6. El almuerzo más extraño

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Bueno, no me hizo daño alguno, simplemente fue un desmayo y me doy cuenta de ello una vez que recupero la conciencia y me doy cuenta que estoy en mi habitación, aún siento mi cabeza dando muchas vueltas, intento incorporarme y levantarme pero es imposible.
Segundos más tarde me doy cuenta que estoy siendo observada por unos ojos verdes, y no son precisamente los de Ismael.

—¿Por qué sigues aquí? — le recrimino a Coleman, siento una furia apoderarse de mí al verlo tan tranquilo sabiendo que en cualquier momento Ismael podría verlo, definitivamente si  esto es una pesadilla, es la peor de todas, es como si mi temor más grande estuviera a punto de hacerse realidad, perder a Ismael.

¿Pero qué falta? ¿Qué una ola gigante se levante y caiga sobre mí? Mi cuerpo tiembla y siento desesperación al pensar eso, morir ahogada es otro de mis temores más grandes, pienso seriamente en ir al psicólogo, estoy pensando demasiadas estupideces en solo unos segundos.
Levanto mi vista y aún sigue ahí de pie, sin decir una palabra, respiro profundo para poder tranquilizarme, no tengo fuerzas para pelear con este hombre y ahora que lo pienso he estado a la defensiva con él desde que lo conozco, lo he tratado mal y he dicho cosas muy groseras, supongo que ha llegado el momento de comportarme como una mujer madura, basta ya de actuar como una niña salvaje asustada, me pregunto como tomaría Susan este asunto, ella era muy delicada y dulce, pero a la vez era una mujer de carácter, inteligente, estoy segura que ella sabría como resolver este asunto. Por otra parte, también era una madre y tratándose de su hijo pudo reaccionar de una forma distinta a lo esperado. También me pregunto como tomarían esta situación mis padres pero no es difícil deducirlo, simplemente hundirían a Coleman, harían de su vida un infierno y bien merecido lo tendría.

Un ruido llama mi atención, es la abuela, entra con muchos medicamentos en sus manos. — ¿Cómo te sientes, Alex? — toca mi frente y se cerciora de que no tenga fiebre.

— Creo que ella está mejor — responde Coleman por mí — acaba de tener un momento de reflexión, desde una ola cayendo sobre ella y cuando desearía acabar con mi vida como lo harían sus padres, pero, ¿sabe? — se cruza de brazos — de todo su discurso extraño me gustó la parte en donde deja de comportarse como una niña y toma con madurez la situación.

¡Ouh! Pensé en voz alta.

— ¡Cállate, linda! — menciona mi abuela de forma graciosa.

¡Sigo haciéndolo! Tal vez he quedado más confundida de lo normal.

— Eso debe ser. — responde Coleman.

— Me callo. — ahora si soy consciente de lo que digo.

— Creo que tienen mucho de que hablar — la abuela se pone de pie y camina en dirección a la puerta.

— ¡No! — respondo — es decir, sí, pero será en otro momento, no hoy y no en mi casa.

— Bien, nos vemos mañana en el almuerzo. — Coleman pone sobre mi mesa de noche una tarjeta y por lo que puedo observar es de un restaurante.


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POV COLEMAN

Mis intentos por dormir son fallidos, llevo horas y horas dando vueltas sobre la cama, estoy arto de ello así que decido ir por algo de tomar a la cocina. Toda esta situación de mi padre, la empresa, mi hijo y su madre enferma mental me tienen muy alterado y siendo realista Valeria no me ayuda. Estuvo interrogandome hasta que le conté todo y sé que irá a contarle a mi padre lo que sabe, a estas alturas ya no me importa lo que haga.

Subo de nuevo a la habitación para intentar dormir y una vez más los recuerdos de Alejandra e Ismael en la fiesta vuelven a mi mente, ella se veía feliz con un tipo que supongo y es su novio, mi hijo se veía elegante, ni siquiera pude verlo de cerca, no pude ver su rostro. Sonrío al recordarlo la primera vez que lo vi lleno de harina, quizá fueron pocos segundos pero fueron suficientes para no olvidar su rostro, sus ojos verdes, que me los recuerdan también las fotografías que tomó Ruiz. Desde que supe de la existencia de ese chico mi vida a dado un gran giro, lo más importante era la empresa, el trabajo y ahora lo que más deseo es estar cerca de él, conocerlo, conocer sus gustos, me dolió cuando Alejandra mencionó las tarjetas del día del padre, me perdí nueve años de su vida y no quiero seguir perdiéndome un minuto más. Estoy ansioso por el almuerzo con Alejandra, siento que tengo una mínima posibilidad con ella, es decir, una posibilidad de que me acepte en la vida de mi hijo.

¿Me enamoré de Alex?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora