Atrapados en la tormenta

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Christina Kuroda

Estaba en mi oficina cuando decidí salir a caminar un rato.

-Hola, Silas- saludé al peli verde que se encontraba entrenando en la arena del patio. Se veía muy cansado -¿Silas? ¿Me escuchas?

-¿Eh?- volteó a verme. Sus ojos trataban de enfocar.

-Descansa un poco. Puedes colapsar.

-E... estoy... bien- intentó un lanzamiento pero las piernas le fallaron y se cayó en la arena. Corrí a verlo.

-¿Ves? Fue demasiado esfuerzo para tu cuerpo. ¿Desde cuando estas entrenando?

-No se... desde las... ¿seis?- son las dos de la tarde.

-Ven. Te llevaré a descansar- lo tomé del brazo para que el pudiera caminar agarrado y así no caer. Llegamos a su cuarto y Kuza, que estaba sentado leyendo en la cama, ayudó a Silas para que se acostara, aunque lo hizo a regañadientes.

-Silas. Te dije que era mala idea que entrenaras desde temprano sin descanso- lo regañaba Kuza y Silas hacia oídos sordos.

Volví a bajar y fui a la sala de entrenamiento, donde se encontraban todos.

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El tiempo pasó y el cielo se oscureció. Estábamos dispuestos a volver al edificio para cenar cuando el cielo se nubló y una tormenta azotó de repente.

Corrimos al edificio lo más rápido que pudimos.

-Muy bien, chicos. Antes de cenar iremos a ducharnos. Sino, nos enfermaremos- les dije y todos salieron corriendo a sus cuartos para ducharse.

Ya en el comedor conté a todos junto con Trad.

-Faltan dos...- me alertó Trad, aunque también me di cuenta.

-Atención todos- me voltearon a ver -¿no han visto a Free o a ____?

Todos intercambiaron miradas y luego negaron preocupados.

-Tranquila, Chris. Conociendo a Free, el se refugió en algún lado. Lo veremos mañana a más tardar.

-Si. En cuanto a ____ espero que este bien.

Free de la Hoya

La lluvia azotó y apenas me dio tiempo de refugiarme bajo un árbol. Inmediatamente comencé a secarme con una de las toallas que traía conmigo.

Sentí un pequeño empujón en mi hombro.

El ciervo me miraba, tranquilo y sereno. Hicimos nuestro saludo de siempre de ladear la cabeza y luego el se puso de perfil.

____ se encontraba en su espalda, inconsciente, respirando con dificultad.

La tomé en mis brazos y la acosté en el suelo. Su cuerpo y su cara estaban ardiendo. Miré a mi alrededor en busca de un ligar más ideal para que nos refugiáramos ambos.

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____ Kishinuma

Recuperé la consciencia y abrí los ojos un poco. El ambiente era tétrico, como si fuera una cueva o algo por el estilo. Una tenue luz naranja iluminaba todo.

La cabeza me daba vueltas y mi vista era algo borrosa. Cuando me acostumbre a la poca luz me incorporé.

Unas cuantas toallas húmedas calleron de mi frente, brazos y vientre. Me miré. Tenía otras cuantas toallas tibias en las piernas... un momento...

Me abracé de inmediato para cubrir mi cuerpo y miré hacia los lados buscando mi ropa.

-Ya despertaste- me di vuelta encontrándome con Free-san.

-Free-san... ¿Dónde esta mi ropa?- pregunté algo ruborizada por el hecho de que estaba en ropa interior. Lo volví a mirar y me ruboricé más. No traía su camisa.

-Tu ropa y la mía se mojaron. Si te la dejaba puesta no te recuperarías- se acuclilló y posó su mano en mi frente -la fiebre ya te bajó. Estarás bien. Mientras tanto, recuestate de nuevo- me empujó suavemente del hombro hasta dejarme recostada en el suelo otra vez.

Tomó un bote de agua y mojó las toallas de nuevo para recolocarlas. Me dio un escalofrío al sentir el repentino cambio de temperatura por las toallas.

-Oye, Free-san...

-¿Dime?

-¿Cuando estará seca mi ropa?- pregunté algo incomoda. Es la primera vez que un chico me ve en ropa interior.

-Creo que ya casi- se levantó y palpó mi blusa, mi pantalon y mis zapatos. Tomó la blusa -esta ya esta seca. Si quieres puedes ponértela de una vez.

-Si, gracias- me incorporé de nuevo y traté de tomarla pero mis brazos estaban entumecidos.

-Yo te la pongo- se arrodilló en frente de mi y pasó la blusa por mis brazos para luego abrocharla por en frente, ya que es como un chaleco. Me volteó a ver y ladeó la cabeza -¿te sientes bien?

-Si... ¿por qué preguntas?

-Estas muy roja del rostro- dijo tomando mi temperatura al poner su mano en mi mejilla.

Me acosté y el se levantó para ir a ver si su camisa ya se había secado, pero al parecer no. Estornudó.

-¿Te enfermaste también?- pregunté algo nerviosa.

-Tranquila. Solo es un resfrío menor- me respondió con su mano en su frente -ni siquiera tengo fiebre.

-Que alivio- dije más tranquila.

Sentí un poco de peso sobre mi estómago, ruborizandome.

-¿Está bien si me duermo así?- me preguntó bostezando. Recostó su cabeza en mi estómago.

-Cl... claro. No hay problema- seguramente estoy muy roja.

-Gracias- cruzó sus manos sobre su estómago y se quedo dormido. Yo le seguí.

Tu guardiana (Free y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora