No me olvides 2

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Dos días habían pasado desde entonces, dos largos días en los que te habías hundido. Extrañabas a tu esposo, y al parecer no eras la única en hacerlo, pues John llevaba insistiendo todos los días en que lo dejarán ver a Verónica y Sammy, y al parecer según al doctor esto lo deprimía bastante.

Él y Tetzlaff se habían conocido en su juventud, llevaron una tranquila relación hasta que a sus veinticuatro años se enteraron de que tendrían a Sam, los padres de ella eran católicos conservadores y los obligaron a casarse a pesar de las negativas de la pelirroja, finalmente se unieron pero Verónica los abandonó, dejando a John sólo.

-Mami, ¿por qué no vienes conmigo?.

Ahora te encontrabas alistando a tu hijo para  ver a John. Por fín lo dejarían entrar para la felicidad de Deacon, aunque tristemente sólo lo recordaba como un pequeño recién nacido.

-Porque.- No encontrabas las palabras para explicarle, sólo era un niño de  cinco años.

Sus ojos verdes  te miraron inquisitivos,esperando respuesta.

-¿Ya no lo quieres?.- preguntó con miedo.

Una mueca de llanto apareció en su carita y te sentiste la peor persona, a pesar de no ser su madre biológica amabas a ese dulce niño.

-No, claro que lo quiero mucho, Sammy.- dijiste acariciando sus rizos.- Es sólo que papá quiere  verte primero.

Lo estrechaste en un fuerte abrazo y besaste su frente, el rió y devolvió el gesto.

-Te quiero mami.

**Ring**  **Ring**

El sonido del timbre  los separó y abriste la puerta de la casa, encontrando a tu suegra Lilian Molly. Le habías pedido que llevara a Sam.

-Querida, ¿estás segura de no ir?.

A Liliana le había afectado mucho lo de su hijo, pero se  mantenía positiva creyendo fervientemente en que solo sería algo temporal.

- No tengo a que ir, sabe que conoció a los otros, pero de mí no hay nada.- sentiste un nudo en la garganta.-Además ya lo abrumé lo suficiente con la última vez.

-Por  lo menos acompañamos.- pidió la anciana, no te negaste a esto pues no eras la única mal, ella también necesitaba compañía.

Tomaste un abrigo y llamaste a Sammy, los tres subieron al auto de la señora Deacon y fueron al hospital.

En cuanto entraron al edificio notaron un pequeño alboroto en la recepción, esto les pareció extraño. Al parecer una mujer peleaba con la recepcionista.

-No puedo dejarla pasar señorita, es por seguridad a demás no tiene parentesco alguno con el paciente.- se notaba el fastidio en la chica  encargada.

-No puedo creer que no me dejen verlo, ¡soy su esposa, tengo derecho!.

-Suficiente, llamaré a  seguridad.

La recepcionista levantó el teléfono y marcó, la mujer enfadada dió la vuelta dispuesta a irse hasta que.

-¿Verónica?.

-¿Lilian?.

Nunca la habías  visto en persona, solo en una vieja foto que John había deshechado hace años, pero ahora la tenías frente a tí. Aún conservaba el flequillo que solía usar haciéndola verse casi igual, aunque ahora tuviera facciones más marcadas.

La vista de la chica estaba fija en tu suegra pero rápidamente bajó al niño que llevaba de la mano.

-¿Sammy?, ¿eres mi hijo Sammy?.- trató de acercarse a él pero Lilian lo apartó.

Tu hijo se escondió entre tí y la madre de John asustado por Verónica.

Sentiste una ferviente furia en tí, cómo se atrevía a estar aquí, no tenía derecho ni razón para hacerlo.

-Lilian,vaya con John y llevé a Sammy, yo me quedó aquí.

Molly entendió tu indirecta y se llevó al niño, Verónica trató de detenerlos pero la tomaste del brazo impidiéndoselo.

-¿Y tú quien eres?.- te preguntó enfadada soltándose.

-Soy la esposa de John, tú que haces  aquí.- la frialdad en tu tono delataba lo enfadada que estabas.

Ella te miró de arriba a abajo y sonrió.

-Así que tu eres la famosa ______.- dijo sarcástica.- Me enteré de  todo, sé que John olvidó todo y no sabe que estamos separados.

-Y qué quieres, ¿aprovecharte de eso? los abandonaste, y aún así tienes no tienes la pena de venir.- la desafiaste.

La pelirroja se indignó, y caminó a la salida pero se detuvo y te dedicó una sonrisa de suficiencia.

- Te equivocas, vengo a recuperar a mi esposo e hijo, a recuperar mi vida, ya cometí el error de  dejarlos y no lo volveré a hacer.

Y sin más se marchó, preocupándose, no sabías que era lo que te amparaba el futuro.



~Historias de John Deacon y tú~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora