Capítulo 37: El pensadero

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Tras cerrarse las puertas, me dirigí a Harry, pues estaba en el suelo apoyado en la pared.

"Harry, ¿estás bien?" le pregunté preocupada.

"Sí. ¿Cuándo has llegado? ¿Y por qué no volviste? No me contaste nada en las cartas. ¿Qué ha pasado? Te he echado mucho de menos. No vuelvas a irte más." dijo casi sin aliento.

"Ahora no es momento para explicaciones. Tengo que contarte una cosa importante. Ustedes ya hab destruido casi todos los horrocruxes.

"Sí, solo queda Nagini." dijo Hermione.

"No, te equivocas, hay uno más." dije haciendo una pausa que los dejó intrigados. "La noche en que los Voldemort mató a tus padres, una parte de su alma se aferró a la única vida que había allí."

"¿Harry?" dijeron Daphne y Ron al mismo tiempo.

"Sí. No me preguntes como lo sé, pues no me creerías. Pero hazme caso, no podrás matarlo si tu sigues con vida." dije tragando saliva. "Lo siento mucho, pero para que Voldemort muera, tenéis que matar a Nagini y dejar que Voldemort te..."

"No puede ser." dijo él asustado. "¿Cómo lo sabes?"

"Ya te lo he dicho, es largo de contar. Ahora mismo Voldemort está tratando de entrar en Hogwarts, y sabes que lo hará. Ahora tienes que matar a Nagini. Métete en su mente."

Harry tragó saliva y cerró sus ojos. Tras unos segundos, se levantó a prisa y nos dijo que estaba en la casa de los gritos. Antes de dirigirnos allí, tuve que contarles lo que pasó estos tres últimos años. Desde mi vida en casa de los Malfoy hasta hoy.

Cuando les conté lo de Lucius, Ron se levantó furioso y dio un gran golpe en la mesa. Empezó a maldecirlo de todas las formas posibles.

Harry y Hermione intentaron calmarlo, mientras que Daphne acariciaba mi mano en señal de decirme que no estaba sola. Yo fingí una sonrisa, pues pensando en Lucius no podía ser feliz. Cuando Ron se calmó un poco, seguí contándoles lo de mi padre. Harry no terminó de creérselo. No creía que Snape fuese nada cariñoso, y era comprensible, pues en los siete años que lo conoce, nunca le ha tratado bien. Ni a él ni a nadie. Aunque con los Slytherin era más tolerante. Después, les pedía a Ron, Daphne y Hermione si podían dejarnos a solas, pues quería contarle la historia de mi padre y su madre.

Cuando se fueron, Harry se sentó a mi lado y cogió mi mano, cómo había hecho Daphne. Le conté la historia y le dejé el recuerdo de ésta, pues se lo había robado a mi padre sin que se diera cuenta. Harry, sin terminar de creérselo, me pidió que lo acompañara al pensadero, en el despacho e Dumbledore, bueno, ahora de Snape.

Yo me senté en los escalones mientras Harry veía los recuerdos. Me quedé mirando la mesa de Dumbledore. Snape la había cambiado por completo. En su mesa solo había muchos papeles y una foto. Era mía. No sabía que él tuviera una foto mía.

Y no solo eso, los papeles que tenía encima de la mesa eran las historias que yo escribía. Bueno, eran una copia. Antes, siempre le pedía que leyera alguna a ver si le gustaba, pero nunca tenía tiempo. Eso también contribuyó en mi enfado con él, aunque mucho más la muerte de Dumbledore.

En los folios había algunas palabras tachadas y sustituidas por otras. Al parecer, sí que las había leído, y había corregido mis errores. Pudo sacar tiempo para leerlas. Creía que ya no le importaba. Pero me equivocaba.

La hija de Severus Snape.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora