Me sentía sumamente intranquila, caminaba por toda la sala de estar en círculos para de vez en cuando mirar de reojo el reloj de pared. Ya pasaban de las doce y eso me ponía de nervios, me detuve un momento y fuí a sentarme en uno de los muebles.
Trataba de serenarme pero era imposible, en cuanto llegara estaba segura de que ardería Troya, no me gustaban las discusiones y menos donde los niños pidieran escucharlas pero esto era cada vez más díficil de sobrellevar.
Nuevamente miré el reloj notando lo poco que se habían movido las manecillas, a estas alturas me sorprendía que no hubiera tomado las llaves de mi auto para ir en su búsqueda.
-¿Mami, por qué papá no ha llegado?.
Maldecí para mis adentros, no quería que nuestros problemas llegaran a los niños, no merecían pensar en ese tipo de cosas.
-Cariño vuelve a dormir, te prometo que papá irá a darte un beso de buenas noches cuando llegue, ¿si?.- le pedí dulcemente a Robert, se notaba somñoliento pues se tallaba sus ojos en un intento de no dormir.
Tenía sólo diez años pero percibía que algo no andaba bien entre John y yo.
No pareció convencerse ante esto.
-Por favor.- le supliqué acariciando sus rizos castaños.- Y mañana iremos los seis al parque.
Esto lo convenció al instante y subío a su cuarto inmediatamente con una adorable sonrisa, esperaba poder cumplirle.
Pasó cerca de media hora, estaba por rendirme e ir a mi habitación cuando el teléfono comenzó a sonar, corrí inmediatamente hacia el esperando que fuera John.
-Buenas noches, ¿me comunico con la señora Deacon?.-
A veces odiaba que me llamaran señora, sólo tenía treinta y cuatro años.
-Buenas noches. Sí, dígame que se le ofrece.- dije un poco confundida por ser tan altas horas de la madrugada.
-La he llamado desde la estación de policia.- esto me alarmó.-Hemos detenido a su esposo John Richard Deacon por conducir en estado de ebriedad, puede retirarse si paga una multa y viene alguien por él.
Sentí mi rostro encenderse de furia, lágrimas de decepción me inundaron, esto era el colmo. No podía seguir así.
-¿Señora Deacon?.
-Ahora iré.
Colgué el teléfono azotándolo y tomé las llaves de mi auto, me detuve un momento pues no podía dejar a mis cuatro hijos solos, en especial a Joshua pues solo tenía quince meses.
Era muy tarde para marcar a mis padres y no quería que la madre de John se enterara por ahora, pues últimamente su salud se encontraba debilitada. No quería llevar a cuatro niños por las calles de madrugada, había pensado en dejar a John ahí para que obtuviera una lección pero eso solo sería un espectáculo en cuanto los periodistas se enteraran y yo no deseaba eso, pues gracias a esos desgraciados John había tenido algunas crisis nerviosas que culminaban en su reciente alcoholismo.
Sólo tenía una salida, me avergonzaba pero era necesario. Salí y fui a la casa continua donde habitaba una agradable señora algo mayor con la que llevaba una tranquila relación de vecinas. Toqué el timbre dos veces esperando que se levantará y compadeciera de mi situación.
Afortunadamente se encontraba despierta y al ver que era yo no dudó en abrir, le expliqué lo levemente lo que había pasado y ella aceptó gustosa de cuidar a los niños.
-Le prometo que no tardaré.- le dije mientras subía a mi auto.
-Tranquila hija, conduce con precaución.
Emprendí mi marcha a la estación la cual se encontraba a unos veinte minutos de allí. Me dolía la cabeza y comenzaba a sentirme mareada, era seguro producto del estrés. Tuve que andar lento pues no quería ningún accidente.
Al llegar fuí directo a la central donde un hombre contestaba y anotaba algo en varias libretas, esperé a que se desocupara para atenderme, le pedí que me llevará con John.
-Emm, sí. Deacon John, puede salir si paga quinientos libras aunque se le retirará el permiso de conducir por un año por imprudencia.
