Caminaba hacia el altar, las lágrimas en los ojos ya se hacían visibles desde el momento en que vió a su padre y, dejando todo atrás, corrió a abrazarlo y reclamarle por todos los años que había sufrido sin su presencia.
Miraba a la gente, tal y cómo en sus sueños, recordando todo lo bueno que pasó con esas personas. Allí estaban todos, esa banda que le había cambiado la vida de un día al otro.
Al otro lado sus compañeros de la policía le sonreían, orgullosos de que su segundo casamiento esté resultando bien, sin violencia ni denuncias.
Su cuñado, ese hombre que fingió un desastre tan grave cómo la muerte para que su hermano sea rico, se lleve más de novecientos millones de euro para él y sus amigos.
Su familia. Por fin, allí estaban.
Laura, que había desaparecido en manos de Alberto y que la encontraron y Raquel ni siquiera me enteré.
Su madre, esa pobre mujer que la ha criado toda la vida y que más allá del Alzheimer supo ser madre, abuela, niñera, tía y hermana para ella y para Paula.
Paula.. que bien sonaba ese nombre. Su hija, esa pequeña, o no tan pequeña, traviesa y agradable niña que consiguió ser la mejor hija y hermana que se pudiera tener.
Por último Amelia, su pequeña de tan solos dos añitos, casi tres. En brazos de su hermana mayor sonreía de oreja a oreja, con su vestido rosa pastel, a juego con los zapatos y el listón del peinado.Miró al frente y lo encontró a él, al hombre que tantas y tantas noches la había hecho desvelarse. Estando juntos o separados, ella no podía dejar de amarlo. Se dió cuenta en el momento que soñó con él en aquel hotel barato que sin él no puede siquiera dormir en paz.
Lo amaba, lo amaba de verdad. A él y a todo lo que trajera aquel paquete. Porque él es el hombre de su vida, pero lo iba a dejar ahí, dejaría sus pensamientos por un rato para luego soltar todo en los votos, esos que Sergio decidió se darían en la fiesta y no en la ceremonia.
Mientras tanto, él la veía acercarse, lentamente, al ritmo de la música que si oías bien podías identificar la canción "All of me" mientras ella caminaba.
Pensaba en todo lo que pasaron, lo que pasan y lo que querían pasar juntos. Cada momento de felicidad y cada otro de tristeza. Recordando que hace a penas unos días estaban peleados y ahora ella caminaba al altar, donde él la esperaba. Era increíble.
Despertaron del transe en el que ambos se encontraban cuando ella llegó al altar y él tomó sus manos, atrayéndola para un abrazo.
- Feliz cumpleaños, mi amor. -susurró a su oído, recordándole que hoy no es sólo una boda. Ella cumplía años ese día, y él no lo pasaría por alto.
- Gracias..
Se separaron, él saludo a su suegro, quien dictó algunas palabras.
- Ya lo estás haciendo, y muy bien, pero no está de más decirlo. Cuídala, campeón, ella es de oro. -el padre de Raquel sonreía sincero.
- Claro que sí, coronel.
Su padre se retiró, dirigiéndose a su lugar entre la gente y ellos dos subieron al altar, preparados para ser oficialmente marido y mujer.
El cura, quien era un buen hombre, dictó algunas palabras muy extensas y, para algunos presentes, bastante densas. Pero al final, ellos dos sonreían, y era lo importante.
- Finalmente, ha llegado el momento. Sergio Marquina, ¿Aceptas a Raquel cómo tu legítima esposa, cuidándola y apoyándola tanto en la salud cómo en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?
- Claro que acepto.
- Raquel Murillo ¿Aceptas a Sergio cómo tu legítimo esposo, cuidándolo y apoyándolo tanto en la salud cómo en la enfermedad, hasta que la muerte os separe?
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Nada calculado [La Casa de Papel Fic]
Fanfic¿Y sí las cosas no hubieran acabado cómo nosotros las conocemos? Sergio Marquina, más conocido cómo "El Profesor", deberá pasar algunas semanas muy intensas para recuperar la vida de su amada. ¿Podrá hacerlo? Los personajes de "La Casa De Papel"...