5. El regreso de Sam

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— ¿Qué diablos?

— La piruja que tienes por mujer me lo dijo.

¡Vaya! Me desconcierta enterarme pero no me sorprende, Valeria siempre ha intentado agradar a mi padre, aunque él la rechace por no ser una mujer de buena familia o de dinero. ¡Detesto la forma de ser de mi padre! Tan grotesco, tan egoísta, nunca le ha importado nada más que él mismo y para mi desgracia soy igual.

Guardo silencio, no quiero hablar de esto con él, Valeria tendrá que escucharme cuando llegue a casa.
Él se limita a observarme, se pone de pie y camina sin quitar su mirada de mí, su traje azul marino luce impecable, su cabello lleno de canas estrictamente peinado; lo veo y es el mismo hombre con la mirada frívola que recuerdo cuando era un niño, nunca lo vi como un padre, sino como un hombre que se encargó de pagar mis gastos hasta que pude trabajar en su empresa. Saca el puro de su boca y una sonrisa se posa en su rostro.

— Creo que Susan no cumplió su promesa, hijo mío.

— Supongo que Valeria también te contó que está muerta.

— Supones mal — alza su dedo frente a mi rostro pero en seguida lo aparto — eso yo ya lo sabía.

Abro los ojos y mi furia aumenta aún más.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— Estabas en tu viaje, hijo — su cinismo es tan evidente — pero no vine a hablar sobre Susan, sino su hijo, mi adorado nieto.

— ¿Adorado? — imito su actitud y río cínico — ni siquiera lo conoces.

Mi padre frunce el ceño, al parecer le molestó lo que le dije pero no reacciona como lo esperaba.

— Eso cambiará pronto — vuelve a sentarse en mi lugar dentro de la oficina y yo tomo asiento un tanto alejado — quiero conocer a mi nieto, quiero verlo crecer, ofrecerle un futuro digno de un Coleman.

— Eso no pasará...

— No me interrumpas — ignora mis palabras — siempre he creído que tienes más potencial que Mario, hijo. Sé que tú podrías hacerte cargo de este lugar sin mi ayuda, pero no todo es gratis en la vida, date cuenta que me estás ofreciendo algo que Mario no, un nieto. ¿Te das cuenta de la ventaja que llevas? Me estás dando un futuro heredero.

— ¿Heredero?

— Claro. El chico puede ser dueño de todo lo que tengo y aún más, y claro, siendo el padre tú también.

— Pero algo falla en tu ecuación, padre — sonrío — el chico ya tiene una madre y no necesita tu asqueroso dinero, su familia tiene todo para que pueda vivir con los mejores lujos.

— ¿Y tú, Alexander? ¿Qué tienes? El segundo lugar en una empresa, cuando podrías tenerlo todo. ¿No es lo que siempre quisiste? Y en cuanto a la madre, esa mujer no lo es, entiende.

— Pero el chico cree que si lo es. Se aman y no dañaré algo como eso por tu dinero, aunque estoy seguro de que no puedes comprender eso.

Me pongo de pie y giro para salir de la oficina y antes de que pueda salir, la voz de mi padre me detiene.

— No lo arruinarás — volteo y lo veo de pie — solo quiero que te lo ganes, que te vea como un padre y a mí como su abuelo, quiero que el niño se involucre en nuestra familia, en ningún momento mencioné el quitarselo a su supuesta madre.

— Eso no ocurrirá de un día para otro. — respondo apenas audible.

— Lo sé — se dirige a la salida — es por eso que tienes treinta días, si no lo haces... olvidate de obtener todo esto.

¿Me enamoré de Alex?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora