13. Una pesadilla

23 5 3
                                    


Ismael está frente a mí, luce preocupado y al parecer no está solo. La abuela también hace acto de presencia, se acerca y luce igual que Ismael. Me siento un poco aturdida y no comprendo absolutamente nada.

— ¿Alex?

No dejo de verla y es como si mi cerebro no reaccionara, me cuesta respirar, intento decir algo pero las palabras simplemente no pueden salir de mi boca. Toco mi rostro, veo mis manos y nuevamente son manos de chica.

¡Soy yo, estoy en mi cuerpo!

Cuando me doy cuenta de donde estoy, surge más confusión. ¿Quién me trajo a mi habitación? Hace sólo unos segundos estaba en la playa, deprimida y lamentandome.

— ¿Madre?

— ¿Qué pasó?  — es lo único que puedo articular.

Me acomodo sobre mi cama, no sé en qué momento llegué a mi habitación, todo luce impecable, no hay ni tan solo un vidrio en el suelo, yo misma destruí todo, mis perfumes, cremas, maquillaje, hasta mi despertador salió volando, pero este está sobre mi mesa, sin ningún daño, mis pertenencias están en su debido lugar.

— Tuviste una pesadilla, querida  — habla la abuela.

¿Qué?

— No, abuela. ¿Cómo llegué aquí? ¿Qué pasa?  — corro de forma rápida en busca de un espejo.

¡Es mi rostro! Por fin, mi rostro. No me extraña llevar puesta la pijama con la que dormí la última vez que estuve en este precioso cuerpo.
Intento tomar mi móvil y llamar a Coleman, él debe estar en su cuerpo ya, eso me hace gritar de la emoción, pero la abuela me toma por los hombros y me para en seco.

— ¡Alex, basta!

— No entiendes, abuela... hace unos minutos estaba en la playa, cerré mis ojos con muchas fuerzas y cuando los abrí, aparecí aquí.

— Mamá, estabas soñando  — explica Ismael  — llevas casi una hora gritando, intentamos despertarte y fue en vano. La abuela estaba apunto de llamar a emergencia.

— ¿Pero qué...  — mi corazón está acelerado y mi respiración es irregular  — abuela, ¿qué día es hoy?

— Martes  — responde  — creo que estás desorientada. No sé qué te pasa pero debemos ir al doctor, ¿te emborrachaste, Alex?

¡Martes! ¿Un sueño? ¿Todo ha sido un maldito sueño? No puede ser, veo mi móvil, la fecha, el día, nunca ocurrió, nunca cambié de cuerpo con Coleman, nunca fui a su trabajo, nunca hablé del futuro matrimonio con Valeria, Coleman nunca dijo que estaba enamorado de ella, Ismael nunca dijo que estaba arto de nosotros, nunca dejé de ser yo.

¡AH! No sé si gritar de emoción, frustración o tristeza, fue un tonto sueño y sufrí como si lo estuviese viviendo en carne propia.

— Eso no pudo ser un sueño  — tallo mis ojos con fuerza.

— Creo que Valeria te golpeó anoché, amiga  — comenta Andy, entrando a la habitación como toda una diva  — y ni siquiera nos dimos cuenta.

— ¿Qué haces aquí? 

Recuerdo la conversación que tuve con Valeria en mi sueño, mejor dicho, pesadilla, agradezco a Dios que nada de eso ocurrió, pero de lo que no me puedo salvar es que golpeé a una mujer embarazada, podría ir a prisión por ello, bueno, no creo, de todas formas, no es correcto, lleva una criatura en su vientre, que no tiene la culpa de lo maniática que es su madre.

— ¿Alex?  — Andy me saca de mis tormentosos pensamientos  — hoy es tu cambio de look, amiga. Así que vístete, muy pronto dejarás de lucir como una drogadicta en depresión.

¿Me enamoré de Alex?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora