3. Alexander

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POV Alexander

La oficina cada vez me asfixia cada vez más, deseo descansar pero es imposible. Hay tanto por hacer ahora que estamos en la quiebra, desde que Mario es el presidente todo anda mal, las ventas han bajado, las cifras son cada vez peores.

Me pongo de pie y camino de un lado a otro, la desesperación me está matando. Necesito hacer lo que sea para sacar a ese imbécil de la presidencia; podrá ser el hijo mayor de mi padre, pero de negocios no sabe nada.

Sin embargo, esa no es la única situación que me preocupa, he intentado localizar a Susan de todas las formas posibles, por suerte el detective Ruiz me tendrá listas las investigaciones esta tarde.
Sé que no soy su persona favorita pero tendrá que ayudarme, la voy a convencer sea como sea, su madre es una de las mejores abogadas y supongo que ella también lo es, ese siempre fue su sueño.

Son apenas las tres de la tarde y ya estoy ansioso, no puedo esperar más y decido irme de la oficina. Que el inteligente de mi hermanito se las arregle solo.

En el auto decido llamar a Ruiz y le doy la dirección de el café en donde nos encontraremos. La curiosidad me invade, necesito saber que ha sido de Susan y su vida, seguramente sigue siendo una mujer hermosa, con suerte y puedo ganarme de nuevo su confianza, aunque eso me generaría conflictos con Valeria y sus celos estúpidos. Pero debe comprender, ella está igual de desesperada que yo, de esto depende nuestro futuro.

Llego al café y escojo una de las mesas del fondo, entre más ocultos mejor. Veo el reloj y ya es tiempo de que Ruiz llegue, mis manos están sudando.

Tomo el periódico que dejaron en la mesa y empleo en ello el tiempo mientras espero pero no me concentro en lo absoluto. Miles de ideas pasan por mi cabeza, tal vez Susan se fue del país y por eso me es difícil encontrarla, o está trabajando en los negocios del señor Becker, no sé nada de ellos desde que me fui por el error de Susan. Eramos tan sólo unos jóvenes, no podíamos casarnos o tener al niño, nuestros padres nunca se llevaron para nada bien y eso solo lo empeoraría todo.

Estos recuerdo nada gratos me hacen pensar en la visita que hice a Susan, lamentablemente no la encontré pero sí a su hermana loca, me costó reconocerla, físicamente ha cambiado pero mentalmente sigue siendo la misma niña problemática y altanera que conocí hacen años. Lo que más me impresionó es que ya tiene un hijo y por lo visto ya bastante grandecito, no logré verlo bien gracias a que la loca estaba frente a mí, evitando con su cuerpo que pudiera ver al chico.

Veo a Ruiz entrando al local y eso me pone más ansioso. El viejo Ruiz trae un atuendo de playa lo que se me hace muy extraño y nada acorde a la situación. Estrecho su mano, y ambos nos acomodamos. La mesera toma nuestra orden y se retira observando a Ruiz extrañamente.

— Buen sombrero.  — me mofo un poco.

— Disculpe mis fachas, voy de paseo con mi familia y no me quise ir sin antes entregarle esto.

Ruiz me entrega un sobre amarillo, rápidamente lo abro y veo fotografías. Pero no hay nada que me impresione, son fotos de la hermana loca de Susan, su hijo y su abuela... doña Anna.

— ¿Y Susan?  — cuestiono observando las fotos.

— Ella se encuentra aquí.  — me entrega una foto de la hermana loca de Susan frente a una lápida.

Me quedo sin palabras, sin poder creer lo que veo.

— ¿Es una broma?  — estoy desconcertado.

— No, señor. La joven Susan murió en un accidente junto a sus padres. No me fue nada difícil encontrar información sobre ello ya que eran una familia muy poderosa. Incluso salió en el periódico, teniendo en cuenta lo importante que son para usted es raro que no se haya dado cuenta antes.

¿Me enamoré de Alex?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora