuerpos fueron envueltos por el Shinjuu. Todos ellos vivían en un sueño alterno, donde todo era paz y armonía.

Los únicos que sobrevivieron fueron Hashirama, Tobirama, Hiruzen y Minato, ya que eran Edo Tenseis.

El Genjutsu terminó, y el mundial entero había sido encerrado en el Shinjuu. Sasuke deshizo el Susanoo, y Naruto estaba recriminándole sus actos al Uchiha más poderoso. De repente, el pecho de Madara es atravesado por la mano de Obito, el cual era manipulado por el Zetsu negro. Todo el tiempo, Zetsu negro había manipulado a Madara, incluso al mismísimo Indra, con el deseo de revivir a su madre.

El cuerpo de Madara se retransformó, y ahora Kaguya había revivido. Zetsu dejó de controlar a Obito, y se metió bajo la ancha manga del Kimono de su madre. El rubio atrapó a Obito en el aire, y lo recostó en el suelo.

Sasuke quiso ir a enfrentarla, pero Naruto se interpuso.

-Déjamelo a mí... yo la debilitaré lo máximo posible, y ustedes se encargan de librar a todos del Genjutsu...- dijo Naruto.

-¿Ustedes? Necesitamos estar nosotros dos vivos para eso...- dijo Sasuke.

-¿Recuerdas la primera vez que hablamos, que estuvimos charlando durante media hora, y terminamos chocandonos las palmas en forma de amistad? Tengo planeado volver a hacerlo...- dijo Naruto, el cual estaba en su forma base.

Sasuke miró hacia todos lados, y luego miró hacia Obito, y sus ojos se abrieron a más no poder. El Uchiha recuperó su cabello negro, sus energías, su fuerza; tenía los dos Sharingan es sus cuencas, y como si eso fuera poco, tenía la marca del Rikudou en su palma derecha.

Naruto comenzó a emanar muchísimo poder. Su cabello se volvió plateado, al igual que sus ojos, y su aura se volvió plateada y calurosa. Sus prendas superiores se deshicieron por el calor, pero extrañamente, sus prendas inferiores estaban intactas.

-¡Kaguya, ya se que llegaste hace poco, pero te vas a volver a ir pronto!- dijo el rubio, cuya voz parecía tener eco.

Ambos se fueron a otra dimensión, producto de la habilidad de Kqguya, y comenzaron su lucha. La Otsutsuki estaba frustrada, ya que ninguno de sus ataques lograba golpear al ahora peliplata. Naruto le dio una serie de golpes a la velocidad de la luz, y la mandó a estrellarse contra el suelo.

Creó una gran esfera de Chakra en su mano derecha, de color plateado, y la lanzó hacia Kaguya.

-¡Rasengan Divino!- dijo el peliplata, y el ataque impactó a Kaguya, y estalló en luz.

La madre del sabio de los 6 caminos se levantó, algo dañada, y activó su Byakugan. La batalla cada vez era más reñida, ya que a medida de que Kaguya aumentaba su poder, Naruto iba perdiendo el suyo. El peliplata tomó distancia, y Kaguya decidió hablar.

-¿Quién eres y qué es ese poder?- le preguntó la peliblanca.

-Naruto Uzumaki, este es el Ultra Instinto...- dijo el chico, golpeando varias veces al aire.

Varias ondas de aire golpearon fuertemente a Kaguya, la cual se reincorporó en el aire y se abalanzó imprudentemente hacia el chico. En un solo segundo, y moviéndose a una inconmensurable velocidad, Naruto le dio muchos golpes a Kaguya, y luego la mandó a volar de una patada.

-Taiton: Vendaval.- dijo el peliplata, soplando fuerte y lanzando una gran serie de ondas de viento muy filosas con la fuerza de un huracán.

Kaguya, como era de esperarse, sobrevivió y recurrió a un último recurso. Comenzó a lanzarle huesos grises, los cuales petrificaban todo lo que tocasen. Envió a Naruto a una dimensión donde la gravedad era gigantesca, cosa que también afectaba a la peliblanca, pero el Uzumaki logró esquivar a duras penas los huesos.

Cambiando a una dimensión desierta, Kaguya volvió a intentar atacar a Naruto, pero el rubio ya se había cansado demasiado. Los ataques le hicieron mucho daño, y el rubio perdió su Ultra Instinto. Kaguya sacó medio hueso de la palma de su mano, y se lanzó hacia Naruto para acabarlo. Cuando todo parecía perdido, y Kaguya estaba a centímetros de él, el rubio sonrió y apuntó su palma hacia ella. Un aura morada lo rodeó, y pronunció el ataque final.

-¡Hakai!- dijo Naruto, y Kaguya fue desvanecida de la existencia.

El Zetsu negro intentó escapar, pero el rubio creó un pequeño sol en su dedo índice y lo carbonizó.
Naruto no sabía cómo volver, y supuso que se quedaría allí toda la vida, pero para su fortuna, Sasuke podía viajar entre dimensiones gracias a su nuevo Rinnegan. El rubio regresó al mundo normal, y Obito le extendió su mano derecha.

-Esto te corresponde a ti...- dijo el Uchiha.

-A ver si entendí. Transferiste el poder del Rikudou a Obito...- dijo Kakashi.

-Pero no de manera permanente, ya que solo lo puede portar la reencarnación de alguno de los dos hijos del sabio.- dijo Naruto.

-Y me dijo que debía buscarlo entre dimensiones luego de media hora, y estuvo en lo correcto.- dijo Sasuke, sonriendo.

-Es un maldito genio...- pensaron Sakura, Kakashi y Obito, riendo un poco.

Naruto y Sasuke realizaron un jutsu en conjunto, utilizando las manos donde tenían la marca del sabio, y deshicieron el Genjutsu. La guerra por fin había terminado, pero quedaban asuntos pendientes por resolver.