Primaria.

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¿Qué podía decir en ese momento? Había quedado como una ridícula, sin contar lo morbosa.

—Yo... lo siento. —Agaché la cabeza.

—¿En que estabas pensando? —Repitió mi mamá.

Yo la mire apenada, y negué con la cabeza.

—Señora Mafe, la pasta le quedó deliciosa. —Dijo María José.

Mi madre desvió la mirada de mí, hacia ella, y le sonrió de lado.

—Gracias, es mi especialidad. —Se acomodó mejor en la silla.

Yo solamente me dispuse a comer de la pasta que había hecho mi madre. En realidad si estaba deliciosa, mi mamá era una gran cocinera. Siempre nos deleitaba con sus deliciosos platos, yo era amante de la comida que ella preparaba, no la cambiaría por nada.

Durante la comida, no pude evitar sentirme avergonzada más de una vez por todas las cosas que habían pasado. Primero: Había intentado sobrepasarse de la manera más vil, y aprovechada que podía existir. Segundo: Había estado deseando ser pasta, la pasta que ella se estaba comiendo. ¿Qué clase de mujer era? ¿En qué me estaba convirtiendo?

Dios mío, qué vergüenza.

Terminamos de comer, y mi mamá se levantó para llevar los platos a la cocina. Normalmente yo siempre le ayudaba, así que me sentí obligada a hacerlo en ese momento.

—Mamá, te ayudare con los platos. —Me levante de la silla.

—Claro, Daniela. —Dijo mi mamá.

—¿Puedo acompañarte? —Preguntó María José.

Miré a mi mamá rápidamente, ella sintió.

—Claro. —Sonreí.

Ella se levantó de la mesa, tomó su plato, y caminamos hacía la cocina.

Me imagino que mamá fue a ver televisión, mientras terminamos de lavar los platos.

—¿Es mi impresión, o le pediste permiso a tu mamá para que pudiera acompañarte a lavar los platos? —Preguntó ella.

—¿Qué? —La miré nerviosa. —No, ¿Por qué lo dices?

—Porque me dio la impresión. —Susurró.

Caminé hacia el lavaplatos, y tomé el jabón para comenzar a lavarlos, eran pocos pero, había bastantes ollas, vasos, cubiertos.

—¿Todavía tienes que pedirle permiso a tu mami para ir al baño? —Preguntó burlona.

—No. —Respondi cortante.

Me hizo sentir mal, tampoco era para tanto.

—Bueno, no te enojes. —Se rió.

La sentí acercarse, y la vi montarse encima de la barra americana de la cocina, apoyando sus piernas en un taburete de madera que habla ahí mismo en la cocina. Me dejaba ver sus piernas, ya que su vestido no era muy largo. Eso era una gran distracción para mí.

Su cuerpo, su voz, sus besos, sus caricias... Ella se estaba convirtiendo en mi perdición, y no podía concentrarme en nada si ella estaba cerca, y tampoco si la tenía lejos.

—¿Dónde está tu papá? —Me preguntó.

—Trabajando, muchas veces se queda hasta tarde. —Dije sin dejar de lavar la loza.

—Mi mamá me dijo que tienes hermanos, no los he podido conocer.

—Sí, tengo una, bueno, es mi media hermana, se llama Juliana. Justo ahora está en la finca, con mis abuelos, mis padre quiere ir este fin de semana.

ENAMORADA DE MI VECINA [CACHÉ ADAPTATION]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora