En otro sitio

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Eran alrededor de las nueve de la noche, estábamos tumbados en la cama, apenas tapados por las sabanas blancas y con mi cabeza apoyada en su pecho.

Me sentía tranquila, en paz. Mi cuerpo emanaba un tranquilidad inmensa y a pesar de todo mi horrible y trágico pasado, con él me sentía en casa. No pude siquiera recordar todo lo que Alberto me hizo mientras hacíamos el amor, o no al menos hasta ese momento en el que caí en que había pasado.

Intente desistir pero mis lágrimas fueron más fuertes y dejé que cayeran sobre su pecho. Él no lo notó hasta que empezaron a caer más abundantemente.

Me sacudió el hombro, llamando mi atención.

- Ey, ¿Qué pasa? ¿Te hice daño? -su voz sonaba realmente preocupada. No pude responder, sólo negué con la cabeza.

- Ey.. -volvió a llamarme, moviendo mi hombro. -Mírame. -Lo hice, con vergüenza. -Necesito que respires y me digas que está pasando. -Quitó el brazo que tenía debajo mío y me secó las lágrimas.

Respiré profundo, le miré otra vez mientras dudaba si decirle la verdad y morir de vergüenza o mentirle y quedarme con esa idea en mi conciencia.

- Es que.. recordé lo de Albe..

- No pienses en eso. -me interrumpió. -No gastes lágrimas en ese hombre, ya pasó, estoy aquí y no te va a hacer nada, está preso. ¿Vale? Vas a estar bien siempre desde ahora.

- Lo sé pero..

- Ya sé, porque no dejas esas lágrimas.. -dijo secando las mismas. -Y te vistes. Así llamaremos a Paula, en España es temprano aún.

Asentí con la cabeza y dejé la cama. Cogí algo de ropa de mi maleta y fui al baño. Necesitaba una ducha, pensar y despejarme antes de llamar a mi hija.

-

Sabía perfectamente cómo se sentía Raquel y sabía que, si no lo hacía ahora, lo recordaría después, porque aquel daño no se iría nunca aunque lo pospusiera para más tarde.

Cuando la ví entrar a la ducha pensé en ir tras ella, pero preferí que pensase, que despejase la mente sola y luego de llamar a Paula llevarla a comer algo.

Mientras tanto, tomé una ducha en otro baño y cuando salí me la encontré en el cuarto, vestida secándose el cabello.

Me acerqué a ella y, acariciando su cabello, dejé un beso en su frente. Parecía más tranquila y sus ojos ya se habían deshinchado.
Estaba divina, se había puesto un mono de short color azul y unos zapatos bajos pero elegantes.

- ¿Mejor? -pregunté.

- Sí, ¿Vamos a llamar a Paula?

- Claro que sí, ven.

La dirigí a la sala, nos sentamos en el sofá y con mi móvil llamé a Mariví, quién me atendió muy animada.

- Hijo mío, ¿Ya han llegado? ¿Cómo están por ahí?

- Mariví.. bien, sí ya hemos llegado. Le llamaba para que hable con Raquel, quiere oírla. Se la paso.

Le di mi móvil a Raquel y, para no incomodarla, salí de allí. Me senté en la barra de la cocina y me puse a ojear una revista. De todos modos oía toda la conversación, Raquel había puesto el altavoz y medio gritaba para que su madre la oiga. Amaba eso, no sé porque pero lo adoraba.

Acabó saludando a Paula y deseándole buenas noches y mucha suerte en el colegio.
La vi levantarse y acercarse a mi con una sonrisa en el rostro, se notaba la felicidad que tenía de haber hablado con su familia.

En ese momento recordé a Laura, a todo lo que estaba pasando y lo poco que Raquel preguntaba cómo ella estaba.
Salí de mis pensamientos cuando llegó a mi lado y dejó mi móvil en la barra.

- ¿Qué haremos? -me preguntó, y no supe bien que decir.

- Bueno.. podemos.. ir a comer algo, o dormir, o.. ir a la playa. No lo sé, lo que tu quieras.

- Y si.. ¿me llevas a conocer un poco Palawan? No he visto mucho, luego podemos comer algo, pero fuera. Porque lo de las frutillas no me ha llenado. -me sonrió pícara.

- ¿Ah no? -le seguí el juego. -A mi tampoco, así que vamos. -tomé su mano y nos dirigimos a la ciudad.

Pasamos un tiempo allí, caminando, hablando y disfrutando de esos momentos juntos.

Creo que eran las once de la noche o algo así, no había pasado mucho tiempo pero estábamos sentados en la arena, con su cuerpo tumbado sobre el mío. Mi móvil comenzó a sonar, era Tokio.

Unicamente llamó para avisarme que a Nairobi le habían dado de alta, que la llevaría a su casa y ya. Pensé en pedirle que la lleve a la mía, pero no quería incomodar a Raquel, podría posponerse para otro día.

Así que, apenas unas horas después y en plena madrugada, una tormenta comenzó a caer y tuvimos que tomar un taxi.

Empapados hasta los huesos llegamos a casa y, luego de encender la chimenea y tirar algunas sabanas y almohadas al suelo, nos quedamos allí. Con sólo la luz del fuego iluminando la sala y sus labios sobre los míos, intentando encontrar lo más profundo de mi.

Hacíamos el amor, cómo tanto lo deseábamos. Pero dicen que lo bueno dura poco y ese momento debía ser arruinado.

El teléfono fijo comenzó a sonar. Al principio no pensé atender, nadie llama y si es importante la llamada se pasa al móvil. Pero era insistente, continuo, así que dejando a Raquel en aquel suelo caliente medio desnuda, atendí.

- Daniel, ¿Qué coño quieres a esta hora?

- Es.. es la compañía, hay un problema con las alarmas.

- ¿No se puede posponer hasta mañana por la mañana?

- Eem.. no lo sé, veré que puedo hacer hasta entonces. Le marcaré si hay otro problema.

- Gracias.

- Ah y.. Sr. Marquina. Es importante que venga mañana, en serio.

- Claro, hasta mañana.

Colgué la llamada pero cuando volví con Raquel ya no era lo mismo. Estaba preocupado y no pudimos seguir, tenía la tensión por las nubes, no sabía que hacer. La abracé fuerte y, sin decir nada, me dormí en sus brazos.

Continuará..

-

Uppaaa que pasó che, se te cayó el sistema. Ocno <3 ya veremos😛
Voten y comenten! -💜

Nada calculado [La Casa de Papel Fic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora