Sin un adiós

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Ya ha pasado una semana entera desde la repentina desaparición del azabache y un apagado y triste albino se encuentra en lo más alto de la azotea de un edificio. Tiene ambos pies colgando a los costados mientras observar la transitada vereda con sus ojos apagados, pues aunque ya hace un tiempo que no presentaban precisamente un brillo dentro de ellos, al menos no estaban todo el tiempo apagados como lo estaban desde hace una semana.

Esa noche en la que salió presuroso en busca del azabache y con su cabeza y sentimientos más claros que el agua. Pues el a diferencia del azabache no le había costado en lo absoluto darse cuenta de sus sentimientos hacia el azabache. Tampoco le molestaba el hecho de ser ambos dos chicos, pues él mismo había amado a su fallecida hermana cómo una “chica” cuando esta era un chico. Siempre pensó que su pequeña hermana estaba atrapada en el cuerpo equivocado y que este tal como una prisión terminó por desbaratar la frágil alma de su hermana. Para Killua el amor no tiene género ni fronteras, este sería lo más dulce o lo más amargo que pudieras probar siempre y cuando ambos amantes estuviesen juntos unidos por el mismo sentimiento, el cual solo podría ir en incremento o decaimiento según las acciones de cada uno. Convencido de lo qué le diría al azabache y dependiendo de su respuesta y si es que aceptaba sus sentimientos. Estaba dispuesto a ofrecerle ayudarlo con la búsqueda de su padre y si era el caso viviera con él ese tiempo. Tal vez incluso lo logré convencer de que se quede a su lado. Sabía perfectamente que sus deseos eran egoístas pues aún desconocía la situación por la cual escapó en primer lugar, tampoco estaba seguro de los sentimientos del azabache o si este solo estaba atraído hacia él por su físico pero aún así deseaba con toda su alma poder ser “correspondido”.

Cada vez más molesto y preocupado habría todas las puertas de golpe de los espacios en los que creía podría estar el “fugitivo azabache”.

—¿Donde diablos, se ha metido? ¿Qué no le dije que no escapara?.

De pronto se le ocurre que tal vez las recepcionistas puedan saber dónde es que se encuentra su “pequeña presa”.

—¿Oh? ¿Dónde están esas pervertidas mujeres? ×_×

—Ve a un distraído guardia que está sentado frente la entrada del personal sin prestar atención a lo que sucede a su alrededor, pues está más metido en ver con una vieja televisión portátil lo que a la vista de Killua sería un viejo drama de época.

Valiéndose de su potente voz se acerca al distraído guardia y con la voz más tranquila que pudo obligarse a realizar conteniendo su frustración y apuro por saber dónde está el azabache…

—¡Oi! ¡Anciano!, ¿Sabes dónde está el personal de recepción? —O_o!!—Su voz era tranquila no cortés lol.

Gd—Se gira y observa al chico, pronto se da cuenta que es ese “chico de los cuales todos hablan, tanto cosas buenas como malas”.

—¡Jojojo! ¡Joven Killua! ¿Qué lo trae por aquí? —¡No prestó atención a la primera pregunta del albino! :).

K—¡Ahhh! ¿Le pregunté que dónde está el personal de recepción? ¡Oi! Mejor aún ¿Sabe usted dónde es que está el chico nuevo de recepción? —ve la cara de incredulidad del anciano.

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