"Que me mate si es lo que quiere, hasta me hace un favor" dije, antes de recibir una bofetada.
Haber oído todo lo que Alberto me dijo, las veces en las que insistió para darle un puto poder de dinero a Paula, me dejaron pensando en las tantas veces que le rechacé.
Han sido tantas las veces en las que estuvimos frente a frente, cara a cara y me ha repetido que se las iba a pagar. Que me haría la vida imposible, a mi y a Sergio. Que Paula volvería a sus brazos en cuanto él salga de prisión, entre otras tonterías que hoy se volvieron miedo, ansiedad.Salí de espaldas, en dirección al cuarto. Quería llorar, quería sacar ese dolor interno rápido. Nairobi me frenó en medio del camino, intentando tomar mis manos, atraerme a ella para abrazarme y consolarme. Pero no quería.
Quería llegar a mi habitación y desaparecer para siempre.
Entré, le puse el cerrojo a la puerta y me senté en el suelo frío del baño. Lloré, lloré todo lo que podía. Dejé que mis lágrimas bañaran mi rostro e hicieran caos con la sangre que caía de mi nariz.
Pasaron los minutos y yo seguía igual. Llorando en el piso frío del baño, sin poder respirar por la ansiedad que entraba en mi cuerpo.
No sabía cuanto tiempo más podía aguantar. Mis problemas rodaban en mi cabeza cómo si necesitase un empujón para matarme.
Mi madre con Alzheimer, mi exmarido preso se ha escapado de prisión, no sé nada de mi hermana, un puñetazo en la nariz, mi exmarido me presiona para que le deje darle dinero a mi hija, mi padre tal vez esté vivo, otra bofetada, en tres semanas me caso, esperen. En tres semanas me caso, en una iglesia, con toda mi familia y mis amigos allí. ¿Qué?
Creía no aguantar más, el peso en mis espaldas era demasiado.
Cómo un impulso estiré mi brazo al pequeño mueble que tenemos en el baño, y cogí la cuchilla de afeitar de Sergio, le quité la parte que corta y la dejé entre mis manos. Lista para cuando llegue la gota que rebalse el vaso.
Oí por mucho tiempo los gritos de Sergio, insistentes en que abra la puerta. Pero no me levanté, no produje si quiera un ruido en todo aquel silencio.
Lo dejo de escuchar y luego oigo la llave moviéndose en la cerradura de la puerta. Escucho los pasos de mi marido en la habitación, buscándome. Pronto entra al baño y, en cuanto le veo, suelto la cuchilla. Dejándola caer al suelo.
Sus ojos se cruzan con los míos y se agacha a tocarme. Acaricia mi pelo y da un beso en mi frente, cómo si fuese una niña y nada de esto hubiera pasado.
- Ven, vamos a limpiarte.
-
Encontrar a Raquel en ese estado me partió el alma. Le ofrecí la mano para levantarse y ella aceptó.
La llevé a la cama y la senté en el borde de la misma. Volví al baño a coger algodón y papel y luego volví al cuarto.
Me arrodillé en el suelo, quedando un poco más bajo que ella y sequé las lágrimas, luego la sangre que había escurrido por su nariz y, por último, puse un poco de algodón para que pare el sangrado.
Le sonreí triste, acaricié su mejilla y dejé caer mi cabeza hacia un lado.
- ¿Estás mejor? -le pregunté al verla un poco más tranquila. No dijo nada, sólo asintió con la cabeza. -¿Quieres un poco de agua?
- Por favor.. -agachó la cabeza para que no la viera, le levanté el rostro desde la quijada y la miré, hasta que nuestros ojos se encontraron.
- No tengas miedo, estoy aquí. Ya vuelvo.
Fui a la cocina y, mientras servía dos vasos con agua fría, sentí unas manos tocar mi hombro.
- Papá, no te preocupes por mi o por lo que oí. Sólo... ¿cómo está mamá?
- Fue una crisis de ansiedad, ya ha tenido, no te preocupes. Está bien, yo me encargaré de cuidarla. -le sonreí a Paula, que parecía más tranquila al escuchar mis palabras.
Volví al cuarto y le vi sentada en el respaldar de la cama, esperándome.
Le di el vaso de agua y me dirigí al baño, me agaché en el suelo y cogí la cuchilla. Salí con ella en la mano y me senté a su lado.- ¿De verdad me haz roto la cuchilla de afeitar? -bromeé, con tal de verle una pequeña sonrisa. Y lo conseguí.
- Te juro que no lo iba a hacer sólo.. debía poner al asesino en posición pero sin dejar que me mate.
- Amor.. -le llamé. -Tu eres fuerte, muy fuerte. No caigas tan bajo. -dije, poniendo la cuchilla frente suya. Ella la cogió y me miró.
- Lo prometo.
Sonreímos, la abracé fuerte y nos quedamos dormidos. No sé que habrá pasado con el resto de la casa, si Nairobi y Berlín estarán dormidos o no, pero sabía que ella estaba bien y eso me dejaba dormir en paz.
Continuará..
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Nada calculado [La Casa de Papel Fic]
Fanfiction¿Y sí las cosas no hubieran acabado cómo nosotros las conocemos? Sergio Marquina, más conocido cómo "El Profesor", deberá pasar algunas semanas muy intensas para recuperar la vida de su amada. ¿Podrá hacerlo? Los personajes de "La Casa De Papel"...