20. Quiero conocer a mi sobrino

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En algún momento Coleman mencionó a su hermano, al parecer su relación es compleja gracias a situaciones que de algún modo siempre los ha llevado a competir.
Como era de suponerse, el ambiente está tenso, Coleman se encuentra de pie apoyado en la blanca pared del hospital mientras sus brazos cruzados anuncian la molestia e incomodidad que ha provocado su hermano.

Han pasado tan solo unas horas y siento que llevo días en este hospital, así que con total determinación me pongo de pie y me dirijo hacia la cafetería para al menos escaparme un rato de la situación familiar de Coleman. Andy insiste en acompañarme pero insisto más en que espere junto a la abuela, por bondad de Dios ha cedido, pues necesito estar sola un rato.

Camino por el pasillo observando cada detalle, eso me recuerda una vez más porqué odio los hospitales. De forma inconsciente reviso mi móvil, hay mensajes de Sam y Rodrigo. Ambos han tenido que ir a casa por cuestiones que desconozco pero supongo que es algo urgente.

Guardo el móvil luego de responderles con un cortante "todo está bien" creo que es suficiente, no pueden esperar más de mi en este momento. La cafetería se encuentra vacía a excepción de dos personas, a juzgar por sus caras están pasando un mal rato y lo entiendo, nadie está en un hospital por diversión.

Tomo asiento cerca de un ventanal, inhalo y exhalo profundamente hasta que siento mi cuerpo relajarse, por un instante cierro los ojos y siento que me estoy quedando dormida, así que tallo mi cara, dormir es lo último que debo hacer ahora.

Han pasado alrededor de veinte minutos desde que entré y ya me siento incómoda, inspecciono el lugar y afuera de la cafetería, a unos pasos veo el letrero de "baños a la izquierda" sin pensarlo me dirijo al lugar. Cuando entro me sorprendo por el diseño, está todo impecable y el aroma, bueno, el típico olor a detergente y desinfectante. Lavo mi rostro varias veces para no dejarme vencer por el cansancio, cuando estoy por secarme un ruido me hace sobresaltar, al parecer es un hombre y una mujer discutiendo, justo cuando están por entrar me encierro en uno de los cubículos de los sanitarios. Puedo escuchar cuando entran al baño y uno de los dos da un portazo, me preocupa que anden armados y que uno de los dos salga heridos o peor aún, que me maten por escuchar sus conversaciones privadas.

Su discusión cada vez se hace más fuerte y puedo reconocer la voz de la mujer, es Valeria, pero no sé quién es el sujeto con quien pelea, definitivamente Coleman no es.

— ¿Por qué viniste? — cuestiona ella.

— ¿Qué? Te dije que quiero conocer a mi sobrino.

¿Sobrino? Pero claro, el hermano raro de Coleman. Intento escuchar más sobre su maravillosa charla pero solo discuten por su repentina aparición.

— Mario, debes irte — sentencia Valeria — si alguien se entera de esto no sólo me hundiré yo, también tú lo harás, Alexander podría matarnos.

— No me importa mi hermanito — grita Mario — tú y yo tenemos un trato, Val, si fallas no me hundiré contigo, recuerda que pase lo que pase siempre seré un Coleman, y tú... ¿qué pasará contigo si Alexander se entera...

— Cállate — ordena Valeria casi en susurro — lárgate de aquí, lo estás empeorando todo, mi relación con Alexander no es la mejor y ahora que sabe que te avisé sobre lo que le pasó a nuestro hijo se puso peor.

— ¿Nuestro hijo? — repite Mario de forma sarcástica — ¿hablas del niño que concibió con Susan? Una mujer decente, de buena familia, buena posición, alguien que si valía la pena.

¡Dios mío! Hubiera preferido que un enfermo mental y una mujer loca entraran y me llevaran lejos a escuchar los disparates de Valeria, y sobre todo ¿de qué no se puede enterar Coleman?

Aguardo unos minutos en el cubículo después de que se han ido, no quiero que sospechen que me escondía mientras hablaban sobre el poco valor que le atribuye Mario a Valeria, me molesta de cierta forma que mencione a Susan, pero si en algo tiene razón es que jamás podría compararlas.

Cuando regreso a la sala me doy cuenta que Mario sigue ahí, conversando con Andy. Valeria se encuentra recostada en Coleman, parece una sanguijuela intentando succionarle toda la sangre.

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— Mamá, ¿cómo voy a salir con Cristy si no puedo caminar?

No puedo creer que Ismael trae un tobillo lastimado y solo piense en esa niña con cara de muñeca.

— Cristy tendrá que esperar por ti, ahora solo necesitas recuperarte, lo demás puede esperar.

— ¿Estás de acuerdo papá? — cuestiona casi rogando a Coleman que diga lo contrario.

Achico mis ojos y lo veo fijamente para que sepa lo que podría ocurrir si decide llevarme la contraria.

— Tu mamá tiene razón, Cristy puede esperar.

La puerta de la habitación se abre y no me sorprende, Mario entra y se presenta como el hombre con las mejores intenciones frente a mi hijo, tal como era de esperarse Coleman sale sin decir nada.

— ¿Tengo un tío y no lo sabía? — Ismael luce tan impresionado con la elegancia y el porte de Mario.

— Lo tienes — motiva con su mano a que Ismael choque el puño con él — pero eso no es todo, tal vez tu padre olvidó contarte que tienes un abuelo y otra abuela.

— Si lo mencionó — sonríe — pero ellos están lejos, por eso no los conozco.

— Es correcto.

Luego de unos minutos de charla anuncio que ya es momento de marcharse.
— Creo que debes despedirte de tu tío, Ismael.

— Es grandioso que tú si me aceptes en tu círculo familiar — sonríe Mario con cinismo — mi hermanito todavía duda en dejarme ver a mi sobrino.

— No te conozco, así que no voy a juzgarte por la relación que llevas con tu hermano — sonrío de mala gana — pero debes estar consciente que tampoco me conoces, se cuidadoso con lo que dices o haces frente a Ismael.

— ¡Está bien, mamá! — interumpe el pequeño — ya soy grande, papá siempre dice malas palabras y nunca las repito.

— ¿Tu padre qué?

— Nada. — ríe.

— Como sea — Mario se despide — cuídate mucho, amigo, no más bosques.

Ahora se dirige hacia mi y antes que pueda hacer algo besa mi mejilla.

— Adiós, Becker.

— ¿Adiós Becker? — cuestiono y él comprende mi pregunta.

— Claro, era mi forma de despedirme de tu hermana, ella simplemente era Becker.

— Lo sé. Te agradecería si me llamas Alejandra.

— Perfecto — levanta sus manos en señal de rendición — adiós, Alejandra.

Abre la puerta y antes de marcharse se gira en mi dirección nuevamente.

— ¿Sabes? No eres tan diferente a tu hermana como piensas.

Sonrío falsamente esperando a que se largue de una vez por todas.

— ¡Wow! — exclama Ismael — mi nuevo tío si que es intenso.

— ¿Tu que sabes de eso? — digo sonriendo y despeinadando su cabello.

— Andy me cuenta sobre sus decepciones amorosas, mamá, dice que Miguel es intenso.

— Deja de repetir todo lo que Andy dice — me cruzo de brazos — y cada vez que quiera hablar contigo sobre Miguel huye de ella, no quiero que termines yendo a terapia con Melody.

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2020 ⏰

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