Yo sólo asentí y le entregué el monto a pagar, me hizo firmar varios papeles y leer unos otros aunque no estaba de ganas para ello, finalmente me entregó las llaves del auto deportivo de John.
-Bien eso es todo, el oficial Reynolds la llevará donde su esposo. Por cierto, ¿se encuentra bien? Está pálida.- me preguntó, era muy evidente mi malestar.
-Estoy tan bien como deberïa estarlo en esta situación .- dije más para mí que para el tipo.
Otro oficial salió y me llevó hasta lo que parecían ser unas pequeñas celdas individuales, supongo que son para arrestar mientras se llevan a una cárcel fija o salgan por un delito menor. Seguimos hasta casi terminar el lugar y allí encerrado y sentado sobre una madera que hacía de banca estaba John. Miraba al suelo, no podía ver su rostro exactamente pues la permanente que llevaba le cubría los ojos.
-Señor Deacon puede salir, su esposa ha pagado su fianza.- anunció el oficial Reynolds abriendo la vieja celda para luego dejarnos a solas.
John sólo se paró y sin siquiera mirarme salió de la celda, indignándome.
- Deacon ven acá y escúchame.- dije tomando su brazo obligándolo a prestarme atención.
-Lo lamento.
Fue lo único que dijo, su mirada estaba cansada y un poco roja producto del alcohol.
-John esto no puede seguir así, estás acabando contigo. Has tenido frecuentemente crisis y ahora vienes con esto.- le reclamé con la voz entrecortada.- Los niños te necesitan, necesitan que su padre esté bien, yo te necesito.
Nuevamente los mareos y el dolor punzante en las sienes llegaron, yo también comenzaba a decaer por culpa del estrés.
Sólo se dedicó a mirarme sin emitir ninguna palabra.
-Lo he estado pensando últimamente, creo que deberíamos separarnos.
Lo miré mal, pues no era la primera vez que decía eso, hacía un mes tuvo una crisis en el estudio donde le dijo a su productor que consideraba dejarme, gracias a Brian esto había llegado a mis oídos, pero nunca se lo mencioné a John creyendo que era parte de sus cambios de humor. Al principio me había dolido pero consideré lo agobiante que habían sido los últimos meses de mi esposo con su recién terminada larga gira por el álbum Hot Space.
-No digas eso John, vamos a superar esto juntos, vamos a casa.
Por ahora no iba a recriminarle nada pues había tomado y ahora no era un buen momento para una discusión que no llegaría a ningún lado.
Tomé su mano pero el la apartó rápidamente dejándome estupefacta.
-Hablo en serio.- su voz rásposa sonaba decidida.- Me iré por un tiempo... y tal vez sea definitivo.
-N-no.- murmuré sintiéndo mi cuerpo pesado, miraba su rostro buscando una sonrisa de su parte por una cruel broma, pero no, sólo la seriedad marcaba a mi esposo.
Apesar de todo yo lo amaba y comprendía, trece años de recuerdos comenzaron a inundar mi mente mareándome, me tambaleé pero pude sostenerse del pecho de John, el se preocupó en seguida.
-¿Estás Bien?.- su angustia era real, pero poco a poco pude sentir de nuevo el dolor taladrante en mis sienes, comenzaba a desvanecerse sintiendo a John agarrarme con fuerza para evitar una caída.- Qué pasa, ¡ayuda, necesito ayuda!.
Él comenzó a caer en la desesperación, esperaba que no tuviera una nueva crisis, pero ahora no podía ayudarlo.
Lentamente dejé de oír los pedidos de auxilio de John, para solo desmayarme. Lo peor estaba por venir...
----
En la vida real John separarse de Verónica, pues tenía constantes crisis nerviosas :(

ESTÁS LEYENDO
~Historias de John Deacon y tú~
RomancePequeñas y largas historias donde John y tú son los protagonistas, ¿tienen una hermosa familia?, ¿hay una crisis?, ¿no pueden permanecer juntos?, ¿un noviazgo comienza?, son infinitas posibilidades así que entra y descúbrelas