Capítulo 48: Despues de la tormenta

828 62 2
                                    

A la mañana siguiente, desperté antes que mi padre. Me quedé mirándolo acostado. Parecía feliz. Antes siempre dormía muy serio, pero esta vez, sus labios dibujaban una sonrisa. Tal vez sería porque todo había acabado ya: Voldemort y Lucius habían muerto y ya podía ser libre.

Acaricié su mejilla e imaginé que a lo mejor todo esto se trataba de un sueño. Nunca pensé que volvería a tener a mi lado a mi padre de nuevo. Era como si ahora todo lo malo acabara. Tenía novio, tenía a mi padre, tenía a mis amigos, a mi hermana. Es verdad eso que dicen de que después de la tormenta siempre sale el sol.

Mi padre despertó y me vio mirándolo. Me dedicó una gran sonrisa y me dio un beso en la frente.

"Ya echaba de menos no hacer esto." dijo riendo. "Aunque dentro de poco, ya no podré volver a hacerlo."

"¿Lo dices por Cormac?"

"¿Por quién si no?"

"Papá, tengo diecisiete años, ¿te crees que me voy a ir a vivir con Cormac nada más cumplir dieciocho? Además, tú vendrás con nosotros."

"¿Vas a poder soportar a tu padre y a tu marido juntos?" dijo extrañado.

"Sí. Soy una chica, puedo hacer varias cosas a la vez, a diferencia que vosotros." mi padre rió ante aquel comentario.

"No puedo creerme que haya pasado tanto tiempo desde que te conocí. Aún recuerdo la primera vez que te vi. Ibas temblando hacia el sombrero seleccionador. Se te veía una chica tímida, miedosa. Y mírate ahora." dijo orgulloso.

"Sigo siendo esa niña, papá."

"Para mí siempre serás mi pequeña." dicho esto, me abrazó y se fue.

Al rato, volvió con una bandeja llena de comida. Me había preparado el desayuno. Tenía un jugo de melocotón, dos tostadas con mermelada y una manzana."

"Me voy a poner como una vaca si me como todo esto." le dije mientras comía.

" Para que tú te pongas gorda, harían falta más de seis meses desayunando todo esto y sin hacer nada de ejercicio. Y cómo sé que no vas a desayunar siempre esto y que no puedes estar un día sin hacer algo de ejercicio..."

"Bueno, ahora mismo no me importa engordar. Es un día demasiado bonito como para estropearlo."

"Y tan bonito." dijo mirando la ventana.

La verdad, es que hoy hacía un día precioso. Después de estar varios días con tormentas y mal tiempo, ya era hora de que se asomase el sol.

Cuando terminé de desayunar, me fui a ducharme, y al salir, alguien me esperaba en el salón junto a mi padre.

"¡Daphne!" grité mientras corría hacia ella.

"Helena" saludó ella abrazándome. "¿Cómo estás?"

"Muy bien, ¿y tú?"

"Genial. Te he echado mucho de menos." dijo sin soltarme. "Siento no haber venido antes a verte, pero mi padre me prohibió sacar a mi hermana a la calle por los mortífagos que escaparon. Cómo hoy han vuelto, me he podido escapar."

"No importa. Mi padre ya me ha contado lo que hiciste por él. De verdad, te lo agradezco mucho. Si hay algo que pueda hacer para agradecértelo..."

"Pues claro que no, Helena. No tienes que agradecerme nada. Tú también has hecho mucho por mí. Lo único que quiero es que sigamos siendo buenas amigas."

"¿Buenas amigas? Eres mi mejor amiga, eres cómo mi segunda hermana." le dije cogiendo sus manos.

" Y más te vale que lo seamos el resto de nuestra vida." dijo seriamente.

"Lo seremos. Dios, Daphne, tengo un montón de cosas que contarte."

"Pues empieza." dijo riendo.

Le conté todo lo sucedido durante estos días. Le conté lo del día anterior con Lucius, mi sueño en el bosque, Cormac McLaggen... En esa parte es en la que tuve que dar más detalles. Al parecer, ella sí que lo conocía. No eran amigos, pero había charlado un par de veces con él en clases y no le caía mal. Se alegró mucho por mí. Ella seguía saliendo con Blaise Zabini.

El tiempo pasó volando y no me acordé de que hoy vendría Cormac. Cuando llegó, Daphne se levantó para irse y dejarnos solos, pero se me ocurrió que podríamos llamar a Blaise y quedar los cuatro. Podíamos ir a las tres escobas.

La hija de Severus Snape.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora